Los habitantes de
Pinto y Valdemoro tienen claro el origen de la frase que les ha hecho famosos
en toda España. 'Por el borracho del puente', aseguran. Hasta el concejal de
Cultura de Pinto, Jerónimo Corrales, daba al principio la versión más conocida:
'Hace mucho tiempo, un borracho venía desde Valdemoro hacia Pinto y en un
riachuelo que divide los dos términos municipales, encima de un puentecillo,
empezó a bailotear y a dar pasos para adelante y para atrás: 'Ahora estoy en
Pinto, ahora en Valdemoro, ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro', decía.
Tanto saltó que al final se cayó al río. 'Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro',
decía al final el tío'.[1]
No sé si la anécdota es cierta, pero la verdad es que de esa
forma viven muchos: “Entre Pinto y Valdemoro”. Saltan de un lado hacia el otro
en un juego de conveniencia: Ahora me conviene Pinto y después me conviene
Valdemoro… y vuelta a empezar. Sé que te sonará bastante conocida la actitud,
querido lector, ya que todos, si somos sinceros, nos hemos percatado de ello en
nuestro vivir diario. Es sencillo de entender: Todos en algún momento hemos
vivido entre Pinto y Valdemoro. ¿A que sí?
No postergues el asunto, ¡hazlo enseguida! No descanses hasta haberlo realizado. Sálvate como una gacela que escapa del cazador, como un pájaro que huye de la red. (Proverbios 6:4-5)
El gran problema que esto trae a nuestra manera de vivir no
es otro que las medias tintas o la indecisión. La indecisión posterga los
cambios necesarios a realizar por un “lo haré mañana” que nunca llega. La
Biblia nos insta a no postergar, por medio de realizar lo que tenemos por
delante, ipso facto. El descanso vendrá después, entre tanto corre lo más que
puedas a arreglar tus asuntos. En la Biblia el asunto a resolver más importante
es tu relación con Dios. ¿Estás entre Pinto y Valdemoro en cuanto a este tema?
Para decidir dónde ubicarte de una vez por todas debes
conocer tu situación frente a Dios, tu necesidad de reconciliarte con Él y su
amor por ti. Ante Dios has pecado desobedeciendo su Ley ya que, como yo, has
mentido en alguna ocasión, has robado en algún momento, y has adulterado aunque
haya sido mentalmente, por poner solo tres ejemplos. Al habernos movido en las
aguas del pecado Dios, que es Justo, nos ha condenado. La condena divina es
razón suficiente para despertar de nuestro letargo y buscar de forma sincera,
de corazón, un escape para librarnos de la condenación en el infierno que hay
preparada para aquellos que se han mantenido entre Pinto y Valdemoro. A Dios
gracias que ha resuelto Él mismo la solución a nuestra situación calamitosa.
Por medio de su Hijo Jesucristo nos sustituyó a ti y a mí para pagar la deuda, que por nuestro quebrantar su Ley, habíamos causado. Querido lector, decide
firmemente por un nuevo comienzo viviendo según la voluntad de Dios, ipso
facto. No te postergues entre Pinto y Valdemoro. Arrepiéntete de tus pecados y
cree en Jesucristo.
¡Hazlo enseguida!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!