sábado, 8 de mayo de 2021

El Qué Dirán

Por muy moderna, progresiva y resiliente que sea nuestra sociedad, o por lo menos así la están forzando a ser, aún quedan claros vestigios de una sociedad que vive en el qué dirán. Por un lado, ese pensamiento es positivo. Dentro de lo que cabe aún hay líneas rojas que por temor o vergüenza no se sobrepasan. Por otro lado, ese pensamiento es negativo. Las personas viven esclavas de otras personas intentando agradarlas para que las vean buenas y aceptables a los cánones sociales y culturales. No hacen nada que pudiera romper la paz quebradiza de lo políticamente correcto. Aunque por dentro vivan angustiadas prefieren poner buena cara y vivir para agradar a personas y que, a toda costa, la vean como una persona “chachi piruli”.

Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. (Marcos 8:38)

Jesús lo tenía muy claro. Si alguien no le seguía porque se avergonzaba de Él, lo tenía crudo. Muchos se plantean el qué dirán si de pronto creo en Jesús. Si han proclamado a los cuatro vientos su ateísmo y han sido aceptado por ello en medio de loas por sus amigos y conocidos, ¿qué dirían si se pasan al otro bando? Si han sido toda la vida católicos, testigos de Jehová o musulmanes y descubren que Jesús es la verdad y sus religiones falsas, ¿serían valientes y dejarían todo por seguir a Jesús, aunque los que les aplaudían les aborrezcan excluyéndolos de su círculo de amistad?

La soga al cuello que llevas si eres de esos del qué dirán te llevará ante Jesucristo, si te avergüenzas de seguirlo, a que un día Él se avergüence de ti. Por no tomar la decisión firme de seguirlo debido a la presión del qué dirán de unos pocos, Su Padre y una multitud incontable de santos ángeles verán como Jesús se avergüenza de ti. Créeme esa vergüenza será mucho mayor de la que sufrirías hoy ya que sería por pocas personas y poco tiempo. La vergüenza eterna de haber rechazado a Jesucristo no es comparable con nada. Querido lector, deja de avergonzarte de Jesús porque te va la vida en ello. Aquí te juegas tu eternidad. ¿Cielo o infierno? Tú eliges. La puerta que hay que cruzar se llama valentía. Valentía de reconocer que Jesús era quien dijo que era: Dios. Valentía de reconocer que sólo Él puede salvarte del infierno y arrepentirte de tus pecados. Valentía para dejar todo lo falso y el temor al qué dirán porque lo que digan los demás no tiene, ni por asomo, el peso y autoridad de Jesús. Arrepiéntete de tus pecados y cree en Jesucristo. Él no se avergonzó de ti al morir en una cruz para rescatarte.

No te avergüences de Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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