La historia de la samaritana quizá pudiera ser la historia de
cada uno de nosotros. Hay encuentros que cambian la vida y el que tuvo la
samaritana con Jesús es uno de ellos. A partir de ahí su vida jamás fue la
misma. Su necesidad espiritual fue satisfecha, su conocimiento de Dios fue
mejorado y, como consecuencia, atrajo a otros a conocer a Jesús. Todos tenemos
una necesidad espiritual que satisfacer y un conocimiento de Dios que mejorar
antes de cambiar nuestro entorno. La samaritana es muestra de ello pues cuando
oyó el mensaje no pensó “esto es bueno para mi vecino” sino “esto es bueno para
mí”.
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (Juan 4:7)
Jesús, por medio de una petición material, como el agua,
inicia una conversación con la samaritana para llevarla a lo espiritual. La
samaritana muestra su extrañeza debido a que judíos y samaritanos estaban
enfrentados. Jesús aprovecha para profundizar (no hace caso a la objeción
nacional de enfrentamiento) y le dice que no conoce el regalo de Dios para ella
ni quién es Él. Si conociera eso sería ella la que pediría el agua y le sería
dada. La samaritana sigue pensando en el agua natural y le dice a Jesús que esa
agua viva no puede sacarla porque el pozo es hondo y no tiene herramientas. Al
final, sin entender aún, le dice a Jesús que le dé esa agua viva para que no
tenga más sed y no la tenga que sacar
más del pozo.
Jesús ahonda más después de explicarle cómo saciar su sed. Si
bien todos hemos de calmar esa sed no es menos cierto que hay algo que impide
que Jesús pueda calmarla. Ese algo es el pecado. Jesús hace ver a la samaritana
que su moralidad tiene fallas pues tuvo cinco maridos y ahora vive con un
hombre que no es su marido. En este momento la samaritana va un peldaño más y
comienza a ver algo especial en Jesús “me parece que eres un profeta”, le dice. Jesús
sigue profundizando y le muestra cómo debe ser un creyente: “Los creyentes son
aquellos que adoran a Dios de forma espiritual
y física (en verdad), es decir, aquellos que son congruentes y llevan su vida
espiritual y material al mismo nivel. Para Dios importa todo, tanto lo
espiritual como lo físico.
Llegados a este punto Jesús se revela como el Mesías que
ella espera y la samaritana cree ante las evidencias que Él le ha mostrado. Jesús
quiere tener un encuentro contigo para charlar amistosamente y mostrarte Su
corazón y el tuyo. Él desea comunicarte la vida que tiene preparada para ti y
el pecado que está impidiendo que la disfrutes. Te pido, querido lector, que
revises esta semana este encuentro en el libro de Juan capítulo 4. Ahí está la
historia completa. Jesús se mostró a la samaritana como el Mesías y esto
significaba, entre otras cosas, que le esperaba la cruz para que esa agua viva
fluyese para ti. Jesús pagó el precio de tus pecados y los míos zanjando la
deuda por ellos al Padre. Ahora sólo debes creer con fe arrepintiéndote de tus pecados
para ser eternamente salvo.
Un encuentro que lo cambia todo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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