sábado, 1 de enero de 2022

2022

Después de un par de años convulsos la incertidumbre es la “nueva normalidad”. ¿Qué deparará este nuevo año que comenzó hoy? La gran mayoría sigue confiando en la ciencia para mitigar sus males, aunque está les haya fallado estrepitosamente. Los que confían en los políticos siguen ciegos ante la evidencia de sus desfalcos y prevaricaciones. Por desgracia, pocos son los que ponen su confianza en Dios buscando en Él la fuente de toda esperanza. Dios no falla. El hombre, sí. Dios desea salvar a la humanidad. El hombre destruirla para su propio beneficio. No hay más ciego que el que no quiere ver, como dice el refrán.

Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. (Jer. 17:5-6)

 

Este año traigo un mensaje pesimista: si se sigue confiando en el hombre y dándole la espalda a Dios toda esperanza es inútil. Recuerda: el hombre falla y Dios, no. La confianza en las capacidades humanas es tan grande hoy día que se ha desterrado a Dios de la ecuación. Las criaturas creadas por Dios se han vuelto totalmente en su contra. El futuro de los que actúan de esa guisa tienen el futuro muy oscuro. Estarán secos y muertos, como la retama en el violento desierto. Serán tan insensibles, como los muertos, que no percibirán ni un atisbo de bondad cuando pase por su lado. Su lugar de residencia está seco y solitario, como el desierto. Estás imágenes no son nada esperanzadoras para aquellos que persisten en tener fe en hombres como ellos.

Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jer. 17:7-8)


Este año no quiero dejar solo un mensaje pesimista: si se confía en Dios y se le da la espalda al hombre toda esperanza es posible. Recuerda: el hombre falla y Dios, no. Si el hombre que confía en el hombre está maldito, el hombre que confía en Dios está bendito. La fertilidad riega su vida porque habita en tierra fértil regada por aguas, donde el calor y la sequía no lo secan, sino que siempre está sano y bien enraizado. ¡Qué diferencia! El maldito vive en el desierto y el bendito vive en tierra fértil. El maldito se encamina al infierno y el bendito se encamina al cielo. El maldito sigue a su padre, el diablo, y el bendito sigue a Jesucristo. Una vez más te hago un llamado a depositar tu fe en Jesús. Él dio Su vida por ti en una cruz para reconciliarte con Dios y librarte de la maldición que tus muchos pecados han provocado. Ahora tienes la oportunidad de tener paz con Dios y ser uno de Sus benditos. Arrepiéntete de tus pecados y sigue a Jesucristo.

Escoge, maldición o bendición.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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