sábado, 31 de octubre de 2020

Luz en las Tinieblas

El 31 de octubre de 1517 un monje agustino, Martin Lutero, expuso sus 95 tesis en contra de la práctica de las indulgencias por parte de la Iglesia Católica Romana. Hoy se celebran quinientos tres años de aquel gesto que, a la sazón, solo perseguía discutir el tema en buena lid. Jamás se le pasó por el pensamiento al reformador todo lo que acontecería después. Al intentar encaminar al catolicismo de vuelta a la Biblia se encontró de patitas en la calle. Las Sagradas Escrituras volvieron a ser puestas en su lugar de primacía alumbrando el corazón y la mente de aquellos que estaban en las más oscuras tinieblas. En aquel momento de la historia del cristianismo se encendió una luz que perdura hasta nuestros días.


El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció.  (Mat 4:16)

 

Hoy seguimos viendo esa luz que Isaías profetizó y el apóstol Mateo nos recuerda como principio del ministerio público de Jesucristo. Esta profecía se cumplió en Jesús, como todas las que debían cumplirse respecto a Su Persona y obra. Esa Luz que ven los que están viviendo en tinieblas y morando en un país de sombra de muerte, han sido alumbrados por Jesucristo, la Luz de este mundo. Ya no hay excusas para seguir viviendo en tinieblas porque la oscuridad la disipó Cristo. Ya no tienes pretextos si has conocido o simplemente has oído acerca de Jesucristo. Él no es alguien que deja indiferente, sino que exige una respuesta: seguirle. Lo contrario es vivir en tinieblas oscuras, densas y demoniacas.


Hoy el mundo celebra la muerte por medio de Halloween. La muerte, la oscuridad y el infierno intentan apagar la luz de Jesús. Este esfuerzo es vano pues las tinieblas no pueden hacer absolutamente nada contra la Luz, Jesucristo. Su sacrificio en la cruz no puede opacarse, Su resurrección de la muerte no puede refutarse, Su victoria contra las tinieblas del pecado no puede ser derrocada. Querido lector, aún Jesús está alumbrándote. Aún tienes la oportunidad de salvarte. Lee la Biblia al igual que hace quinientos años la leyeron otros y recibieron Luz. Ellos creyeron en Jesucristo, se arrepintieron de sus pecados y se convirtieron en luz para otros, imitando a Su Señor Jesucristo.

Solo Gloria a Dios.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 24 de octubre de 2020

La Esperanza del Malo

Mucha gente pasa por la vida como si nunca tuviese que rendir cuentas por sus actos. Tratan de esconder sus pésimas acciones bajo la alfombra de sus estériles conciencias y “aquí no ha pasado nada”, “paz y gloria”. Desprecian a aquellos que han ofendido con la convicción deshonesta que opina: “merecen la ofensa”; “estoy en lo cierto”. No solo eso, ni siquiera se figuran que sus actos pecaminosos en la intimidad también les responsabilizan. La integridad y la honestidad son dos cualidades que desconocen en sus formas prácticas. Íntegro es aquel que hace lo correcto en sociedad e íntimamente y honesto es aquel que reconoce sus fallas e intenta corregirlas en sociedad e íntimamente.

¿Por qué ha despreciado el impío a Dios? Ha dicho en su corazón: «Tú no le pedirás cuentas».  (Salmos 10:13)

Aquí, en esta vida, muchos “se irán de rositas”. Sus agravios contra otros y contra Dios no serán satisfechos. Nunca pedirán perdón a los que lastimaron, nunca corregirán sus maldades ante Dios y su orgullo se irá con ellos intacto a la tumba. Sus vidas dan testimonio de su profunda maldad por medio de un profundo desprecio por Dios. Desprecian a Dios porque están convencidos que no le van a tener que dar cuentas. Cuando pasen la frontera de la tumba ya no habrá para ellos solución: darán cuentas a Dios por sus pecados y las puertas del infierno les darán la bienvenida.

Querido lector, Jesús vino a nosotros, tomó semejanza a nosotros y recibió nuestro desprecio una vez más debido a nuestra maldad. Seguimos teniendo que dar cuentas a Dios, pero ahora podemos hacer que Jesucristo sea nuestro Abogado. ¿Por qué? Él se puso en nuestro lugar en una cruz recibiendo de Dios el desprecio que merecíamos por haberlo humillado. Jesús murió debido a nuestros muchos pecados para que pudiésemos poner nuestra cuenta con Dios a cero y disfrutar un nuevo comienzo. Dios quiera que cale este mensaje de salvación en ti y despiertes a que un día darás cuenta a Dios por tu vida y que no escaparás de Su Ira a menos que creas en Jesucristo arrepintiéndote de tus pecados.

No escaparás de Dios.

¡QUE DIOS TE BENDIGA! 

sábado, 17 de octubre de 2020

Un Poco de Poesía

No hay nada mejor para explicar a Dios y Su obra que la propia Biblia, Su Palabra. Y si por demás lo hacemos con una creación poética, miel sobre hojuelas. El que lea entienda. O, el que lea obedezca a la Biblia que es el significado profundo de “entender” en las Escrituras.

Bendice, alma mía, a Jehová.

 Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido;

 Te has vestido de gloria y de magnificencia.

 

El que se cubre de luz como de vestidura,

 Que extiende los cielos como una cortina,

 

Que establece sus aposentos entre las aguas,

 El que pone las nubes por su carroza,

 El que anda sobre las alas del viento;

 

El que hace a los vientos sus mensajeros,

 Y a las flamas de fuego sus ministros.

 

El fundó la tierra sobre sus cimientos;

 No será jamás removida.

 

Con el abismo, como con vestido, la cubriste;

 Sobre los montes estaban las aguas.

 

A tu reprensión huyeron;

 Al sonido de tu trueno se apresuraron;

 

Subieron los montes, descendieron los valles,

 Al lugar que tú les fundaste.

 

Les pusiste término, el cual no traspasarán,

 Ni volverán a cubrir la tierra.

 

Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos;

 Van entre los montes;

 

Dan de beber a todas las bestias del campo;

 Mitigan su sed los asnos monteses.

 

A sus orillas habitan las aves de los cielos;

 Cantan entre las ramas.

 

El riega los montes desde sus aposentos;

 Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

 

El hace producir el heno para las bestias,

 Y la hierba para el servicio del hombre,

 Sacando el pan de la tierra,

 

Y el vino que alegra el corazón del hombre,

 El aceite que hace brillar el rostro,

 Y el pan que sustenta la vida del hombre.

 

Se llenan de savia los árboles de Jehová,

 Los cedros del Líbano que él plantó.

 

Allí anidan las aves;

 En las hayas hace su casa la cigüeña.

 

Los montes altos para las cabras monteses;

 Las peñas, madrigueras para los conejos.

 

Hizo la luna para los tiempos;

 El sol conoce su ocaso.

 

Pones las tinieblas, y es la noche;

 En ella corretean todas las bestias de la selva.

 

Los leoncillos rugen tras la presa,

 Y para buscar de Dios su comida.

 

Sale el sol, se recogen,

 Y se echan en sus cuevas.

 

Sale el hombre a su labor,

 Y a su labranza hasta la tarde.

 

¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!

 Hiciste todas ellas con sabiduría;

 La tierra está llena de tus beneficios.

 

He allí el grande y anchuroso mar,

 En donde se mueven seres innumerables,

 Seres pequeños y grandes.

 

Allí andan las naves;

 Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.

 

Todos ellos esperan en ti,

 Para que les des su comida a su tiempo.

 

Les das, recogen;

 Abres tu mano, se sacian de bien.

 

Escondes tu rostro, se turban;

 Les quitas el hálito, dejan de ser,

 Y vuelven al polvo.

 

Envías tu Espíritu, son creados,

 Y renuevas la faz de la tierra.

 

Sea la gloria de Jehová para siempre;

 Alégrese Jehová en sus obras.

 

El mira a la tierra, y ella tiembla;

 Toca los montes, y humean.

 

A Jehová cantaré en mi vida;

 A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

 

Dulce será mi meditación en él;

 Yo me regocijaré en Jehová.

Sean consumidos de la tierra los pecadores,

 Y los impíos dejen de ser.

 Bendice, alma mía, a Jehová.

 Aleluya.

(Salmos 104)

Querido lector, ante tanta belleza de Dios y Su obra solo hay dos caminos: el que te lleva a ser consumido y dejar de ser, o creer y ser vivificado y eterno. Jesús sufrió la cruz por tus pecados y espera que te arrepientas de ellos y vuelvas a casa del Padre. ¿No ves la belleza poética de la cruz? Jesús te amó infinitamente allí, en ese lugar de vergüenza que no merecía. Cielo o infierno. No hay más caminos.

Jesús es Poesía.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


sábado, 10 de octubre de 2020

La Biblia Es Humana

La Biblia es un compendio de historia, poesía, profecía y doctrina que hoy, más que nunca, está sentada en el banquillo de los acusados debido a las excusas de los que quieren derrocarla. En el fondo, lo que subyace es negar a Jesucristo y la autoridad de Las Escrituras. De entre las excusas que las personas esgrimen para no creer con fe en Jesucristo se encuentra la valoración que éstas hacen de las manos que Dios usó para escribir la Biblia. Se ha de reconocer que por lo menos, al desestimar a la Biblia como autoritaria por ser “escrita por hombres”, reconocen, aunque no se dan cuenta, que el ser humano es falible a todas luces. Cierto, somos falibles, erráticos e inconsistentes. ¡No hay duda de ello! Las mismas Escrituras nos aconsejan desconfiar de nuestros semejantes.

Así dice el Señor: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del Señor se aparta su corazón. (Jeremías 17:5)

Lee bien la siguiente afirmación: Dios inspiró a hombres para que escribieran la Biblia. La excusa es: La Biblia está escrita por hombres como yo, por lo tanto, no voy a creer en el mensaje de Jesucristo. La excusa no es que la Biblia haya sido escrita por hombres. La excusa real en la mente y el corazón es no creer que Dios es poderoso y sabio como para inspirar a hombres, como tú y yo, sin que haya un solo error en la Biblia. Muchos han creado un Dios a su imagen y semejanza. Esto les lleva a creer que Dios es como ellos: una Persona mentirosa de la cual se debe desconfiar. Por eso Dios maldice a aquellos que se apartan de Él por confiar en sus semejantes y en ellos mismos.

Confiar en el hombre y en lo perecedero (tus sentimientos, tu salud, tus estudios, tu dinero…) te acarrea maldición, no solo aquí, sino también en la eternidad. Querido lector, eres un ser eterno y aquí decides dónde pasarás esa eternidad: en el cielo o en el infierno. Maldición es hablar mal de algo o alguien. Maldición es rebajar Las Escrituras a una altura humana cuando éstas son de procedencia divina. Puedes, a Dios gracias, revertir tu situación frente a la excusa de denostar la Biblia para no creer y, por ende, reconciliarte con Dios. Haz lo contrario a lo que apunta el texto bíblico y serás bendito. Confía hoy en Jesucristo y deja de confiar en el hombre y en tu propio estatus. Jesús pagó por tus pecados al Padre en una cruz con el fin de liberarte de la muerte eterna, maldición de la que no puedes escapar a menos que creas con fe (confiar) en Su muerte y resurrección. Arrepiéntete de tus pecados, cree en Jesucristo y comenzarás a entender la Biblia en toda su plenitud. Ya no te parecerá un libro más escrito por hombres sino el mensaje de Dios para ti.

Jesús puede quitarte la maldición.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 3 de octubre de 2020

Excusas para no ir de Fiesta

Comenzamos esta semana una serie que nos pondrá de relieve las excusas que ponen todos aquellos que deciden no creer el mensaje de salvación de Jesucristo, el evangelio. Existen una tanda de argumentos, repetitivos hasta el cansancio, que los creyentes oímos una y otra vez de boca de aquellos que rechazan seguir a Jesús. Sus afirmaciones o negaciones solo son excusas débiles, y en su mayoría no meditadas, para “escurrir el bulto” y a otra cosa, mariposa. El problema es que, al contrario de lo que opinan, se van a perder una fiesta, un festorro universal que deja a la altura de una horchata y un petardo a las mismísimas Fallas de Valencia.

Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. (Lucas 14:16)

Uno tras otro van poniendo excusas para dejar a un lado la invitación directa a participar en la cena que el hombre de la parábola hizo. “He comprado un terrenito y necesito verlo. ¡Excúsame!”. “He comprado un cochecito y voy a probarlo. ¡Excúsame!”. “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. ¡Éste no se excusó!”. Cuando rascamos un poco la superficie de nuestras excusas hallamos la verdadera motivación que nos lleva a mentir excusándonos. Ese “rascar” es lo que haremos, Dios mediante, en esta serie.

Jesús te está invitando a Su cena, pero te excusas sin motivo real. Tu terrenito no se deslocalizará, tu coche te esperará, tu esposa, como buena esposa, querrá que la lleves a la gran cena de gala para lucir sus mejores atuendos, maquillaje, joyas, etc. ¿Cuál de las anteriores es tu excusa? ¿Tus ocupaciones? ¿Tus entretenimientos? ¿Tu familia? Jesús te está invitando a Su cena. ¿La rechazarás sin fundamentos sólidos? Esa cena le costó la vida en una cruz por tus pecados. ¿Vas a dar de lado a Aquel que dio todo por ti con excusas vacías de contenido? Tus excusas te llevarán a la indigencia y la indigencia, a la muerte eterna. Ante eso ninguna excusa puede triunfar. Por mi parte, ponerte paños calientes y justificar tu excusa te llevará donde tú mismo, no quieres: el infierno. Ahí no hay fiesta, sólo llanto y pesar por tus excusas. Querido lector, cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados y entrarás en el Gran Banquete de Jesucristo.

¿Cuál es tu excusa?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!