La cartelera solo programa espectáculos basados en las ideológicas que transitan en la sociedad que nos ha tocado vivir. Hoy hay que visibilizar a unas minorías sufrientes en detrimento de unas mayorías felices. Y por el camino se pierde la belleza de las obras teatrales, del cine, de la música… Ya no se hace arte para alegrar los sentidos, sino que se hace un arte extraño cuyo mayor propósito es el enfrentamiento entre iguales. Otrora, el arte unía. Hoy, el arte divide. La máxima diabólica “divide y vencerás” está siendo llevada a la práctica en el mundo de la cultura, entre otros sectores.
Profesando ser sabios, se hicieron necios. (Romanos 1:22)
Es pasmoso el grado de ceguera a la que se ha llegado en el mundo de la cultura. Si los antiguos griegos buscaban el ideal de lo bello en todo lo que hacían, nuestros artistas encuentran el estímulo en lo feo y se creen sabios al exaltarlo. La necedad más grande es auto proclamarse sabio por sacar a relucir la basura que deriva en un enfrentamiento en la conocida como batalla cultural. Por ahora, parece que están ganando aquellos que reciben las pingües subvenciones de los impuestos de los ciudadanos. La pela es la pela. Hemos dejado atrás, muy atrás, el pensamiento crítico que conduce a la reflexión.
Jesús cruza trasversalmente toda la cultura. Es como un recordatorio de lo bueno y lo malo. Todo el arte que se hace hoy día pasa por el escrutinio de Jesucristo. ¿Qué trasfondo hay detrás del arte? ¿Bendice o maldice? ¿Enseña o mal enseña? ¿Hace sabios o produce necios? ¿Exalta lo bueno o exalta lo malo? Hace muchos años dejé de ver cine español porque está a la vanguardia de todo lo malo, lo grosero y lo pestilente. Lo contrario del Jesús al que sigo. Él está a la vanguardia de todo lo bueno, decente y de grato olor. ¿Eres sabio o necio? Ven a Jesús y Él te declarará lo que eres. Arrepiéntete de tus necedades y pecados ante Dios y serás sabio. Jesús nos visitó para salvarnos de la Ira de Dios y limpiarnos de la vergüenza de nuestros pecados en una cruz. No hay escena más sublime que la vivida por Jesús en la cruz por ti y por mí. Aunque quizá Su resurrección de la muerte sea más refulgente.
Sin Jesús la cultura
es necedad.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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