La Navidad bien entendida es la grandeza de Dios acercándose
a nosotros. De hecho, uno de los nombres de Jesús es Emanuel que significa “Dios
con nosotros”. ¡Dios de nuestra parte! ¡Dios a nuestro lado! Para tal fin
descendió y no tiene que ver con que bajó de una torre más alta o de una cumbre
más elevada. La razón de su descenso es que se alejó del cielo, Su hogar, se
quitó Sus vestiduras reales vistiéndose de piel humana y habitó entre nosotros
como un igual.
El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. (Juan 3:31)
El que de arriba viene, es sobre todos
Juan el Bautista dejó claro a su audiencia que Jesús está
sobre todos. Este “sobre todos” alcanza todas las esferas de autoridad en los
cielos y en la tierra. Como Creador Su creación está bajo Su autoridad; como
Rey todos los reinos del mundo están bajo Sus leyes; como Salvador todos Sus
hijos han de obedecerle; como Señor todos han de darle cuentas. Nada escapa a
Su autoridad. Ni tú ni yo. Si el que viene de arriba (Jesús), es sobre todos,
esto nos incluye a ti y a mí.
¿Es Jesús el que gobierna tu vida? Si Él no es tu Señor,
¿quién o qué lo es? Por desgracia, no se puede ser aséptico en este aspecto. Si
no gobierna Él, otro lo está haciendo. Puede ser una pasión, una religión, el
dinero, la fama, las posesiones, etc. Dios descendió y con humildad demostró
estar sobre nosotros en humanidad, espiritualidad, perdón y misericordia. Nunca
pecó, nunca fue soberbio, nunca pensó mal. Nosotros, por el contrario, si
pecamos, somos soberbios y pensamos mal. Jesús se puso sobre todos al nacer,
pero también al morir, cuando fue clavado en la cruz y puesto en alto para que
tuviésemos que elevar nuestras miradas y contemplar nuestra bajeza.
Su humildad es autoridad.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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