sábado, 30 de octubre de 2021

De las Tinieblas a la Luz

 

El 31 de octubre de 1517 fue la fecha en la que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la iglesia del palacio de Wittenberg. Ese día comenzaron a disiparse las tinieblas del oscurantismo católico romano en los países que se acogieron a lo que se conoce como la Reforma Protestante. Ha llovido mucho desde entonces, pero las sociedades que se anquilosaron al catolicismo siguen un fatal destino. Lutero intentó traer a la iglesia católica romana, a la que pertenecía, la luz de la Biblia, pero decidieron continuar en las tinieblas más densas. Hoy esas tinieblas, como antaño, ven su reflejo en el culto a los muertos que los católicos profesan.

No solo los católicos dan culto a las tinieblas, sino que todos aquellos que rechazan la luz de las Escrituras se jactan de reírse de la muerte por medio de sus fiestas y prácticas satánicas. El culto al infierno rampa por nuestras calles importado desde Norteamérica en la noche de todos los santos. Méjico se suma a tal desatino llevando comida a sus difuntos al mismo cementerio e invocando a espíritus demoniacos. Ellos, todos ellos, viven la cultura de la muerte y las tinieblas. La luz, que disipa las tinieblas, no está entre ellos esos fatídicos 31 de octubre y 1 de noviembre. Una cuestión es recordar a nuestros seres queridos y otra muy diferente es invocarlos.

El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció. (Mateo 4:16)

¡No hay excusas! Nuestras naciones que viven en tinieblas y sombra de muerte han recibido una gran Luz. Esa Gran Luz es Jesucristo que nos visitó para que tuviésemos la oportunidad de pasar de las tinieblas a la Luz. ¡Él es la Luz! Al morir en la cruz, pagando por nuestros pecados, disipó todas las tinieblas para que pudiésemos reconciliarnos con el Padre. Si sigues prefiriendo la cultura de la muerte acabarás siendo presa real de tus peores pesadillas. Realmente, el infierno te espera y, créeme, cuando sus puertas se abran para darte paso lo menos que querrás es seguir riendo. Arrepiéntete de tus muchos pecados ante Dios y pasarás de muerte a vida, de las tinieblas a la Luz.

Ven a la luz de Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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