sábado, 1 de agosto de 2020

Igualdad Apocalíptica

Vivimos tiempos pre apocalípticos. La maldad de los que nos rigen es evidente pero el pueblo les apoya creyendo que ellos traerán la solución a los problemas de la humanidad porque su maldad es la misma que muestran sus líderes. El testimonio bíblico nos revela que Dios es compasivo pero Justo. Llegado el momento derrama Su Ira y ahí se acabó todo. Este tiempo que dará paso al Juicio de Dios sobre todos los estamentos sociales aún no ha llegado a colmar el vaso de la ira de Dios. Dios, en su infinita misericordia, está esperando que todos los que se salvarán de Su Juicio respondan a Su llamado de liberación. Pero ¡ay de aquellos que llevarán el pecado hasta extremos insospechados!

…porque el gran día de la ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? Apocalipsis 6:17

La igualdad, que tanto reclaman los políticos y la sociedad, Dios la impondrá el gran día de Su Ira. Los reyes, los grandes, los ricos, los poderosos, los siervos y los libres serán condenados en igualdad de condiciones. Todos han pecado y todos recibirán el castigo que merecen. Aunque todos por igual intentarán esconderse en cuevas y peñas deseando que éstas les ayuden a pasar desapercibidos del juicio divino, no lo conseguirán. Al igual que Adán y Eva no lo lograron, ellos tampoco. Nadie podrá librarse de contemplar el rostro airado de un Dios Justo que reclama Justicia. Ante Su Presencia, nadie podrá sostenerse sobre sus pies.

Aún estamos en el tiempo de espera. Aún puedes librarte de la Ira que Dios derramará sobre ti, sea cual sea tu estatus, debido a tus pecados que al fin y a la postre, no son otra cuestión que haber vivido de espaldas a Jesucristo de forma más que decidida. El infierno existe para aquellos que han provocado la Ira de Dios y el cielo para los que se han escapado de ella. Si rechazas el sacrificio de Jesús en la cruz, si rechazas creer en Él, si no te arrepientes de tus pecados y con fe sigues a Jesucristo no te espantes cuando te veas caído en el suelo por el terror que te paralizará haciéndote caer ante el Juez, Jesucristo. Ahí serás igual a todos en quienes confiaste, por fin.

Huye pero no escaparás.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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