Es atroz. Cuando vemos que la
injusticia campa a sus anchas diariamente, nos quedamos pasmados. Vemos como
asesinos se jactan de su "proeza" diabólica y la Ley no es capaz de
enjuiciarlos como se merecen. Nos indignamos. Oímos como los ricos se libran de
sus fechorías comprando hasta el silencio de la justicia. Nos indignamos.
Los
Bancos piden rescates voluminosamente desproporcionados y el pueblo gime por un
trabajo digno. Nos indignamos. La llamada clase política está llena de corrupción,
incongruencia y van con las modas, como diría el poeta Antonio Machado: "el
nuevo gay trinar". Nos indignamos. Vemos como el grande explota al pequeño,
el fuerte abusa del débil, niños y mayores mueren de hambre, el inteligente se mofa del simple, el hombre mata a
la mujer, el político aprovecha su posición, los padres no saben educar a los
hijos, los hijos no respetan a los padres, la televisión no para de hacernos
creer que lo normal es lo que se ve por medio de su programación, el concepto
puro de familia es menoscabado, etc. ¿Nos indignamos o somos tan cobardes que
ya hemos perdido el norte en pro de lo políticamente correcto? ¿Cómo haríamos
justicia con cada caso que he descrito?
...y Dios...¿Qué hace Dios
mientras tanto? Hacer Justicia. Su Justicia. Y Su Justicia no tiene nada que
ver con la nuestra. Es opuesta a lo que humanamente entendemos por justo. Dios
es más Alto que nuestros más altos pensamientos. Es más Justo que nuestras
justicias más bondadosas. DIOS ES ÚNICO Y COMO CONSECUENCIA SU JUSTICIA LO ES.
Sigue leyendo, querido lector y, por lo menos, entenderás lo que quiero decir. Es
que Jesús puede aparecer a tu vista como "el injusticiero". Esta
historia aclara el tema:
Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz. (Lucas 7:36-50)
Hay un concepto que describe el
relato que no es común en el medio en que vivimos y lo explica el escritor
cristiano Charles R. Swindoll en su libro "El despertar de la Gracia"
Ed. Betania, pág. 42.
"Imaginemos que usted tiene
un hijo de seis años al que ama entrañablemente. Un día trágico, usted
encuentra que su hijo ha sido cruelmente asesinado. después de una larga
búsqueda los investigadores encuentran al criminal. Usted tiene una de varias
opciones. Si usara los medios a su alcance para matar al asesino por el crimen
cometido, eso sería VENGANZA. Si se conformara con quedarse al margen y dejar
que las autoridades legales se hagan cargo y realicen lo que corresponde: un
juicio, una declaración de culpabilidad, una pena de muerte...eso es JUSTICIA. Pero
si usted intercediera por la absolución del asesino, lo perdonara
completamente, lo invitara a su casa y lo adoptara como hijo, eso es GRACIA.
¿Se da cuenta por qué la gracia
es tan difícil de comprender y de aceptar? Son muy pocas las personas (si
hubiera alguna) que leen estas líneas, que harían algo así y se sentirían
felices de hacerlo. Sin embargo, Dios lo hace TODOS LO DÍAS. Toma al culpable,
al pecador que cree y que confiesa: "Estoy perdido, no valgo nada, soy
culpable de lo que se me acusa, y no merezco ser perdonado", y le otorga
el gratuito don de la vida eterna. Lo hizo en mérito a la muerte de Cristo en
la cruz, que satisfizo la demanda por el pecado, que era la pena de muerte. Y
Dios ve al pecador culpable (que acude por fe) como si fuera tan justo como su
propio Hijo. De hecho, nos invita a su hogar y nos adopta para siempre en su
familia. En lugar de vengarse o de ejecutar justicia, Dios extiende su
gracia."
La misma gracia que Jesús mostró
con la mujer pecadora que lo bañaba en lágrimas. Los espectadores de la escena
ridiculizaban el acto viéndolo como un derroche. No hay pecado, por muy
horrendo que este sea, que no pueda alcanzar la gracia perdonadora de Dios. No
importa la profundo y oscuros que sean tus muchos pecados, DIOS LOS PERDONA SI
VAS A ÉL ARREPENTIDO. Te lo voy a repetir: si eres un asesino, un ladrón,
adultero, afeminado, mentiroso, idólatra, pederasta o lo más bajo que puedas
imaginarte, quizá la justicia humana te condene o no. Pero ten por seguro que
Dios quiere restaurarte y sanar tu corazón endurecido por tu pecado con Su Justicia
mostrada en JESÚS que no es otra cosa que el más sublime ejemplo de la AMOROSA GRACIA
DE DIOS.
¡INCREÍBLE!...pero ciertísimo.
Quizá a tus ojos Jesús sea el
injusticiero porque es capaz de perdonar a los que te hacen mal. Recuerda que
tú, estimado lector, también has hecho y harás en algún momento mal a otros.
Deja que la gracia de Dios te alcance. Lo necesitas. Aparta un tiempo para
reflexionar. Lee la Biblia pues ella te informará de primera mano. Habla con
Dios y pídele que se muestre de forma práctica y entendible para ti. Dios lo
hará. Solo te toca estar atento.
Un día, no muy lejano ya, habrá
un juicio en el Cielo. Dios juzgará a los que por cualquier razón rechazaron
creer en Jesucristo como su único Salvador y Señor. En ese momento la Gracia de
Dios habrá cesado y solo prevalecerá su Justicia. Esta Justicia condenará al
infierno a todo aquel que haya rehusado la Gracia de Dios por medio de Jesús.
¿En qué bando estarás tú?
Justicia se escribe con jota de
JESUCRISTO.
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