A veces hemos usado la frase “Eres todo corazón” con el fin
de resaltar la personalidad amorosa de otra persona que conocemos de cerca. Asimismo
me ocurre con Dios. Cuanto más le conozco, más me doy cuenta que Él es todo
corazón. No un corazón antojadizo, cambiante o inconstante. ¡No! Su corazón no
cambia porque Sus motivaciones amorosas hacia cada uno de nosotros, desde que
nos creó, siguen siendo las mismas: Disfrutar de amistad mutua.
En el centro del corazón de Dios está la humanidad, tú y yo.
Aunque nosotros decidimos alejarnos de tal amor, Él envío a Su Hijo a morir por
nuestros pecados y de esta forma abrir un camino de regreso al corazón del
Padre. De esta forma tan especial Dios ideó cambiar nuestro corazón de piedra
por un corazón de carne.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. (Ezequiel 36:26)
¿Quieres un nuevo corazón que emane nueva vida? Cree en
Jesucristo y arrepiéntete de tus pecados. No hay otro medio, no hay otra salida
sino el infierno preparado para los que rechazan este nuevo corazón. Dios quiere
regalarte Su corazón, Su latir, el único remedio contra la desesperanza en la
cual nos tiene este mundo inmersos. Un último consejo:
Confía en el SEÑOR de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. (Proverbios 3:5)
Estás en Su corazón.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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