Desde los albores de la humanidad el hombre ha recurrido a
los poderes ocultos para conocer el futuro por medio de médiums y espiritistas.
Desde entonces hasta el presente una caterva de ocultistas se han hecho famosos
debido a los medios de comunicación que amplifican sus artes oscuras y ponen de
manifiesto que, aunque el ser humano niega a Dios, no reniega de un mundo
espiritual y busca su influjo en lo satánico, a sabiendas, es decir,
voluntariosamente.
No te contamines al recurrir a los médiums o a los que consultan con los espíritus de los muertos. Yo soy el SEÑOR tu Dios. (Levítico 19:31)
La Biblia advierte a todos aquellos que se acercan a
consultar a médiums y espiritistas que acabarán contaminándose. Todos los que preguntan
o atienden los consejos de estos personajes infectados de lo oculto, médiums y
espiritistas, acabarán pagando un precio muy alto por sus prácticas. Conozco un
caso cercano en el cual los espíritus de las tinieblas le pidieron que matase a
su hijo. En ese momento se le abrieron los ojos y buscó a Dios reconciliándose
con Él. Parece ser que todo marcha bien y en un principio son seducidos como el
burro que va detrás de una zanahoria. Más tarde esos espíritus satánicos van tomando
el control de la persona incauta y se cobran un gran precio. A veces el propio
suicidio de la persona al intentar escapar de sus fauces.
Hay un solo antídoto para escapar definitivamente de estos
poderes de las tinieblas: JESUCRISTO. Él nos mostró cuál fue el propósito de
vivir entre nosotros: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido
para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados
de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
predicar el año agradable del Señor (Lucas 4:18-19). Los que buscan
a los médiums y espiritistas caen en la trampa satánica más elemental y se
convierten en cautivos, ciegos y oprimidos. Pero Jesús, por medio de pagar sus
delitos contra Dios por sus pecados, sufrió el castigo que nosotros merecíamos
en una cruz para libertarnos del cautiverio, devolvernos la vista y liberarnos
de la opresión de esos poderes que operan contra Dios mismo intentando llevar
al infierno a todos aquellos que caen en sus dominios. Arrepiéntete de tus
pecados, cree en Jesucristo y serás liberado de la angustia.
¡Huye!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!