sábado, 28 de enero de 2017

Momento Poético

La poesía expresa una realidad o ficción con palabras escogidas de forma especial. Se intenta conseguir que el juego de palabras sea armonioso como una melodía. La poesía es la expresión de los valores que como seres humanos albergamos en nuestros corazones. Son experiencias y reflexiones derramadas en negro sobre blanco. Por supuesto, la Biblia está llena de poesía.

Desde lo profundo de mi desesperación,
Oh SEÑOR, clamo por tu ayuda.
Escucha mi clamor, oh Señor.
Presta atención a mi oración. SEÑOR,
Si llevaras un registro de nuestros pecados,
¿Quién, oh Señor, podría sobrevivir?
Pero tú ofreces perdón,
Para que aprendamos a temerte.
Yo cuento con el SEÑOR; sí, cuento con él;
En su palabra he puesto mi esperanza.
Anhelo al Señor más que los centinelas el amanecer,
Sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer.
Oh Israel, espera en el SEÑOR;
Porque en el SEÑOR hay amor inagotable;
Su redención sobreabunda.
Él mismo redimirá a Israel de toda clase de pecado.
(Salmos 130:1-8)

En esta ocasión comparto con vosotros este poema, fiel testimonio de alguien que tuvo un encuentro con Jesucristo real y trasformador. Real porque Jesús es una Persona y trasformador porque Jesús lo que toca, lo cambia. Disfruta, como yo lo he hecho, con estas bellas palabras que manifiestan lo que muchos ya hemos vivido de primera mano.

Encuentro con JESÚS[1]

Nunca olvidaré aquel día
Cuando a mi vida llegaste
En tinieblas yo me hallaba,
Mas Tú mi senda alumbraste.

Entre multitud de gente
Vagaba sin esperanza
Como un barco a la deriva
Naufragando, iba mi alma.

A inquirir comencé un día
¿Qué pasaba? no sabía
Entre temores y dudas,
Existía mas no vivía.

“¿Qué pasa conmigo, Dios?
¿Qué es lo que me está pasando?
Quiero reír y no puedo;
Siempre termino llorando".

"Ayúdame mi buen Dios;
Ayúdame, te lo pido
Sana ya mi corazón
Y llena hoy mi vacío."

Al momento algo ocurrió;
Su Palabra El enviaba
"Soy la luz", dijo el Señor;
Por una piedra[2] me hablaba.

Mi corazón se alumbró;
Comprendí lo que pasaba
Al instante me rendí
Pues JESÚS me visitaba.

Desde entonces soy feliz;
Tengo paz y tengo gozo
Si me persiguen y ofenden,
Como JESÚS, yo perdono.

Hoy oro, canto y alabo
A mi Salvador bendito
No me canso de adorar a mi Dios,
Pues Él lo hizo.

¡Gloria doy a mi Señor!
¡Gloria al Espíritu Santo!
¡Gloria al Padre que me dio
Lo que yo estaba anhelando.

¿Quieres tú también lo mismo?
¿Ansías vivir un cambio?
Ven hoy a mi Salvador,
Mi JESÚS te está esperando.

−Zaida C. de Ramón‒

“¿Ansías vivir un cambio?”

¡QUE DIOS TE BENDIGA!



[2] Piedra: Persona que Dios usa sin ésta haberse convertido a Cristo [Si los cristianos callamos, las piedras hablarán]

sábado, 21 de enero de 2017

La Panacea

Hoy día existen los llamados gurús que las masas siguen porque ven en ellos esperanza y respuesta a sus problemas. Hombres siguiendo a hombres, en definitiva. No digo que alguien no pueda ayudar en este camino de la vida que a veces se vuelve tortuoso, es más, necesitamos personas de confianza en las que hallar consejo sabio. Lo que estoy tratando de poner por escrito es la inutilidad de seguir a ciertas personas que se alzan ellos mismos dando a entender que tienen todas las claves de la vida. Eso es una falacia pues nadie tiene el conocimiento absoluto. Nuestro conocimiento es bastante limitado. “Solo sé que no sé nada”, dijo el filósofo.

Muy diferente es el consejo de Dios. La Biblia, que es la Palabra de Dios escrita, nos dice sobre ella misma: «La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia» (Salmos 119:160). En la Biblia está todo el consejo divino para vivir exitosamente, no ante nuestros iguales, que es algo relativo, sino ante el mismo Dios. La dimensión práctica de cómo llegar a ser exitosos desde el único punto de vista eterno, el de Dios, está en la Biblia, y como una muestra he aquí el siguiente texto extraído de ella:

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. (Salmos 1:1-2)

Es una delicia poder sumergirme en la lectura de la Biblia. Siento mucha alegría al dedicar tiempo a su lectura. Me baja el estrés, la tensión, el malhumor y me quita hasta el cansancio. Hace que vea la vida desde un punto de forma saludable, pues el mismo Dios me dice que me ama, me anima y me da valor. ¡El Ser más grande del universo está de mi parte! Tan solo me pide que la Biblia sea mi deleite las veinticuatro horas de cada día. Querido amigo, ¿cuál es el deleite de tu vida? Los video juegos, la televisión, la moda, el consumismo, el deporte, la lectura, los cómics… Siento decirte que no son comparables a la sencilla lectura de la Palabra de Dios.

El protagonista en los sesenta y seis libros que componen la Biblia es JESUCRISTO. Al leer cada página puedes ver algo de Él. Jesús es por tanto, el protagonista de la historia, nuestra historia. La tuya y la mía. Si no apartamos nuestros pensamientos de la Biblia Cristo resaltará como un destello penetrante de sol en nuestros ojos. ¡Veremos Su gloria! ¡Sí, veremos Su gloria! Si quieres ver a Dios, lee la Biblia. En ella se muestra el relato histórico de lo que Jesús vino a hacer por ti. En definitiva, vino a restablecer la comunicación que nuestro pecado había roto por medio de la cruz y tomando el lugar que nos correspondía: la muerte. Ahora debes ser sensible a su voz y obedecerle. ¿No es maravilloso este mensaje? Redescúbrelo leyendo la Biblia.

¡He aquí la panacea! 

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 14 de enero de 2017

Apertura Mental

Hay muchas cuestiones que son milagrosas en este mundo y que nuestras mentes no alcanzan a entender. Los milagros, por definición, trascienden los parámetros normales de la experiencia humana. Jesús realizaba milagros para indicar a todos que el milagro real es que Él mismo estuviese entre nosotros. Hoy vivimos bajo la presión de la concepción del naturalismo, donde lo milagroso se descarta sin más por el hecho de no poder ser medido, estudiado, encapsulado, repetido, manipulado, comprado, imitado… Me imagino que los sentimientos son un área de confusión para muchos científicos de bata blanca.

Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (Lucas 24:45-47)

Jesús se halla en esta escena con sus discípulos después de haber resucitado. Ellos aún no entendían bien de qué iba todo aquello para lo cual el Maestro los había llamado. Estaban aturdidos por la muerte días antes de Jesús y ahora los aturdía su resurrección. Jesús obra el milagro de abrir al entendimiento en sus mentes. ¿Cómo lo hace? Haciendo algo que nadie más puede hacer. Simplemente, obrando el milagro de abrir sus mentes, y después pudieron entender: Primero, que la profecía escrita siglos antes sobre Sus padecimientos (Isaías 53:1-12) y resurrección (Oseas 6:2) se había cumplido en Él. Segundo, les hace ver el alcance que el cumplimiento de la profecía tiene: Predicar a todo el mundo sobre el arrepentimiento y el perdón de los pecados.

Resumiendo: Los milagros existen, y el mayor de ellos es la apertura mental que Jesucristo puede realizar transformando a alguien que lo rechaza, tornándolo en su mayor seguidor. El apóstol Pablo es evidencia de ello cuando escribió “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:9-10). Pablo se transformó de ser el primer gran perseguidor de los cristianos a ser el más grande de los apóstoles de Jesucristo. Si Dios hizo ese milagro con un asesino como Pablo, ¿por qué tú no crees? Very easy, como dirían los angloparlantes, Jesús no ha realizado el milagro de abrir tu mente a Su conocimiento de Él y Su obra de salvación. 

Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. (Marcos 10:51)

¿Se lo has pedido? 


¡QUE DIOS TE BENDIGA! 

sábado, 7 de enero de 2017

2017

Prefiero reflexionar sobre el año que ha pasado, cuando ya ha pasado realmente. Sé que lo normal es meditar días antes de que se acabe. Yo, simplemente, lo hago diferente. Nada más. Como ya 2016 se marchó, hay que mirar hacia delante intentando no repetir los fracasos del 2016. Algo de lo que me he propuesto para 2017 ya lo compartí el sábado anterior.

Quiero amigos con los que intimar y poder compartir lo más preciado que poseo: a Jesucristo. ¿Por qué? Porque sé a ciencia cierta que es mi deber delante de Dios no guardar egoístamente el precioso tesoro que tengo gracias al sacrificio amoroso de Cristo en la cruz poniéndose en mi lugar, pagando el precio por mis pecados y salvándome de una muerte merecidísima. Si mi familia y amigos no conocen a Jesús, se perderán en el infierno.

Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12:28-31)

La realidad de lo que nos separa de Dios es no amarle. El pecado en cada vida es la muestra visible del odio que cada ser humano le tiene a Dios. Suena tan duro como la dura realidad. No amar a Dios significa lo profundo de nuestro pecado. La muestra es que vives la vida fuera de los parámetros de Dios porque usas tu albedrío libertinamente. La segunda cuestión que nos separa de Dios es vivir egoístamente amándonos más que al que tenemos a nuestro lado. Primero yo, segundo yo, tercero yo…suma y sigue…

Hay esperanza en Jesucristo. Él nos legó su ejemplo dándose a sí mismo por ti y por mí. El camino de la felicidad tan preciada, en la Palabra de Dios se llama gozo, es amar a Dios por medio de la obediencia y servir al prójimo. Lo contrario, centrarnos en nosotros mismos, es la fuente de la angustia, tristeza y desesperanza mayor que sufre la humanidad. ¡Menos pastillas y sicólogos y más servicio a Dios y al prójimo!

¡Menos yo!


¡QUE DIOS TE BENDIGA!