Lo más importante que podemos hacer en el momento de
despertarnos, si no somos ciegos, es obviamente abrirlos ojos. Los ojos hacen
que tomemos conciencia plena del lugar y situación donde nos encontramos. Por así
decirlo nos devuelven a la realidad en un “abrir y cerrar de ojos”, nunca mejor
dicho. Entre las defensas que Dios ha puesto en nuestro cuerpo están nuestros
maravillosos ojos que pueden apreciar una tenue luz en la oscuridad o cegarse
ante el esplendor del sol.
Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. (Salmos 119:18)
Hay una realidad espiritual que se extrae de la luz que dan
a nuestra vida los ojos. En el verso anterior el escritor del salmo pide a Dios
que abra sus ojos físicos y espirituales.
Los dos son igual de importantes, igual de trascendentes. El escritor está
expresando a Dios que le dé un deseo por examinar Su Palabra, la Biblia, y asimismo,
pide que le otorgue el que pueda entenderla.
Querido lector, ¿tienes un deseo real por leer la Biblia? Es más, ¿tienes un deseo real por entenderla? Claro está, si no la lees no la
puedes llegar a entender. En España tenemos la fama de ser malos lectores y
máxime si el libro que queremos leer no tiene dibujos. Saltándonos ese tópico
típico el escritor del verso nos da la clave para querer leer y entender la
Biblia. ¿Estás preparado para que te descubra el gran secreto por siglos
escondido? Sigue leyendo, por favor.
¿Cuál es la clave que nos abre los misterios de la Palabra
de Dios? ¡Pedirle a Dios que abra nuestros ojos! O lo que es lo mismo, nos dé
ganas de leer Su Palabra y nos conceda el don de entenderla. El tesoro que
hallaremos es contemplar la Ley de Dios de una forma intelectual y espiritual
que dará como fruto un mayor conocimiento de Dios y de nosotros mismos. ¡La Ley de
Dios es una maravilla!
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, se acercó a nosotros
para salvarnos. Lo hizo de forma amorosa en una cruz, sufriendo aquello que
cada uno de nosotros merecía. Ahora tenemos el camino libre al Cielo si pedimos
a Dios que abra nuestros ojos a tan maravillosa Ley para interesarnos por Jesús
y entender Su obra a favor de nosotros. Si tan solo Dios nos regala el querer
como el entender, el camino de maravillarse ante Su amor es fácil.
¿Te atreves a pedir esto a Dios?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!