Como cada 1 de julio me toca, por
las circunstancias del trabajo, visitar las oficinas del INEM. Este año hay una
nueva modalidad de pedir la cita: por teléfono. Sobre el tres o cuatro de julio
llamé y me dieron cita para el día 17 a las 9.00, para sacar la tarjeta del
paro y a las 9.15 para solicitar el desempleo, según me aseguró la telefonista
que amablemente me atendió. Cuando la fecha llegó fui al INEM a las 8.30 y me
sorprendió que ya había cola. Cuando dieron las 9.00 abrieron el
establecimiento y todos entramos. En un panel mostraban los nombres de los que
iban llamando y yo no estaba el primero. El asunto me mosqueó: ¿cómo es posible
que me den una cita casi dos semanas antes para las nueve en punto y haya
personas delante de mí? Cuando el reloj marcó las nueve y diez minutos no pude
esperar más. Me dirigí a la funcionaria que había en información y le expuse mi
queja: ¿cómo es posible que me den una cita casi dos semanas antes para las
nueve en punto y haya personas delante de mí?. "Es que hay varios a las
nueve en punto", me dijo para mi sorpresa. Ahí me di cuenta de que todo
seguía lo mismo. Al poco rato apareció mi nombre y apellidos en la pantalla para
tal fin y acudí a la otra funcionaria que me iba a ayudar con la tarjeta del
paró. Le mostré mi descontento y después de cruzar varias frases le dije que se
pusiera en mi lugar a lo que categóricamente me respondió con un NO mayúsculo. Salí
al final a las 10.30.
Ver los toros desde la barrera
puede ser divertido para los que disfrutan de ello. Muy distinto es tirarse al ruedo
y ponerse delante de un Victorino bien astado. Ver a las personas detrás de una
mesa no es señal de que realmente sean atendidas como lo que son: personas como
ellos. Ponerse en el lugar del otro intentando entender sus inquietudes, sentir
sus gozos y sus sombras y dar respuesta a las necesidades, no es flor de este
planeta. La forma de vida imperante en nuestro medio generalmente es egoísta: el
"yo primero, yo segundo...". Se carece del sentido del lugar que debe
ocupar la persona que tengo al lado. ¿Qué ves cuando miras a un desconocido? Es
una persona como tú. ¿Cuando ves a tu enemigo estás dispuesto a olvidar,
perdonar y ayudarlo? Difícil, verdad. ¿Sabes ponerte en lugar del otro? o
¿necesitas que alguien se ponga en tu lugar y no lo encuentras? FRUSTRANTE.
JESÚS se puso en tu lugar y en mi
lugar. ¿Cuál es ese lugar? LA MUERTE. Él no va a rechazarte si quieres que se
ponga en tu lugar. No tiene en cuenta si estás sentado delante de la mesa, o si
estás detrás, si eres pobre, rico, sano, enfermo, guapo, feo, alto, bajo,
flaco, gordo, del Barça o del Madrid e infinidad de situaciones que no
podríamos ni imaginar. Jesús estuvo y está dispuesto a ponerse en nuestro
lugar. ¿Porqué? Es fácil de entender: vivió nuestras mismas situaciones. Las
necesidades que nosotros pudiéramos tener Él las experimentó y el rechazo que
hayamos notado hacia nuestras personas, Él lo sufrió hasta la muerte. Mira lo
que dice la Biblia con respecto a este tema:
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Hebreos 4:15)
Jesús, el sumo sacerdote, se
compadece de nosotros porque atravesó por las mismas tentaciones que nosotros,
pero salió victorioso: NO PECÓ. El pecado es algo muy grave porque hace que
Dios esté alejado de ti. Es lo único en todo el universo que hace que Dios mismo
no se pueda poner en tu lugar. Es que Dios es Santo, perfecto y no puede vivir
donde hay suciedad infectada por el pecado. DIOS TE AMA PERO ABORRECE TU
PECADO.
Déjame decirte lo que es pecado:
ü Saber
hacer lo bueno y no hacerlo.
ü Vivir
centrado en uno mismo.
ü Usar
a Dios como rueda de repuesto.
ü Manipular
a las personas a mi antojo.
Si has faltado a algunos de estos puntos, y sé que lo has
hecho al igual que yo, eres un pecador porque la Palabra de Dios así lo
denuncia. Con todo y aún siendo un pecador Dios quiere ponerse en tu lugar. SÍ,
DIOS ODIA EL PECADO PERO TE AMA A TI.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
¿Qué debes hacer? Solo una cosa:
Creer el mensaje del evangelio: Dios envió a su Hijo a
pagar por tus pecados para que por medio del arrepentimiento de tu pecado que
te aleja de Dios puedas ser eternamente salvo.
Sé coherente y piensa en las consecuencias eternas de las
dos elecciones que te planteo pues elegirás una de ellas. No hay término medio,
no hay puerta trasera por donde escapar y salir como si aquí no pasase nada. El
tema es tan trascendente para tu vida que tengo temor a no sabértelo comunicar
de forma que lo entiendas lo más claramente posible. Lo intentaré de nuevo:
Creer en el evangelio: VIDA ETERNA.
Rechazar el evangelio: MUERTE ETERNA.
Habla con Dios pues Él quiere escuchar tu voz. Le interesan
tus dudas, tus temores, tus inquietudes. Si ha dado a su Hijo por ti, ¿qué no
estará dispuesto a hacer más? Abre tu corazón y no seas duro (cabezón, diríamos
por estos lares). Da tu brazo a torcer y reconoce el inmenso amor de Dios por
ti. Quizá mañana sea tarde y se te acaben las oportunidades. Algo vas a elegir
y Dios quiera que sea a Él. La otra elección te llevará a la muerte.
Jesús se puso en tú lugar, ¿cómo le responderás?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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