sábado, 8 de junio de 2019

Jesús, Amigo de Pecadores


Jesús no era sospechoso de rechazar a los que Él llamaba pecadores. Todo lo contrario, les mostraba su afecto, comprensión, misericordia, amor y lo que es más importante, la salvación. Comía, paseaba, charlaba, reía, lloraba con ellos. Es más, los pecadores de esa época, como tú y yo en esta, lo buscaban porque en Él encontraban descanso, amor, verdad y salvación. Otra cuestión bien distinta es aplaudir o poner en práctica los pecados de los que Jesús se rodeaba. El que vino a salvarlos por causa de sus pecados no iba a ser incoherente al imitarlos. No olvidemos, querido lector, que Dios es santo, y por ende, Jesús también.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Jesús es tu amigo pero ahí no queda todo. Es cierto que Su bondad se manifiesta diariamente en ti a cada paso que das por medio de todos los detalles sencillos de la vida pero ahí más, mucho más. Reconocer que Jesús es amistoso no cumple con la misión que Él vino a realizar en tu persona, es sólo el inicio. El inicio de una relación tan profunda que te transformará la existencia, el carácter, la forma de pensar y más, tu futuro eterno.

Jesús se hizo un amigo en circunstancias extremas. Se ve que a Él le encanta tener amigos por donde pasa. ¡Hasta la cruz sirvió para ese propósito! “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, afirmó a su inesperado y desesperado nuevo amigo, el conocido como ladrón de la cruz. Si eso no es amor por las personas, ¿qué es amor? En otra ocasión más amable Jesús intimó más con sus discípulos diciéndoles “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15). Lo que el Padre quiere que conozcas es que Jesús, Su Hijo, vino a este mundo para no sólo ser tu amigo sino tu Salvador y Señor. Un Salvador que dio Su vida en tu beneficio y un Señor que te ama profundamente. ¿Responderás a Su llamado con fe o seguirás en medio de amistades perniciosas? Medita en ello.

Jesús, mi amigo y más.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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