El globalismo es una buena cosa. Poder compartir productos
entre naciones en cuestión de horas, es una pasada. Hacer parecer a la tierra
una aldea donde todo está cercano es algo, a mi parecer, bueno. El transporte e
internet han posibilitado que productos, servicios e información estén a la
mano de todos. Ahora bien, globalismo y agenda global no deben confundirse. Mientras
que globalismo es lo anteriormente expuesto, la agenda globalista es el
contrato de una serie de personas potentadas que están decidiendo el destino de
los habitantes de este planeta por medio del aborto y la ley LGTBI, que regulan
la cantidad de seres humanos que pueden vivir; la violencia de género da poder
a las mujeres sobre los hombres en clara desigualdad y eterniza la disputa sin
aportar soluciones, persiguiendo el fracaso del matrimonio; el calentamiento
global, con sus tintes apocalípticos, culpa al propio ser humano de la
situación de la Tierra, aunque poco o nada tenga que ver.
Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12)
¿Qué hay en la trastienda de esta agenda globalista? Un
ansia de poder ilimitado. Tan ilimitado que intenta usurpar el papel de Dios
quitándolo de escena y asumiendo que ellos son dioses. Esto no es nada nuevo y
original porque desde el Edén el ser humano quiso ser como Dios, y así nos va. El
gran problema es que asumen ser dioses pero hacen lo contrario a Dios: en vez
de dar vida, dan muerte; en vez de dar paz, dan guerra. Hacen lo bueno para
ellos y nos llevan a la muerte a nosotros. He aquí, el egoísmo en su máximo
exponente. Al final su objetivo declarado es destruir el Cristianismo. Esa es
la trastienda real de la agenda globalista.
Hay un camino que al hombre le parece torcido; pero su fin
es camino de vida. Ese camino es Jesucristo. No hay otro Camino. Todos, un día,
compareceremos ante Él y seremos juzgados no por nuestros talentos, belleza,
logros o bondad. Seremos juzgados por haberle creído o haberle rechazado. Aún
hay tiempo de huir de los planteamientos humanos que nada tienen que ver con
los divinos. Jesús murió en una cruz por ti y por mí para facilitarnos el
camino al Padre. Sólo nos pide confiar en Su sacrificio que pagó por nuestros
pecados poniéndose literalmente en nuestro lugar. Querido lector, arrepiéntete
de tus pecados, cree en Jesús y serás eternamente salvo.
Menos agenda globalista y más Cristianismo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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