sábado, 27 de abril de 2013

Rocas Inamovibles


Hoy he presenciado una entrega de premios literarios a alumnos de un instituto. Cada uno de los premiados leía un trozo del texto galardonado. Un par de señoritas escribieron sobre el amor perdido y el desconsuelo que esto provoca en la vida. Un chaval escribió algo realmente macabro pues su obra describía la consumación de un suicidio por parte de un joven que tenía remordimientos por sentir no estar a la altura de los estándares del padre. El que más llamó mi atención fue el más joven de los concursantes. Su narración mostraba el maltrato que muchos padres dan a sus hijos verbalmente. Él describía cada insulto como piedras que se convierten en rocas inamovibles. Es que los insultos son como piedras gigantes que hieren al que es apedreado con ellas. Tuve la impresión que esta era la experiencia del joven literato y que estaba abriendo su corazón. Quizá, solo quizá, con sus amigos sea un bravucón pero cuando se sienta frente al papel reconoce el dolor que hay en el fondo de su corazón. La Biblia nos dice algo muy importante sobre el corazón con referencia a lo que nuestra boca dice.

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas 6:45)

Cada día me convenzo más  de que nadie puede disimular siempre lo que hay en su corazón. Más tarde o más temprano saldrá como una catarata que evidenciará lo que realmente somos, pensamos y creemos. Si en tu corazón hay bondad, saldrá bondad, si odio, odio, si rencor, rencor, si envidia, envidia. Tu boca te delatará. No lo digo yo. Lo dice Dios por medio de la Biblia. Otro aspecto es si eres hombre bueno o malo; mujer buena o mala. La sentencia es que de tu corazón saldrá maldad o bondad dependiendo de si tu tesoro es bueno o malo. A mi modo de entender es muy lógico el pensamiento. Es que no le podemos pedir peras al olmo, ni ciruelas al manzano. ¿De qué se está alimentando tu corazón? ¿Qué se puede esperar de tu corazón bondad o maldad? Todo el mundo dirá: ¡BONDAD! Y aunque esto es un bello y deseable pensamiento tenemos que revisar los estándares de lo qué es bondad ¿Quién pone estos listones? La respuesta para mí es muy fácil: Dios. A nuestro escritor premiado le afloraron sus íntimos deseos de justicia frente a esas piedras maltratadoras: los insultos. ¿Si te vieras en el caso buscarías la justicia o condenarías sin más?

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jeremías 17:9)

El corazón es el centro de nuestras emociones, por lo tanto, ¿crees de verdad que se le puede dar crédito y dejarlo que campe a sus anchas? Hoy sentimos esto y mañana aquello; hoy me he levantado de buen humor pero por la tarde estoy que muerdo. Por eso hacemos daño tantas veces al cabo de un simple día. Por bocazas. Nuestros sentimientos, sean cuales sean, nos traicionan y salen cual caballero andante en nuestro rescate y de esa forma asaetear al enemigo que tenemos delante y que resulta ser nuestro semejante con sentimientos y dignidad como tú y yo.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (Proverbios 4:23)

Es cuestión, querido lector, de convertirse en un centinela que vele por los intereses de la vida. De tu corazón brota tu vida, y nunca mejor dicho. ¡Ay! Si el corazón dejase de latir. ¡Ay! Si la depresión y el desánimo alcanzasen la vida. ¡Ay! Del corazón de carne que se ha convertido en piedra.

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. (Eclesiastés 12:1-8)

¡Acuérdate de Dios ahora que tu corazón no es aun piedra dura! Cuando roca impenetrable tu esperanza de obtener un corazón bueno es casi nula. Todos hemos observado lo imposible de convencer de alguien de edad avanzada. Se mantienen en sus trece aunque estén equivocados. Esto te pasará a ti también si no dejas que actúe la obra sanadora de Dios en tu vida. Yo estoy en el proceso de curación. ¿Cómo? Un buen día conocí de forma personal a Jesús. Desde entonces, y ha llovido bastante, no cambio Su trato en mi vida por nada. Me di cuenta de que mi corazón estaba alejado de Él pues no producía bondad de forma natural solo había pozos de amargura. Me arrepentí de mis pecados como parte del proceso de acercarme a Dios. Creí en Jesús como mi Señor y Salvador. Su obra en la cruz me valió para volver a reconciliarme con Dios. Yo tenía que haber estado en esa cruz pero Jesús, por amor a mí, sufrió la condena que me pertenecía. ¡ALELUYA!

Querido amigo, que quizá me lees desde hace tiempo, o quizá pasas por aquí de soslayo, párate, detente, stop y medita seriamente en que tu corazón no es la medida de las cosas sino de qué lo que lo llenas. Llénalo de la Verdad de Jesucristo y el pondrá en ti un corazón de carne para que tengas vida fructífera. Dile como el salmista:

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51:10)

El corazón es engañoso.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 20 de abril de 2013

Las Apariencias Engañan


En más de una ocasión me he quedado a cuadros ante lo que parecía de una forma y resultó ser diferente. Creo que nos pasa en todos los órdenes de la vida. Un buen día descubrimos que nos han dado gato por liebre y se nos queda cara de tontos. El hipopótamo es uno de esos animalitos que despierta ternura. Se los ve retozar en el agua, gráciles y atléticos (nadan muy bien). Puede llegar a pesar hasta tres toneladas. Pero aunque despierte ternura, el hipopótamo no es nada tierno, todo lo contrario, está considerado como uno de los animales más feroces de África, y su historial de asesinato de humanos lo confirma. Las apariencias engañan. Hoy, más que nunca, no te puedes fiar de la apariencias. Puedes sufrir estafas, robo, engaño y hasta te puede ir la vida en ello. Imagínate paseando por África y te dejas seducir por el señor o la señora hipopótamo. ¡ZAS! Un mortal menos sobre la tierra. Es que, como dije antes, te quedas a cuadros. Un día, eso sólo me pasa a mí, saludé a una mujer que aparentemente estaba embarazada. Yo constaté en aquel momento que por lo voluminoso de su tripita todo hacía pensar en un buen embarazó. Después de saludarnos, le dije: "Estás embarazada". Ella me miró como...no sé cómo... y me informó de que era algo físico, no un embarazó. ¡Qué vergüenza, madre mía! Nunca más volví a hacer esas preguntas. Calladito estoy más guapo. Por lo menos eso me decía mi madre.

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12)

Eso dijo el sabio rey Salomón. Y qué razón tenía el buen hombre. Toda la vida caminando en una misma dirección para que al final del camino te des cuenta de que todo era humo. Hay un camino que parece derecho pero es torcido. Hay un camino que parece lícito pero es ilícito. Hay un camino que parece bueno pero es malo. Hay un camino que parece feliz pero es amargo. Hay una vida que parece normal pero es anormal. Y todo esto desde la perspectiva del hombre, pues al hombre le parece que hay camino bueno, y luego resulta que es malo. No solo ese camino es malo, sino que andar por él lleva irremisiblemente a la muerte. Eso dice la Biblia, la Palabra de Dios escrita.

La muerte es la separación eterna de Dios para aquel que ha elegido andar por su camino aparentemente derecho. Hasta puedes andar por el camino de la bondad y estar en el camino de muerte. Si solo con ser buenos tenemos acceso al Cielo, ¿para qué tuvo Cristo que morir si la entrada la podemos ganar? ¿Con respecto a qué o a quién mides tu nivel de lo que es "ser bueno"? Si no comparamos mutuamente uno de los dos ganará y otro perderá en la comparación. Ahora bien, si nos comparamos con Cristo, disculpa, quedamos fuera de combate por K. O. absoluto. No te quepa duda. El estándar de bondad es Jesús y por eso la entrada al Cielo es una empresa imposible por nuestros medios. A Dios no le engañan las apariencias de autosuficiencia o religiosidad.

Jesús vino a ofrecerse como el Camino verdaderamente derecho que te reconcilie con Su Padre. ¿Cómo lo hizo? Muriendo en una cruz como sustituto nuestro y de esta forma pagar los costes de nuestros pecados a Dios Padre. Por esa razón vivimos en un camino equivocado pues no nos han dado a elegir. Ahora tienes la posibilidad de elección: O sigues por el camino que te lleva a la muerte o aceptas el sacrificio de Jesús comenzando a vivir según Sus parámetros. Solo hay un camino al Cielo y el otro , aunque aparente llevarte a él, te lleva a la muerte.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)

Jesús no es un Dios y un Hombre de medias tintas, de todo depende, o de ñoñerías. Él es contundente como solo el que está en lo cierto es. ¡ÉL ES EL CAMINO AL PADRE. NO HAY OTRO! Lo triste, para ti, es que después de conocer está verdad sigas con tus castillos en el aire. Son castillos, pero sabemos que solo en apariencia. ¿Qué tienes que hacer?


Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6:8)

Para hacer justicia tienes que creer en Jesús y lo que vino a hacer para salvarte. Para amar misericordia tienes que reconocer el amor misericordioso que Cristo ha demostrado por en la muriendo en la cruz por tus pecados en contra de la voluntad de Dios. ¡Dios te ama! Pero aborrece tu pecado. Tienes que humillarte arrepintiéndote ante Dios Padre y de esta manera pedirle perdón por tus pecados contra Él pues has vivido una vida completamente alejada de Sus propósitos para ti.

El mensaje del evangelio, el mensaje que Jesús proclamó, es el mismo que estás leyendo en estas sencillas palabras. Aquí no hay trampa ni cartón ya que yo no hablo de mi, pues sería un fiasco. Hablo de Jesús y Él no es ningún fiasco. Jesús no está hecho de la misma materia que nosotros. Él es perfecto y ninguna palabra que ha salido de su boca es inútil. Él no haría nada por aparentar, no te prometería vida eterna si no fuese a cumplir. Vivir preocupado por lo aparente es olvidar lo trascendente. Un día todo esto quedará atrás y tendrás que dar cuentas a Dios, lo creas o no. No hará falta que digas una palabra cuando estés frente a Él. Es más no te saldrá ninguna. ¿Qué excusas le vas a dar al Ser que te conoce mejor que tú mismo? ¿Qué le dirás al que te ha creado con Sus manos?

Sé que estoy en buenas manos, en las mejores manos de todo el Cielo y el Universo. Un maravilloso día vi que mi camino era torcido, creí en Cristo, y me arrepentí de mis pecados. Desde ese mismo instante fui un hijo de Dios y te puedo asegurar que no cambio ni por la división de un átomo mi decisión de seguir a Jesús.







Hay apariencias que matan.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 13 de abril de 2013

Zanahoria, Huevo o Café





Hoy navegando por internet me he encontrado con esta historia que ilustra bien lo que quiero compartir con vosotros. Disfruta de su lectura.







Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.





Su padre, chef de profesión, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Pronto el agua de cada uno estaba hirviendo. En uno colocó zanahorias, en otro huevos y en el último preparó café. Los dejó hervir sin decir palabra.




La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría

haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"



-"Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, papá?"


Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado al agua.


"¿Como cuál eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, ¿te has vuelto dura y rígida?


¿O eres como el café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

Y tú, ¿cuál de los tres eres?



Todos enfrentamos problemas y situaciones difíciles. El punto diferente es cómo reaccionamos ante esas dificultades. Unos se ablandan, otros se endurecen y otros le sacan partido. Jesús hizo eso por nosotros. En vez de achicarse ante el problema tomó cartas en el asunto y no cejó hasta que solucionó el entuerto. Claro que Jesús no fue la causa del problema, es más, Él no tenía ningún problema. El problema somos nosotros porque sacamos los pies del tiesto. 


¿Qué hizo Jesús para dar solución a nuestro descarrile? Obedecer al Padre y pagar la deuda que nosotros con nuestros recursos no podemos pagar. Es como si le debieras un billón de euros a hacienda y estás en paro. Más es el débito contraído con Dios y no puedes ni siquiera comunicarte con Él. A Dios no puedes satisfacerle con dinero, sacrificios y religiosidad. Por esta causa no tuvo más remedio que enviar a Su Hijo a morir en una cruz por ti. Dios miró en todo el Cielo y en todo el universo y sólo Jesús era el idóneo para reconciliarte con el Padre. Jesús si estuvo dispuesto a pasar por calamidades por amor a ti sufriendo una muerte humillante. 


Ahora te toca a ti ser consecuente con ese amor y reconciliarte con Dios. Jesús es el puente que te abre el camino al Padre y tú solo debes reconocer el pecado que hay en tu vida confesándolo y creyendo en la obra de salvación de Jesús. Acepta hoy a Jesús como tu Salvador y Señor. Lee la Biblia pues en ella está la respuesta a tus inquietudes ya que es el mensaje escrito de Dios para ti. Cuando Jesús llega a tu vida hace que toda cambie para bien. Como el café cuando entra en contacto con el agua lo transforma dándole aroma, sabor y textura. Así serás tú con un nuevo aroma, sabor y textura que se hará evidente allí donde vayas.

Jesús hizo del agua café.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 6 de abril de 2013

Paz


Este mundo, el nuestro, sigue convulso. Todos los días te encuentras noticias de lo convulso que está. Cada día estoy más convencido de que nos falta un tornillo...o dos. Cuando estudiaba en la escuela primaria el maestro de sociales comentó que la historia es la sucesión de clases, es decir, la clase trabajadora ya no aguanta más y defenestra a la clase dirigente. Después, la clase dirigente pasa a ser clase obrera y la clase obrera pasa a ser dirigente. La primera (la que se convirtió en obrera) cuando llega a estar hasta las narices machaca a la que se ha convertido en dirigente. Y así la historia se repite en un ciclo eterno. Desde que el mundo es mundo, por desgracia, no han faltado guerras. Las guerras son la demostración a gran escala de lo que hay en cada ser humano y hasta dónde podemos llegar si nos dejan. La paz en nuestro planeta es una utopía. Jesús sabía de esto porque el hombre decidió desobedecer a Dios pecando y desde entonces el problema es que en el corazón del ser humano no hay paz. Jesús dijo a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." (Juan 14:27)

El mensaje de Jesús ha causado conflictos en el pasado y sigue
trayéndolos aun en nuestros días. Cristo ya lo advirtió: "¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra." (Lucas 12:51-53). 


Sí, el evangelio con todo lo que conlleva ha traído divisiones en hogares, pueblos y naciones. Entonces, te preguntarás, querido lector ¿De qué paz me está hablando Jesús? Jesús te habla de la paz del corazón que es aquella paz que tiene plena certeza y confianza en Aquel del que salen esas palabras ¡JESÚS! Él les estaba prometiendo a sus discípulos una esperanza eterna en el Cielo porque todo lo que aquí acontece es pasajero y nuestra vida, que es como una gota de agua en medio del océano puede tener paz en que un día, si ha confiado en Jesucristo, morará junto a Él en el Cielo. ¿Has, siquiera, soñado con una paz como esa? Saber que esto, por muy mal que esté, es pasajero, trae paz al corazón.

Es como la mujer que está de parto sufriendo dolores y pasando por
sentimientos contradictorios que solamente ella sería capaz de explicar. Pero algo extraordinario le sucede cuando ve por primera vez a su bebé. De pronto, sucede un milagro, ha olvidado los dolores que la aquejaban; solo hay felicidad en su rostro y un sentimiento profundo y duradero de que ha valido la pena todo el sufrimiento anterior quedando este velado por la felicidad de ser madre. Por la vida hemos pasado por vicisitudes, estamos pasando y pasaremos, no te quepa la menor duda pero hay que mirar más allá. Hay que mirar al dador de paz, Jesús. Te invito a que escuches esta canción que habla de paz, paz en medio de las tormentas de la vida.




Antes apunté que para obtener esta paz inigualable es necesario confiar plenamente en Jesús. ¿Cómo se demuestra esta confianza plena? Creyendo en la obra de salvación que Cristo vino a hacer por ti y arrepintiéndote de los pecados que has cometido por vivir alejado de Dios. La vida tiene sus sinsabores, sé que no te digo nada nuevo, pero no sé cómo te las apañas para amainar los vientos contrarios de la vida, lo que sí sé es que desde que tengo a Cristo en mi vida, y ya son unos cuantos años, no cambio ni un átomo por nada mi decisión de seguirlo. Es impensable para mí otra forma de vida, es más, me dan escalofríos solo de pensarlo. Vivir sin esperanza es lo más terrible que te pueda pasar y la desesperanza es falta de paz en lo más profundo del corazón. Jesús vino a darte salvación y de esta forma reconciliarte con Dios. El pecado trae como consecuencia separación de Dios. La ira del mismo Dios apunta contra todo aquel que vive de espaldas a Su voluntad. Jesús vino a ocupar el lugar que a ti y a mí nos correspondía: la muerte que es la única forma de pago ante el pecado cometido contra Dios y nosotros ni con nuestra muerte podíamos pagar el delito. El amor de Dios por nosotros hizo que pidiera a Su Hijo Jesús que tomara ese lugar y pagara por nuestros pecados. Si quieres ir al Cielo debes haber cumplido con los Diez Mandamientos y si has fallado en alguno ya no puedes ir directamente al Cielo, necesitas que Jesús te salve. Cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados delante de Dios. La infracción no satisfecha está a la espera de juicio y así estás, a la espera de juicio, si rechazas la salvación que Jesús te ofrece amorosamente.

La paz que la sociedad nos ofrece es tan frágil como una pompa de
jabón. Cuanto más avanza la tecnología, la cultura, los recursos y las oportunidades más falta de paz hay en el corazón que se muestra en las chequeras de psiquiatras y psicólogos. Los medicamentos para los trastornos mentales son muy lucrativos y, por lo tanto, se lucha contra el síntoma y no contra lo que lo provoca: la desazón del corazón de la persona. Jesús no vino a cambiar a la sociedad, vino a cambiar el corazón trastornado del hombre. Aquel que quiera cambiar el mundo debe comenzar por mirarse al espejo y cambiar primero su corazón. La mala noticia es que por ti mismo no puedes cambiarlo pues estás incapacitado para ello y la buena noticia es que Jesús sí puede cambiar tu corazón desde lo profundo. Quiera Dios iluminar tus ojos espirituales para que tu corazón clame por la magnífica salvación que trae paz a tu corazón en medio de la tormenta.

Paz es Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!