sábado, 4 de julio de 2020

Buscando Ser Justificados


Justificarse es una de las primeras cuestiones que traemos de serie al nacer y la practicamos desde la infancia. Nadie necesita enseñarnos a buscar nuestra propia justificación ante los demás por los errores que cometemos y que arrastran, en no pocas ocasiones, a otros. La culpa de nuestras fechorías siempre la tiene el otro y nosotros somos puros e inmaculados. Nada más lejos de la común realidad: somos culpables buscando justificarnos. Entre niños la prueba es que Luisito le ha tirado de la coleta a Martita porque se lo merecía; en el matrimonio es “no recibes lo que quieres porque no me das lo que deseo”; entre compañeros de trabajo es “como estoy más preparado que tú te puedo pisar”; y, entre el pueblo y la política es “yo no miento. Es que no estáis preparados para entender mis acciones”.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Romanos 5:8-9)
El apóstol Pablo no se corta al afirmar con rotundidad que todos somos pecadores y, por lo tanto, injustos. Además, hay una circunstancia terrible que conlleva el ser injustos: estamos bajo la Ira de Dios y necesitamos librarnos de ello, es decir, ser salvos de esa Ira divina. Nuestros pecados tienen eco ante un Dios Justo que reclama el pago de nuestros delitos. En nuestra sociedad observamos como la corrupción avanza de manos de políticos y jueces injustos que se regodean en el poder para lucrarse y experimentar el “ser dioses”. Un ejemplo institucional de rabiosa actualidad es como este gobierno social-comunista intenta justificarse de toda culpa ante los hechos innegables que los acusan por los errores perpetrados contra la vida de miles de españoles a causa del covid-19. Seguramente conseguirán librarse de las penas que merecen en este vida pero de la Ira de Dios no escaparán.

Solamente hay una vía que tomar para ser salvos de la Ira de Dios y ser justificados. Pablo también afirma que Dios ha mostrado Su amor por cada uno de nosotros porque aunque injustos, debido a que somos pecadores, Él ha decidido amarnos entregando a Su Hijo Jesucristo a la muerte para que Su sangre derramada en una cruz nos pudiese justificar, es decir, hacer justos ante Dios y así ser salvos de Su horrible Ira. Seguramente saldrás victorioso de muchos de los entuertos que tu pecado provoque pero no te quepa duda que cuando mueras darás cuenta al Dios Justo del que te escribo. Aún tienes tiempo para escapar del infierno merecido al que te abocan tus pecados. Dios te ha extendido un cable de salvación por medio de Jesucristo y no hay otro medio de ser nombrado justo. Arrepiéntete de tus pecados, cree en Jesucristo y síguele. Serás llamado justo.

Justificarse uno mismo es inútil.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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