sábado, 25 de diciembre de 2021

Navidad: Amor Práctico

El amor de Dios es eminentemente práctico. Tanto es así que el nacimiento de Jesús nos da una imagen en acción del amor de Dios. Si resumimos el por qué Dios envió a Su Hijo a nacer como un niño, diríamos lo siguiente: Dios envió a Su Hijo para mostrarnos Su amor y enseñarnos en qué consiste Su amor. Más resumido aún: El Dios que es amor envía a Su Hijo a salvarnos. ¿Por qué tiene Dios que mostrarnos Su amor? Primero, porque Él no puede dejar de amar de forma práctica. Segundo, porque nosotros no sabemos amar de forma práctica. El amor de Dios no podemos imitarlo a no ser que Él nos enseñe a ponerlo en práctica.


En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1 Juan 4:9-10)

 

Lo que primero hizo Dios no fue darnos una clase teórica sobre qué es Su amor. Lo primero que Dios hizo es dar una lección práctica y visual de Su amor puesto en funcionamiento. Más vale una imagen que mil palabras, y Dios nos ofreció esa imagen. Su amor fue sacrificial. El amor que Dios practica es costoso para Él. Dios envió a su único Hijo aquí. Con esto nos dice que Su amor por nosotros es infinito, hasta el punto de regalarnos a Su Hijo en sacrificio por nuestra salvación. Ahora que hemos visto el amor de Dios en acción, viene la lección teórica. Ahora nos sentamos en nuestras bancas del colegio y Dios nos explica en qué consiste Su amor. Pon en modo de grabación a tu cerebro y corazón. El amor de Dios es desinteresado. Dios no buscó que le amasen por el sacrificio de Su Hijo. El amor de Dios hacia nosotros es unilateral. Dios nos amó a pesar de que nosotros ni siquiera supiésemos que tal amor existía. Es más, muchos aborrecen abiertamente ese amor.


Advertencia: Un día el amor de Dios cesará por aquellos que decidieron no creer en Jesucristo y siguieron sus propias creencias. No amar a Dios acaba en que Dios no te amará. Ahora es el momento de amar a Dios. Tras la muerte el amor de Dios se acaba para el incrédulo. El propósito del amor sacrificial de Dios al enviar a Su Hijo unigénito es para que vivamos por Él. Que imitemos Su amor sacrificial por los demás. El propósito del amor desinteresado de Dios al enviar a Su Hijo unigénito fue que Jesucristo pagase la deuda que contrajimos con Dios por causa de nuestros pecados en una cruz. Tus deudas fueron pagadas por Jesús y Dios te puede y quiere perdonar. Querido lector, que esta Navidad nazca Jesús en tu mente y corazón. Así descubrirás como te ama Dios de forma práctica.

Si quieres amar, conoce a Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 18 de diciembre de 2021

Adviento 2021 (4): Como Simeón y Ana

La cuarta escena que elijo para esta cuarta semana de Adviento es la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. José y María llevan al Niño para consagrarlo a Dios, pues así se acostumbraba, por mandato divino, a hacer con los primogénitos de cada familia o animales. Jesús desde bebé fue, como no podía ser de otra forma, consagrado a Dios. al llegar al Templo se encuentran con los que serían dos testigos presenciales que confirmarían que el Niño era el Mesías prometido que salvaría al pueblo de sus pecados. Algo similar ocurrió con la escena de la visita de los pastores que vimos la semana pasada. Además, los astrólogos de oriente, por medio de sus regalos, confirmaron dando gloria y honor al Niño de Belén. Todos testigos del nacimiento del protagonista de la Navidad: JESÚS.

Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. […] Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. (Lc. 2:25, 36-37)

 

¡Qué maravilla! ¡Qué bendición! Encontrarnos hoy día con personas como Simeón y Ana sería todo un honor. Una bendición mayúscula. Simeón, que dedicó su vida a esperar al Señor y Dios le concedió lo que le prometió sosteniendo al Salvador en sus propias manos. ¿Qué decir de Ana? Ella decidió, al enviudar muy joven, dedicarse a servir al Señor en el Templo. Oraba y ayunaba esperando la salvación de Dios por medio del Mesías. Sus ojos contemplaron, como Simeón, a Jesús el Mesías. Mientras Simeón dio gracias a Dios y bendijo a los padres, Ana se unió en agradecimientos a Dios y en extender entre el pueblo que el Mesías había llegado.


Querido lector, dedica tu vida a estudiar la Biblia, la Palabra de Dios. En ella encontrarás a Jesús y nada, en este mundo o en la eternidad, te traerá más gozo. Como el gozo que recibieron Simeón y Ana. Además, dedica tu vida a servir en la iglesia en las formas que Dios te haya capacitado, dándole gracias y esparciendo a todos los que se crucen por tu camino que Jesús nació para perdón de los pecados a todo aquel que se arrepiente e igualmente, para salvación eterna a todos aquellos que por medio de la fe siguen a Jesucristo. Recuerda que este tiempo de Adviento fue el prólogo para que Jesucristo consumara Su obra de salvación en una cruz por ti y por mí.

Sé como Simeón y Ana.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 11 de diciembre de 2021

Adviento 2021 (3): Nuevas de Gran Gozo

En el capítulo dos del evangelio de Lucas nos encontramos con una escena que cambió la vida de unos sencillos pastores que guardaban sus rebaños. Los humildes pastores son los primeros que reciben el anuncio del nacimiento del Mesías, Jesús, nada más y nada menos que del ángel del Señor y una multitud de huestes celestiales. Dos verdades podemos aprender: Primera, Dios se revela en las tareas ordinarias, como el trabajo. Segunda, Dios abre Su reino a los que se mantienen en sus tareas fielmente y son como niños inocentes. El ángel del Señor les da a los pastores las buenas noticias en cuanto al Ser que nació. El Bebé es un Salvador, como Su nombre indica, el Bebé es el Cristo, el Ungido, el Mesías, y el Bebé es el Señor, Dios manifestado en carne.

Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios
por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. (Lucas 2:20)

Dos señales son dadas a los pastores para que reconozcan al Niño: El Niño estaría envuelto en pañales y el Niño estaría acostado en un pesebre. Cualquier niño ha sido envuelto en pañales, pero ningún niño ha tenido que tener por cuna un pesebre. Dios se encarnó en Jesús de la forma más humilde posible. La multitud de las huestes celestiales irrumpió sin previo aviso y con voz de júbilo alabó a Dios manifestando la obra que el Bebé recién nacido iba a cumplir. El Bebé glorificaría a Dios con Su vida y obra; el Bebé traería paz con Su vida y obra; el Bebé traería buena voluntad para los hombres con su vida y obra. Para alcanzar Su buena voluntad arrepiéntete de tus pecados y recibe a Jesús como Señor y Salvador. Él nació en un pesebre y murió en una cruz para reconciliarte con Dios. Esas son las nuevas de gran gozo.

Los pastores visitan a Jesús. Por nada del mundo se iban a perder tal evento. Fueron de prisa a Su encuentro con Jesús y al llegar estaban María, José y el Niño y, talvez más personas. Con entusiasmo dieron testimonio del anuncio de los ángeles. Al final de la visita los pastores regresan de vuelta al trabajo, pero ya no eran los mismos. Hay tres características de aquellos que se encuentran con Jesús y vuelven a sus quehaceres diarios. Primero, vuelven a su vida diaria porque es bueno y justo. Segundo, Vuelven a su vida diaria glorificando a Dios. Y, tercero, vuelves a su vida diaria alabando a Dios.

Vuelve a tu vida, pero con Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 4 de diciembre de 2021

Adviento 2021 (2): Un Pesebre en tu Corazón

Seguimos nuestro recorrido por la Historia de Adviento. Ahora nos encontramos que José y María se han desplazado al pueblo de Belén Efrata para cumplir con el edicto de Augusto César de censar a todo el imperio. Cirenio es el brazo ejecutor de César en Siria y en Judea. Nada más llegar a Belén María se pone de parto. En cada hostal y mesón colgaba el cartel de ocupado. Se habían quedado sin una habitación tranquila y limpia donde María poder dar a luz a Jesús, el Mesías. Un mesonero in extremis les dejó un lugar en su establo movido, quizá, por la premura de la situación.

Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (Lucas 2:7)

En ese ambiente fétido, insano y poco acogedor nació Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores. Como cada bebé, Jesús fue protegido entre pañales. Como ningún bebé, Jesús fue acostado en un pesebre a modo de cuna. La situación del nacimiento de Jesús en esas circunstancias adversas fue un anticipo del trato que recibiría por parte de la mayoría de Sus contemporáneos. No es mejor el trato que recibe en el presente. Lo vuelven a matar ignorándolo. O, por lo menos, eso creen los que lo ignoran. ¿Tú lo ignoras tras una capa de creer que lo sabes todo?

Querido lector, ¿hay lugar en ti para Jesús? ¿O lo relegas a un muñeco en el belén que montas año tras año? Quizá ni eso, porque prefieres el arbolito de navidad. Me gustan las pseudo pelis de navidad que ponen todos los años en diferentes canales. Lo triste es que estas películas han desechado por completo a Jesús de la Navidad. Ni se le menciona ni aparecen símbolos que recuerden a Él. Todo es arbolitos de navidad, manjares deliciosos, amores del pasado, familia perfecta y grandes escenarios llenos de luz y color. De Jesús ni “mu”. Jesús nació pero, ¿hay un lugar en ti para Él? Dale estas navidades toda tu vida porque Él dio la Suya por ti en una cruz. Contigo Jesús no se conforma con un establo, Él quiere morar en ti, dirigir tu vida. Arrepiéntete de tus pecados, pon tu fe en Jesucristo y, por fin sabrás lo que es Navidad de verdad.

Adviento es la llegada de Jesús a tu vida.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!