sábado, 24 de abril de 2021

Esfuerzo y Valentía

Ayer se celebró el día del libro. Tentadoras ofertas me llegaron durante la semana para consumir libros. Nuevos libros nunca están de más, pero dado que tengo aún algunos por leer, me abstuve de sucumbir en la tentación de ampliar mi biblioteca. Llamar a la celebración el día “del libro” y no “de los libros me hace recordar que hay un libro que destaca entre todos los demás. Ese libro, o conjunto de libros, es la Biblia. ¿Qué la hace especial sobre otros libros? La Palabra de Dios está escrita en sus páginas. La Biblia es el mensaje de Dios a nosotros, Sus criaturas.

Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. (Josué 1:7)

Hoy hay pocos esforzados y valientes que obedecen los mandamientos que Dios ha escrito en la Biblia. La Biblia ha sido relegada a decorar las estanterías, a acumular polvo o a servir de apoyo para elevar cosas. El Libro de los libros ha sido relegado por el cientifismo materialista que todo lo mide por lo palpable negando la dimensión espiritual del hombre a la que da respuesta la Biblia. Muchos viven a la diestra y otros tantos a la siniestra de las enseñanzas y parámetros bíblicos. Esto es evidente dado que el mundo está inmerso en un eterno conflicto a nivel social e individual. Los individuos están enfrentados unos con otros y el individuo está en lucha consigo mismo.

La promesa dada al guerrero Josué, si obedecía la ley divina, fue prosperidad en todo aquello que emprendiera. Esa prosperidad no era por sus méritos, sino porque Dios estaría a su lado avalándolo. La obediencia a la Palabra de Dios es lo que marca la diferencia a una sociedad de otra. Solo comparando las naciones que abrazaron la Biblia en el Renacimiento y las que siguieron los dictámenes de hombres podremos ver la prosperidad de la obediencia a Dios, porque Dios está con los que le obedecen. Jesucristo es la Palabra de Dios hecha carne que vivió entre nosotros. Él obedeció a Su Padre y cumplió el destino que le marcó. Fue a la cruz consumando las profecías bíblicas y pagó el precio de nuestros pecados. Ahora te toca creer y obedecer Su mandato a arrepentirte de tus pecados y seguirle si quieres ser salvo de la condenación eterna que pesa sobre ti. Si quieres prosperar para vida eterna, obedécele. Esfuérzate y sé muy valiente.

Jesús es el Libro vivo.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 17 de abril de 2021

Justo por Pecador

 

En no pocas ocasiones pagan justos por pecadores. Por culpa de unos cuantos que han sido malos en sus comportamientos, pagan el pato aquellos que ni siquiera tenían conocimiento de las fechorías cometidas por los malos actos de otros. Seguramente que todos los que lean estas líneas saben de lo que escribo. ¿Te han castigado en clase como consecuencia de los delitos de algún compañero que no dio la cara asumiendo su responsabilidad? Por uno, la clase se quedó sin recreo o se fue a casa una hora más tarde. El o los culpables se fueron de rositas y todos los justos aguantaron el castigo que no merecían.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2 Corintios 5:21)

Jesús pagó el pato de nuestros pecados. Él, que no pecó nunca, que fue el único Justo sobre la tierra, sufrió por los pecados de todos nosotros. Él fue hecho pecado al llevar los nuestros en la cruz. La deuda de nuestros pecados era tan astronómica que solo alguien sin pecado pudo llevarla. Alguien tenía que pagar los platos rotos y este fue Jesucristo. La transacción pasó por el intercambio del Justo en lugar de los pecadores. En esta ocasión no todos pagamos por la fechoría de uno, sino que uno pagó por las maldades de todos. El Justo por los injustos fue el precio.

Jesús pagó por tus pecados y los míos. El Dios Altísimo, Jesucristo, estuvo dispuesto a humillarse y con amor y justicia (justicia divina) sufrió para darnos la oportunidad de reconciliarnos con Dios. Ahora tenemos ocasión de ser hechos justicia de Dios en Jesucristo, es decir, el sacrificio de Jesús en la cruz ha perdonado todos nuestros pecados. La justicia de Dios ha sido satisfecha plenamente en Jesucristo. Nuestras cuitas están saldadas. Por lo tanto, la única condición a cumplir es creer que el pago de Jesús en la cruz es suficiente para salvarnos del infierno merecido y catapultarnos a la vida eterna. Querido lector, cree en Jesús para que la justicia de Dios en Jesucristo se haga realidad en ti.

Ya se hizo el intercambio.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 10 de abril de 2021

Lo Prioritario

Ciertas conversaciones son muy reveladoras. Te hacen ver dónde está el corazón de cada persona. Esta semana, sin ir más lejos, he tenido una de esas conversaciones. La persona que hablaba conmigo tenía inquietudes espirituales, quizá por encima del promedio que hoy se ve. Departíamos sobre que los milagros suceden y como había experimentado uno de ellos en su propia vida. Daba gracias a Dios por ese milagro en su vida a la vez que me confesaba que lo que estaba compartiendo conmigo no lo podía compartir con casi nadie de su entorno porque parecía que estaban viendo a un bicho raro. Su deseo máximo y oración constante era que Dios cuidase la salud propia y de su familia.


Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)

 

No es de extrañar que suene a chino cuando alguien ve lo milagroso de ciertas circunstancias de la vida. Hasta los griegos, tan aclamados ellos, habían dejado espacio en sus conocimientos para el aspecto milagroso que se sale del alcance de la ciencia de laboratorio. Metafísica, es decir, más allá de la ciencia, la llamaron. Aunque es un buen paso darse cuenta que lo milagroso existe y que proviene de Dios, quedarse simplemente en pedir salud o felicidad se queda corto para lo que realmente Dios nos está ofreciendo. Un día, moriremos, le dije. Está bien pedir por bienestar a Dios. Eso es bíblico. Pero, lo verdaderamente importante Jesús lo ha enseñado. Jesucristo desea que pongamos un orden de prioridades a cada una de nuestras vidas.


En Primer y último lugar Jesús nos manda a buscar las cuestiones que atañen a Su reino y su justicia. Jesús enseña que el afán y la ansiedad de esta sociedad por alcanzar metas irrealizables por ser antinaturales nos lleva a la enfermedad del alma y del cuerpo. Por lo tanto, debemos ocupar el tiempo en las cosas eternas, Su reino y su justicia, y desocuparnos de las cosas perecederas. La promesa de Jesús para todos aquellos que indagan en las cosas de Su reino y su justicia es que nuestras necesidades físicas se verán satisfechas porque Él mismo se ocupará de abastecernos. Si nos centramos en lo eterno, en Él, Él se ocupa de lo perecedero, nosotros. Querido lector, ocúpate de Jesús, que ya Él se ocupará de ti. Él cumple a cabalidad Sus promesas. Lo hace conmigo y lo hará contigo. Su sacrificio en la cruz por nuestros pecados es el sello que garantiza que podemos salvarnos de la muerte que conlleva el pecado que nos acusa ante Dios. Cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados y comenzarás a ocuparte de Su reino.

Él es nuestra prioridad.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 3 de abril de 2021

No Está Aquí

El comunismo ruso quiso borrar la creencia en la resurrección de Jesucristo en 1917. Para ello reunieron a una enorme muchedumbre de obreros y contrataron a un sacerdote de la iglesia ortodoxa rusa con el propósito de enseñar que la resurrección no había acontecido. El sacerdote se puso ante ellos y gritó: ¡Jesucristo ha resucitado! La multitud de obreros le respondió: ¡Verdaderamente ha resucitado! Acto seguido el sacerdote bajó del escenario de forma silenciosa y se acabó la prédica.[1]

Con este saludo nos saludamos los cristianos desde los tiempos antiguos el domingo de resurrección.

¡Jesucristo ha resucitado!

¡Verdaderamente ha resucitado!

No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. (Mateo 28:6)

Al igual que el ángel anunció a las mujeres que Jesús no estaba en la tumba porque había resucitado, Sus hijos seguimos anunciándolo en cada oportunidad que tenemos por delante. Una de las bases para saber que Jesús había resucitado es que Él mismo lo dijo. Jesús resucitó como Él mismo anunció en diferentes ocasiones, como les recordó el ángel. Ellas, y un poco más tarde Sus discípulos, pudieron ser testigos oculares de que la tumba donde enterraron a Su Maestro estaba vacía. ¡El Señor no estaba allí!

¡Jesucristo ha resucitado!

¡Verdaderamente ha resucitado!

Todos los acontecimientos de la vida de Jesucristo, desde Su nacimiento hasta Su muerte, tenían el glorioso objetivo de Su resurrección. La tumba quedó vacía para demostrar que la muerte no puede encarcelar a Dios. Jesucristo resucitó para salvar a todos los que le sigan. Jesucristo resucitó para vencer el poder destructor de la muerte y el pecado. Su sacrificio en la cruz fue el paso ineludible para satisfacer la Ira Santa de Dios. Una vez satisfechos nuestros pecados la resurrección de Cristo era el sello de excelencia de un trabajo completo. El comunismo sigue hoy queriendo desterrar el cristianismo y la evidencia de la resurrección de Jesús. ¿Por qué? Su ateísmo se desmorona si reconocen que Jesús resucitó porque verdaderamente resucitó. Arrepiéntete de tus pecados, cree en Jesús y síguele.

¡Jesús no está en la tumba!

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


[1] https://www.religionenlibertad.com/blog/263308094/Jesucristo-ha-resucitado-verdaderamente-ha-resucitado.html (01 de abril de 2021).