sábado, 3 de octubre de 2020

Excusas para no ir de Fiesta

Comenzamos esta semana una serie que nos pondrá de relieve las excusas que ponen todos aquellos que deciden no creer el mensaje de salvación de Jesucristo, el evangelio. Existen una tanda de argumentos, repetitivos hasta el cansancio, que los creyentes oímos una y otra vez de boca de aquellos que rechazan seguir a Jesús. Sus afirmaciones o negaciones solo son excusas débiles, y en su mayoría no meditadas, para “escurrir el bulto” y a otra cosa, mariposa. El problema es que, al contrario de lo que opinan, se van a perder una fiesta, un festorro universal que deja a la altura de una horchata y un petardo a las mismísimas Fallas de Valencia.

Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. (Lucas 14:16)

Uno tras otro van poniendo excusas para dejar a un lado la invitación directa a participar en la cena que el hombre de la parábola hizo. “He comprado un terrenito y necesito verlo. ¡Excúsame!”. “He comprado un cochecito y voy a probarlo. ¡Excúsame!”. “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. ¡Éste no se excusó!”. Cuando rascamos un poco la superficie de nuestras excusas hallamos la verdadera motivación que nos lleva a mentir excusándonos. Ese “rascar” es lo que haremos, Dios mediante, en esta serie.

Jesús te está invitando a Su cena, pero te excusas sin motivo real. Tu terrenito no se deslocalizará, tu coche te esperará, tu esposa, como buena esposa, querrá que la lleves a la gran cena de gala para lucir sus mejores atuendos, maquillaje, joyas, etc. ¿Cuál de las anteriores es tu excusa? ¿Tus ocupaciones? ¿Tus entretenimientos? ¿Tu familia? Jesús te está invitando a Su cena. ¿La rechazarás sin fundamentos sólidos? Esa cena le costó la vida en una cruz por tus pecados. ¿Vas a dar de lado a Aquel que dio todo por ti con excusas vacías de contenido? Tus excusas te llevarán a la indigencia y la indigencia, a la muerte eterna. Ante eso ninguna excusa puede triunfar. Por mi parte, ponerte paños calientes y justificar tu excusa te llevará donde tú mismo, no quieres: el infierno. Ahí no hay fiesta, sólo llanto y pesar por tus excusas. Querido lector, cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados y entrarás en el Gran Banquete de Jesucristo.

¿Cuál es tu excusa?

¡QUE DIOS TE BENDIGA! 

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