sábado, 25 de agosto de 2012

Parábolas


Una manera excelente de enseñar es por medio de historias. Historias, muchas veces inventadas, que tratan de mostrarnos algunas verdades por medio de las circunstancias que las envuelven. Las fábulas de Esopo son una muestra de ello:

La tortuga y el águila

Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar. 
Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires. 

- Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.

- Entonces te enseñaré a volar – replicó el águila. 

Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:

- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?

Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.


De la misma forma son conocidos los cuentos de Rabindranath Tagore:

El regalo

Quiero hacerte un regalo, hijo mío, pues la vida nos arrastra a la deriva.

El destino nos separará, y nuestro amor será olvidado.

Ya sé que sería demasiada ingenuidad creer que puedo comprar tu corazón con mis regalos.

Tu vida es aún joven, tu camino largo. Bebes de un sorbo la ternura que te ofrecemos, luego te vuelves y te vas de nuestro lado.

Tienes tus juegos y tus compañeros, y comprendo que no nos dediques ni tu tiempo ni tus pensamientos.

Pero a nosotros la vejez nos da ocasión de recordar los días pasados, de reencontrar en nuestro corazón lo que nuestras manos perdieron para siempre.

El río corre rápidamente y rompe, cantando, todos los obstáculos que se le presentan. Pero la montaña inmóvil lo ve pasar con amor y guarda su recuerdo.



Unas historias realmente magistrales que nos retan a meditar en lo importante de la vida. Pero... se quedan ahí sin trascender a nuestra propia vida. Estas fábulas no nos preparan para la eternidad porque no miran más allá de la vida material. Sabes, querido lector, somos seres con un propósito eterno y este propósito esta revelado en la Biblia.


Jesús uso de historias que Él mismo inventaba para enseñar verdades eternas. Cristo sí miraba más allá que Esopo o Tagore. Sus historias se llaman PARÁBOLAS y han influenciado en el pensamiento humano desde que fueron contadas. A Dios gracias que no nos han sido legadas por tradición oral sino por la tradición escritural, cuyo documento es la Biblia.

No sé que daría por tener la décima parte de la lucidez y la inventiva de mi Señor Jesús para compartir contigo de forma que el mensaje cale en lo más profundo de tu mente y corazón. En Jesús concordaban al cien por cien vida y mensaje: Jesús no daba un mensaje ¡ÉL MISMO ERA EL MENSAJE! Y esto, como tantas otras cosas, le hace especial por encima de todos los contadores de historias habidos y por haber. Si lees los cuatro evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan conocerás de primera mano las enseñanzas eternas que hay en sus parábolas.


Hoy quiero compartir contigo La parábola del sembrador.

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
(Mateo 13:1-9)


Un poco más adelante el mismo Jesús explica a sus discípulos el significado de esta parábola, y es como sigue:

Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. (Mateo 13:18-23)


El sembrador es el que difunde la semilla, que es el mensaje del evangelio. Los diferentes lugares donde es compartido el mensaje (sembrada la semilla) son los corazones y mentes (camino, pedregales, espinos, buena tierra) de las personas.


Déjame que te explique brevemente las buenas noticias del evangelio.

Tú y yo hemos pecado contra Dios porque hemos hecho lo que es contrario a su voluntad y deseo. Él tenía un propósito extraordinario para tu vida y la mía. Lo tiramos todo por tierra por la simpleza de hacer lo que nos viene en gana. Desobedecimos a Dios y Él nos desheredó destituyéndonos de su presencia. Desde entonces nos ganamos la muerte física y eterna y estamos bajo el juicio de Dios. Para más desgracia no hay forma alguna de conseguir el perdón de Dios por nuestros medios y esto nos lleva a vivir vacíos y sin propósito. Él único que podría hacer algo es Dios al cual ofendimos con nuestro pecado. ¡Y LO HIZO! Envió a Jesús, su Hijo, a pagar la deuda de nuestra calamidad. Murió en una cruz para que pudiéramos ser liberados de la esclavitud y las consecuencias del pecado en nuestras vidas. Ahora te toca a ti, yo ya respondí positivamente en su día al ofrecimiento de salvación de Dios, responder. Si tu respuesta es creer en el evangelio y arrepentirte de todos tus pecados, Dios te recibe como hijo de pleno derecho y cuando mueras irás al Cielo. Si por el contrario rechazas la oportunidad de encontrar la paz con Dios sigues con el juicio condenatorio de Dios sobre tu vida. Cuando mueras irás al infierno. No lo digo yo, lo enseña la Biblia.


Ahora yo te preguntó:

¿En qué estado está tu mente y corazón para creer y retener para siempre el mensaje del evangelio? Para Jesús hay cuatro tipos de tierra:

Camino: si eres camino no has entendido el evangelio y lo poco que hayas podido entender Satanás lo borrará de tu mente y corazón. ¡Qué triste haber escuchado o leído el precioso evangelio de Dios y no tener la inteligencia y agudeza mental para entenderlo! Que Dios te dé sabiduría y puedas escapar del mal camino.


- Pedregales: si eres terreno pedregoso las raíces del evangelio no ahondarán en ti. Recibes como viento fresco el maravilloso mensaje de salvación y en la primera ocasión que tu fe es probada sales huyendo porque tratas de conservar tu status social por temor a qué dirán si saben que soy cristiano. Dios te libre de ser tierra dura para que no claudiques de la salvación eterna que Jesús ganó en una cruz por amor a ti.


- Espinos: si tu tierra está llena de espinos es que vives afanado y ahogado por las tendencias y formas de vivir de esta sociedad alejada de Dios y su palabra. Amas por encima de todo a las riquezas que son engañosas pues ensordecen el llanto de tu alma, quieres alcanzar un nivel social, prestigio y fama envidiables y no cuidas el estado de tu alma. El Señor tenga misericordia de ti si te hayas esclavizado por las cadenas de este mundo mentiroso y te dé luz en tu oscuridad para que veas que el tesoro más preciado es Él.


- Buena tierra: si eres buena tierra has oído y entendido el mensaje de salvación en Cristojesús que estoy compartiendo contigo. La muestra de lo que te digo es que tendrás frutos acordes a tu nueva vida en Cristo. Serás libre para servir a Dios de forma entusiasta porque habrás entendido el alcance de su amor por ti. Si antes mentías, ya no mientes; si antes robabas, ya no robas; si antes adulterabas, ya no adulteras. En tu corazón hay un nuevo rumbo y propósito. Tus ojos han sido abiertos por el amor de Dios por ti. ¡ESTO SÍ QUE ES VIDA!

¿Qué tipo de tierra eres?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 18 de agosto de 2012

4 Erres


Me encanta el libro de los Salmos. Si abres una Biblia por el centro, como me enseñaron desde pequeñito, te encontrarás con este libro de cánticos del pueblo de Israel y que sigue inspirando la vida de los cristianos de todas partes del mundo. El tema principal de los salmos es, como no podía ser de otra forma, Dios. Son cánticos de alabanza y adoración que exaltan a Dios y su obra: lo que Él es, Su Creación, y sus poderosos hechos a favor de su pueblo. El otro tema que sigue a este es el hombre y su relación con Dios. En este punto encontramos experiencias variopintas de diferentes personas que pasaron por verdaderos tragos emocionales y físicos o se sintieron en la cúspide de su vigor y fuerza plasmando esto en un salmo. Fuese cual fuese la situación personal de todos estos escritores, hay un denominador común en todos ellos: acaban adorando a Dios en medio de su situación, sea esta favorable o adversa. Esto es un mensaje poderoso también para el hombre de hoy: DIOS ES EL TODO DEL HOMBRE. Sin Dios reinando en tu vida esta carece de sentido y propósito.  Hoy voy a utilizar cuatro sencillas palabras inspiradas por el salmo 116 para retarte a que Dios tome el lugar que le corresponde en tu vida.


A la hora de que los conocimientos o el mensaje que se quiere trasmitir sean más entendibles y arraiguen en nuestra mente, se utilizan diferentes técnicas como los esquemas, acrósticos, imágenes, etc. Por ejemplo: hay 4 erres que tratan de medir el impacto de las acciones en las redes sociales de internet. Estas son: Reconocimiento, Revalorización, Reacción y Recomendación. También se han establecido 4 erres para que recordemos cómo aprovechar los recursos: Reducir, Reutilizar, Reciclar y Replantear. De igual manera voy a utilizar cuatro palabras con 4 erres, como ya dije antes, que te ayudarán a entender la necesidad de que Dios reine en tu vida. El salmo 116 nos enseña sobre esto. Aquí lo tienes para que lo leas.

Amo al Señor, pues ha oído
Mi voz y mis súplicas;
Porque ha inclinado a mí su oído;
Por tanto, le invocaré en todos mis días.
Me rodearon ligaduras de muerte,
Me encontraron las angustias del Seol;
Angustia y dolor había yo hallado.
Entonces invoqué el nombre del Señor, diciendo:
Oh Señor, libra ahora mi alma.

Clemente es el Señor, y justo;
Sí, misericordioso es nuestro Dios.
El Señor guarda a los sencillos;
Estaba yo postrado, y me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,
Porque el Señor te ha hecho bien.

Pues tú has librado mi alma de la muerte,
Mis ojos de lágrimas,
Y mis pies de resbalar.
Andaré delante del Señor
En la tierra de los vivientes.
Creí; por tanto hablé,
Estando afligido en gran manera.
Y dije en mi apresuramiento:
Todo hombre es mentiroso.

¿Qué pagaré al Señor
Por todos sus beneficios para conmigo?
Tomaré la copa de la salvación,
E invocaré el nombre del Señor.
Ahora pagaré mis votos al Señor
Delante de todo su pueblo.
Estimada es a los ojos de Dios
La muerte de sus santos.
Oh Señor, ciertamente yo soy tu siervo,
Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;
Tú has roto mis prisiones.
Te ofreceré sacrificio de alabanza,
E invocaré el nombre del Señor.
Al Señor pagaré ahora mis votos
Delante de todo su pueblo,
En los atrios de la casa del Señor,
En medio de ti, oh Jerusalén.
Aleluya.

(Salmo 116)


1. Reconocer tu situación ante Dios

Me rodearon ligaduras de muerte,
Me encontraron las angustias del Seol;
Angustia y dolor había yo hallado. (v.3)

El autor del salmo reconoció su situación física y espiritual. Llegó un momento en su vida que no le quedó más remedio que darse cuenta del gran problema que llevaba a cuestas: la muerte espiritual y física que lo tenían en angustia y dolor. Es terrible sentir picazón, hambre, sed, angustia, vacio y no tener como aliviar este mal. El hombre de hoy, como el de cualquier tiempo pasado, intenta por los medios a su alcance liberarse de la terrible angustia que le asedia. Puedes aparentar felicidad, que las cosas las tomas como vienen, que eres apoyo para los demás y tú no necesitas de amor. Pero cuando te enfrentas a ti mismo en la soledad de tu habitación, la verdad es muy diferente: te asaltan las dudas sobre quién eres, qué propósito tiene todo esto, dónde está la verdad, a quién recurrir que te dé la respuesta que anhela tu alma.

¿Dónde busca el hombre de hoy, llamado postmoderno? Solo dos pinceladas.

En el conocimiento.

La cultura, el saber, los muchos estudios, recorrer mundo, religión (del pelaje que esta sea). Y al final te das cuenta que el conocimiento solo engorda las neuronas. Las experiencias viajeras no acallan la conciencia y la religión no quitan las congojas de una muerte espiritual y física que te persiguen como tu sombra. Es horroroso vivir sin esperanza, sabiendo que un día todo lo que has logrado se quedará aquí y nada habrá merecido la pena. Mira lo que Salomón, al final de sus días saca como conclusión:

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. (Eclesiastés 1:2)

Todo está vacío de contenido; nada tiene un propósito que merezca la pena. NINGÚN CONOCIMIENTO HUMANO TE PUEDE LIBRAR DE UNA MUERTE SEGURA, DOLOROSA Y ANGUSTIOSA.

En las riquezas.

“Tanto tienes tanto vales”. Y para demostrar su valía muchos son arrastrados por el dios Mammon a destruir su familia porque no tienen tiempo para ella. Son impelidos a perder la salud, parientes y amistades. Desconfían de todo y de todos los que le intenten apartar de su meta que no es otra que la adoración al dinero, las pertenencias y el autobombo.

 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:26)

NINGUNA RIQUEZA PUEDE PAGAR TU LIBERACIÓN DE LA ANGUSTIOSA MUERTE.


RECONOCER, primero RECONOCER. Y reconocer qué. Lo que el salmista reconoció: Estaba angustiosamente muerto, como tú y como yo lo estuve en su día. “Pero, ¿por qué voy a morir?” ¡Eureka! Esa es la pregunta que esperaba oír desde tu alma. La respuesta está en la Biblia, la Palabra de Dios.

Porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23)


Vas a morir porque has pecado. Has infringido la Ley de Dios y el castigo es tu muerte espiritual y física. Ante esto, por ti mismo, NO PUEDES HACER NADA PARA LIBRARTE. Dios ha puesto su Ley en lo más profundo de tu alma y corazón ¿Cómo puedes comprobar que esto es verdad? Por tu conciencia, que es tu conocimiento de las cosas. No me puedes negar que en todo momento, a no ser que tengas serios problemas mentales, sabes la diferencia entre bueno y malo. Tu conciencia te trae a la luz el pecado que cometes diariamente. Te doy una pequeña lista de pecados:

Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. (Romanos 1:29-32)

Aunque solo hayas pecado en uno de esos puntos te has ganado la muerte. Dios te ha dotado de conciencia para acercarte a Él. Aquí empezamos a ver la luz en medio del túnel. DIOS TIENE UN MEDIO PARA LIBRARTE DE LA MUERTE ETERNA YA QUE QUIERE ACERCARSE A TI. Este es el gran mensaje que hay en la Biblia y lo llamamos Evangelio, BUENAS NOTICIAS. Has pecado contra Dios creando una separación pero Él ha provisto de los medios oportunos para salvarte.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)


El regalo que Dios quiere hacerte es vida eterna por medio del sacrificio que su Hijo Jesucristo sufrió por ti en la cruz. El pagó la deuda que dejaste pendiente con tu pecado y que en forma alguna podías pagar. Imagina que haces algo tan terrible que debes a alguien mil billones de euros, ¿podrías pagarlo? ¡NO! Pero si el que ha sufrido tu gran desliz está dispuesto a perdonar tu deuda y a pagarla, la cosa cambia: Dios paga la deuda de tu pecado por medio de la sangre de Jesús, abriéndote la puerta a que puedas ser salvo restaurando así el propósito de Dios para tu vida.


RECONOCER, primero RECONOCER. Reconoce que hay pecado en tu vida cuya consecuencia es la muerte, que te separa de Dios y por tus medios no puedes hacer nada. Pero no solo reconocer basta, hay que…



2. Reclamar la ayuda de Dios

Entonces invoqué el nombre del Señor, diciendo:
Oh Señor, libra ahora mi alma. (v.4)


El salmista recurrió a Dios porque reconoció que solo Él lo podía salvar. Creyó en que Dios lo libraría y se arrepintió de su situación, que lo arrastraba a la muerte. El salmista fue certero en su petición, fue al grano:

- Puso a Dios en su lugar: reconoció que era SEÑOR. 

- Expuso el problema: libra mi alma. 

- ¿Cuando quería que esto sucediera?: ¡AHORA! Mañana podía ser tarde. 

La Biblia nos advierte del peligro de posponer lo importante:

También les refirió (Jesús) una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lucas 12:16-21)

Reconoce tu necesidad de Dios y cree en el mensaje del evangelio. Arrepiéntete delante de Dios de tus pecados. Dile a Dios estás palabras:

Señor, hasta este momento no me había dado cuenta de lo que era pecado y sus consecuencias. Reconozco que he pecado contra ti y me arrepiento de todos mis pecados. Quiero ser un hijo tuyo por los méritos de Jesús en la cruz y así librarme de morir eternamente separado de ti. Dios, ayúdame a caminar a tu lado y así poco a poco entender más de tu obra por mí y el propósito 
por el cual me has creado. 
En el Nombre de Jesucristo. Amén.


Reconocer tu situación ante Dios y reclamar su ayuda creyendo y arrepintiéndote de tus pecados te cambia de posición: AHORA ERES HIJO DE DIOS. Él te ha adoptado y legalmente eres un nuevo hijo suyo con todos los beneficios, deberes y obligaciones. Y de esto hablan las dos siguientes erres. Si reconoces y reclamas pero te quedas ahí serás un cristiano esquelético, anémico. Serás un enano espiritual. Ahora te toca…


3. Recordar la obra de Dios en tu vida

Clemente es el Señor, y justo;
Sí, misericordioso es nuestro Dios.
El Señor guarda a los sencillos;
Estaba yo postrado, y me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,
Porque el Señor te ha hecho bien.

Pues tú has librado mi alma de la muerte,
Mis ojos de lágrimas,
Y mis pies de resbalar.
Andaré delante del Señor
En la tierra de los vivientes (v.5-9)

Las personas solemos ser distraídas: en tiempos de bonanza nos adormecemos espiritualmente y en tiempos de tempestad nos olvidamos de que Dios está de nuestro lado, sin embargo, el escritor del salmo recuerda vívidamente la obra que Dios ha realizado en su vida.

"Quien olvida su historia está condenado a repetirla". (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás) Y esto nos pasa en el terreno espiritual también. Debemos ser conscientes de donde nos sacó Dios y donde nos colocó. Dios nos sacó de la angustia y de la muerte espiritual colocándonos en el lugar de seguridad: junto a Él.

¿Qué puedes hacer para recordar?

Lee la Biblia con frecuencia porque ella es tu guía espiritual,  intelectual y moral. En ella Dios ha escrito su voluntad para ti. Es más, en la Biblia Dios te habla directamente a ti. Dedica tiempo de calidad a este asunto y créeme, siempre tendrás bien presente quién es Dios y lo que Él ha hecho en tu vida.


Ora manifestando a Dios adoración, amor y agradecimiento por sus cuidados para contigo. Recuerda que “de bien nacido es ser agradecido”. Háblale de tus inquietudes, de tus anhelos y espera que Él te responda a su tiempo.


Asiste a La Iglesia que es la reunión de todos los que han creído en Cristo como único y suficiente Señor y Salvador. Tú perteneces a ella si has aceptado a Cristo con arrepentimiento de tus pecados y fe en que Jesús tiene el poder para hacerlo. La Iglesia es el lugar de crecimiento espiritual, cuidado y protección de Dios en esta tierra. Por esto hay que tomar muy en serio la advertencia del apóstol Pablo:

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:24-25)

Sé un dador alegre ofrendando para las necesidades de tu Iglesia local. Ten las antenas puestas para darte cuenta de las carencias de los que te rodean y cúbrelas en la medida de tus posibilidades. Se dice que lo último que se convierte a Dios es el bolsillo. Rompe con esta actitud de tacañería para con Dios y recuerda lo mucho que Él ha hecho por ti.

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. (2ª Corintios 9:7)

Para recordar la obra de Dios en ti recuerda la palabra LOAS (alabanzas). Si haces estas cosas en tu vida serás una persona que da loas a Dios.

Lee la Biblia

Ora a Dios

Asiste a la Iglesia

Sé un dador alegre

Reconocer tu situación espiritual ante Dios y reclamar su ayuda arrepintiéndote de tus pecados y creyendo al mensaje del evangelio te lleva a poner los cinco sentidos en la nueva vida que has comenzado. Hay que crecer y para esto nada mejor que Biblia, oración, Iglesia y ofrendas. Pero aún hay un paso más. Se puede vivir una vida cristiana con todo lo anteriormente expuesto, pero la plenitud está en imitar lo que hizo Jesús cuando estuvo entre nosotros. 

¿Qué hizo Jesús?

4. Representar a Dios

Jesús vino a hacer la obra que su Padre le había mandado. Él mismo lo dijo en varias ocasiones:

No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. (Juan  5:30)

La obra que Jesús realizó fue única. Solo Él podía pagar nuestra deuda por el pecado. Solo Él podía dar su vida por nosotros. Posiblemente nunca tengas que dar tu vida por el mensaje del evangelio aunque hoy día hay muchos cristianos que pierden la suya por amor a Jesús. Tan solo quiero retarte a compartir tu fe con otros como lo hace el salmista, de forma sencilla con los recursos que tiene a mano. Él dice:

Creí; por tanto hablé
Estando afligido en gran manera.
Y dije en mi apresuramiento:
Todo hombre es mentiroso.

¿Qué pagaré al Señor
Por todos sus beneficios para conmigo?
Tomaré la copa de la salvación,
E invocaré el nombre del Señor.
Ahora pagaré mis votos al Señor
Delante de todo su pueblo.
Estimada es a los ojos de Dios
La muerte de sus santos.
Oh Señor, ciertamente yo soy tu siervo,
Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;
Tú has roto mis prisiones.
Te ofreceré sacrificio de alabanza,
E invocaré el nombre del Señor.
Al Señor pagaré ahora mis votos
Delante de todo su pueblo,
En los atrios de la casa del Señor,
En medio de ti, oh Jerusalén.
Aleluya. (v.10-19)


Creí; por tanto hablé. Si has creído habla de cómo Dios ha abierto tus ojos y corazón a Él. Esto es un verdadero milagro: Antes no creías y ahora crees. ¡Cuéntalo a otros! Si tú mismo has creído ¿qué te hace pensar que otros no lo harán también?


El salmista está dispuesto a tomar la copa de la salvación. La copa es una simbología que puede corresponder a premio. Realmente la salvación es un galardón, un premio para nosotros de parte del gran y único Dios. Sin embargo, la imagen de la copa también tiene un matiz amargo: sufrimiento, sacrificio. A esto está dispuesto el salmista, no solo a mostrar la grandeza de la salvación en Dios, sino además, sufrir y sacrificar su agenda, sus prioridades, sus intereses y quemar su vida por el mensaje precioso del evangelio. Y es que después de su descubrimiento no hay nada mejor a lo que dedicar la vida. De tener angustia por su muerte ha aprendido y experimentado que “Estimada es a los ojos de Dios la muerte de sus santos”. Él sabe que Dios vela por su vida y velará cuando muera, que será el momento de reunirse con su Señor y Salvador. ¡ALELUYA!


¿Quién no quiere representar a un Dios así? Representa a tu Dios compartiendo el evangelio que a ti te ha alcanzado, con tu familia, tus compañeros de estudios o trabajo, con tus alumnos, con tus trabajadores, con tus jefes, con tus vecinos... Solo comparte porque Dios hará el resto.

Ser cristiano es ser lo que Dios ideó desde nuestra creación: nuevamente hijos suyos. Hay para finalizar una palabra de advertencia que marca la diferencia entre los que son y los que no. Jesús nos enseña esta gran verdad:

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:16-20)

Haz que fructifiquen las 4 Erres.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 11 de agosto de 2012

Tu Estilo A Juicio


¿Qué estarías dispuesto a hacer, por tu parte, si alguien te propusiera un cambio de imagen porque, sin darte cuenta, lo estás pidiendo a gritos? Estamos inmersos en una sociedad en la que prevalece la estética personal. Es importante, en su justa medida, un "look" que haga juego con nuestra personalidad.


Y esto lo saben muy bien en el reality show televisivo "Tu estilo a juicio". El mecanismo del show es sencillo: eligen a una persona que es dejada en el cuidado de su imagen y, por lo tanto, estéticamente es un desastre para los parámetros del programa; el personaje elegido recibe el juicio de un primer jurado que es claro y duro en sus observaciones, es decir, no tienen pelos en la lengua para calificar con todo tipo de adjetivos a la persona en cuestión, y estos comentarios no son nada halagüeños; comienza la trasformación del protagonista con todo lo necesario para que estéticamente no cause repulsa: cambio de forma de vestir, diferente peinado, una visita por el dentista, pruebas para elevar la autoestima, y todo lo que haga falta para mejorar visiblemente su imagen; y, al final, pasa nuevamente por el juicio de un segundo jurado diferente al primero, y este, queda estupefacto por el nuevo look del protagonista. De una imagen de mendigo han conseguido trasformar a la persona en una atractiva estrella de cine.

Esto hace Jesús con las personas que se acercan a ÉL. Jesús es el Creador de todo lo que existe y como creativo que es quiere decorar todo lo que se pone al alcance de su mano de artista. Su meta es restaurar a las personas de cualquier condición: guapos / feos; gordos / flacos; alegres / tristes; pobres / ricos; orientales / occidentales... TODO EL MUNDO... que quiera. Es que mi Señor Jesús es un caballero y no fuerza a nadie. Él te avisa de lo mal que se encuentra tu vida, lo que haría con ella, y dependiendo de tu respuesta a su ofrecimiento lo que te pasará en el futuro. Vida eterna si dejas que Él haga la obra que quiere en ti, o muerte eterna si rehúsas su ofrecimiento. Es que hay algo mucho más profundo que un simple cambio de look. La Palabra de Dios nos advierte lo siguiente:

Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme al Señor, ésa será alabada.  (Proverbios 31:30)

El hombre o la mujer que respetan (temen) al Señor serán honrados por ello. Es que la belleza física dura unos años. Pero...

Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.  (Salmos 112:1)

El que confía en que Dios hace lo que es necesario para su vida en cada momento vive muy feliz (bienaventurado). Realmente vive disfrutando de toda la información que puede aprender por medio de la Biblia.


Como en el show "Tu estilo a juicio", Jesús pone tu estilo de vida a juicio. ¿Sabes que dice la Biblia de tu estilo? Dios te ha juzgado severamente por tu pecado y vas a morir apartado de Él y sin posibilidad de restauración. Sí, PECADO. Altanería, glotonería, blasfemia, lujuria, pasiones sexuales contra natura, mentira, murmuración, codicia, asesinatos y toda clase de pecados que podamos llegar a cometer y hemos cometido. Para Dios somos seres con una estética nauseabunda por culpa del pecado que nos separa de Él. Sé que el cuadro que he descrito es muy crudo. Imagínate, querido lector, que tu hijo comete contra ti la vileza más grande que te pueda hacer. ¿Qué harías? Contesto por ti: lo desheredarías. Eso hizo Dios con nosotros y perdimos la belleza interior y exterior porque desde ese momento al nacer morimos muriendo.


Pero Dios no se queda ahí. Es que tiene un corazón más grande que todo el universo. Se inventa la forma de devolvernos la belleza interior y exterior y toma la decisión del millón de dólares, la única decisión posible en el camino de salvarnos de las arrugas de la muerte eterna: envía al Justo, su Hijo, a ser sacrificado cruelmente por ti y por mí. Esto abre la posibilidad maravillosa de volver la cara a Dios, y permitir que Él sane lo enquistado cubriendo las heridas profundas que hay en tu alma y espíritu Y que se ven a raudales en cada centímetro de tu cuerpo. Es que los años pasan facturas que se van acumulando en el alma y no hay posibilidad de perdonarse a menos que el mensaje de salvación en Cristo te cale hasta los huesos y dejes que Dios le dé un nuevo look a tu vida necesitada.

Toma dos decisiones sabias: CREE EN EL MENSAJE DEL EVANGELIO Y ARREPIÉNTETE DE TUS PECADOS DELANTE DE DIOS.


El mensaje del evangelio es, como te expliqué un poco antes, la decisión de Dios por ti. Aunque le fallaste te ama y lo demuestra por medio del sacrificio de su Hijo Jesús en la cruz, pagando la cuenta que no puedes pagar y que habías dejado pendiente con Dios por causa de tu pecado y rebelión. Arrepentirse es dar media vuelta y andar con un rumbo diferente. Si después de clamar a Dios con arrepentimiento tu vida no denota un cambio profundo debes examinar con cuidado la calidad y honradez con la que te arrepentiste. Dios busca a personas que desean ser trasformadas voluntariamente por Él con corazones sinceros, mentes conscientes, responsables y con fe genuina.

¿Deseas realmente, porque lo notas, verte con un nuevo look espiritual? El cuerpo morirá pero tu espíritu es eterno. Te toca decidir.


Ya has pasado por el primer juicio de Dios: hay pecado en tu vida que te separa de Dios del cual debes arrepentirte para que Él pueda poner manos a la obra en Su plan de hacer de ti algo nuevo y bello. El segundo juicio, si te arrepientes hoy, será para más bendición porque recibirás el abrazo de Dios en vivo y en directo cuando llegues al Cielo prometido.


Hay otro segundo juicio para los que no se tomaron en serio estas palabras y no las pusieron en su corazón obedeciendo la voz de Dios: SERÁN DESTERRADOS AL INFIERNO POR LA ETERNIDAD. ¿Vas a perder la oportunidad de tu vida sabiendo que tu estilo te afea ante Dios hasta tal punto que te estás jugando la eternidad? Sé sabio y piensa profundamente en las consecuencias adversamente terribles a las que estás expuesto por no querer creer y mucho menos arrepentirte de tus pecados. PIENSA.

Déjale dar un nuevo look a tu corazón.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 4 de agosto de 2012

Caja De Cartón


El cine está lleno de tópicos: cuando alguien habla a un auditorio frente a un micrófono siempre se escucha un buen acople; los buenos son muy buenos y los malos, muy malos; si enciendes el televisor da siempre la casualidad que sale el programa que buscabas y justo la noticia que te habían dicho que tenías que escuchar; se cuelga el teléfono sin despedirse pues no hacen falta los gestos amables; pocas veces se ve que se pague a un taxista; los personajes se aprenden las direcciones y los números de teléfono en un pispas ¡sorprende la memoria que tienen!; todas las persecuciones en coche acaban con los malos con las ruedas mirando al cielo; cuando más necesitas que el coche arranqué, este se resiste, pero en el momento justo, cuando el malo parece que te atrapa, todo se arregla y el coche sale a una velocidad extrema con las ruedas chirriantes; en las escaladas hay algún personaje que pega un traspiés; el caballo del malo corre menos; el "prota" nunca recibe un balazo, pero él se carga con una (por ejemplo) tostadora a todos los malos. Quizá te vengan a la memoria otros tópicos del cine pues hay infinidad.


Hoy me quedo con un tópico que siempre me llama la atención y que me sirve para explicar una verdad espiritual más adelante. Es el tópico de la caja de cartón. Recientemente vi la película "El club de los Emperadores" y en ella hay una escena en la cual está el tópico. El protagonista (Kevin Kline) dimite de su cargo como profesor de la institución donde imparte sus clases y recoge en una minúscula caja de cartón sus pertenencias. Sale del colegio con un rictus triste y melancólico. ¿Recuerdas esta escena típica en otras películas? Alguien es despedido o se despide y recoge lo que son sus señas de haber pasado por allí en la mencionada caja de cartón. Nada parece quedar de él o ella después de su marcha. ¿Qué tienes para llenar tu caja de cartón? Logros, títulos, premios, dinero, amor, amistad, relaciones sinceras, un matrimonio feliz...¿?

Este tópico me habla de una verdad espiritual que se enseña en la Biblia, la Palabra de Dios para nosotros hoy.

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.  (Isaías 64:6)

Delante de Dios no hay nada que puedas poner en la caja de cartón que merezca la pena para Él. No vas a impresionarlo; no vas a hacer que cambie de pensar en cuanto a tu situación pecaminosa. Un día te despedirás de esta tierra. Quizá te dé tiempo a despedirte de tus seres queridos o quizá la brutalidad de la muerte te pille por sorpresa. Solo Dios sabe. Lo que si puedes estar seguro es que lo que te lleves en tu caja de cartón, tu bagaje, es inservible para ganar el Cielo. No hay nada que hayas hecho por ti mismo lo suficientemente bueno para ganar el corazón de Dios. ¡NADA! Lee la palabra "nada" al revés y tendrás la respuesta.

¡ADÁN!

¿Pero qué me dices? ¿Qué tiene que ver Adán en este asunto? Mucho querido lector. Adán vivió en amistad íntima con Dios. Se paseaban por el Huerto del Edén y charlaban juntos de todos los temas que ni siquiera ya pudiéramos imaginar. Un día, Adán, decide malograr la confianza en esa relación Dios-Hombre, Hombre-Dios y aparece la palabra pecado que es simple y pura desobediencia a las reglas que Dios, como Creador y Dueño de todo, marcó. El ser humano bajó en el escalafón perdiendo la amistad con su Creador. Al igual que la ley humana exige que el delito debe ser reparado, la Ley Divina también. La consecuencia del pecado cometido es que morimos física y espiritualmente. Te preguntarás, ¿no es excesivo el castigo comparado con el delito? Esta pregunta demuestra que desconoces quién es Dios y lo que es pecado. Como el norte está alejado del sur, así está Dios alejado del pecado.


Imagínate delante de Dios con tu caja de cartón: tus manos están extendidas queriendo mostrar a Dios las buenas cosas que has hecho mientras estabas en este mundo. Mira, Dios (le dices) todos los días intenté ser justo. Fui bueno porque no maté, no robé, me mantuve casto, no mentí... Dios mira tu caja y te dice:

Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. (Lucas 13:27)

Jesús le dice estas palabras a personas religiosas, la élite de esa época. Ellos creían que ser simplemente buenos les haría ganarse el Cielo y el favor de Dios. Jesús les hace caer de su nube diciéndoles que la caja de cartón que traen no vale para nada.

Es duro, pero debo decirlo por tu bien, vas camino al infierno porque no puedes satisfacer la deuda que por causa de tu pecado has contraído con Dios. Esto es terrible pues te deja fuera de juego. No puedes alcanzar el Cielo por méritos propios. ¿Hay algo que puedas hacer? ¡NO!

El único en todo el universo que puede hacer algo es Dios. ¡Y LO HIZO! Ya no tienes que dar con tus huesos en el infierno si obedeces a la salvación que Dios mismo inventó para sacarte del pecado y de la muerte eterna. ¿Qué hizo Dios? Hizo lo que jamás ni tú ni yo seguramente haríamos. Pagó el precio de tu pecado con creces. Mandó a su único Hijo, Jesús con esta misión. Jesús pagó vida por vida. La cruz fue la firma de este nuevo pacto con el hombre que había pecado contra Dios. En la cruz Cristo resolvió, por amor a ti, la separación que causaste con el pecado. ¿Qué está pidiendo Dios de ti?

Dos cosas: ARREPENTIMIENTO Y CREER.


El arrepentimiento es reconocer con el corazón (sentimientos) y la mente (voluntad) a Dios el pecado que hay en ti y que esto te separa de Él, por lo tanto, tu vida cambia de rumbo. Creer es reconocer que el mensaje del evangelio es la verdad en la que puedes descansar para ser eternamente salvo por medio de lo que hizo Jesús en la cruz por amor a ti.

Tú mismo. Dios quiere que vayas a Él por voluntad propia. Él no desea forzarte, pues la salvación es un bien para ti que Él ha ideado para que no estés separado eternamente de Su presencia. El primer beneficiado eres tú. POR AMOR A TI JESÚS FUE SACRIFICADO EN LA CRUZ.

Si te arrepientes y crees cuando marches de esta tierra a su presencia solo llevarás un tesoro que vale ante Dios. Tú ofrecerás tu caja a Dios; Dios la recibirá de tus manos y, ¿qué le habrás llevado? ¿con qué la habrás llenado? Solo una cosa: LA CRUZ DE CRISTO: El Sello de lo que costó tu salvación. CREE Y ARREPIÉNTETE AHORA MISMO. Dile estás simples palabras a Dios:

Reconozco mis pecados pues he vivido alejado de Ti toda mi vida haciendo lo que bien me parecía. Perdóname y sálvame quiero ser tu hijo. Gracias por Jesús que pagó por mi pecado. Creo en tu Palabra. Gracias por alcanzarme y salvarme. Ayúdame a caminar fielmente en tus caminos. En el Nombre de tu Hijo, Jesucristo. Amén.

Ten por seguro que si eres sincero al hacer esta oración Dios te ha escuchado y lo que es más importante te ha recibido como un nuevo hijo. Él te va a proteger y cuidar como solamente Él sabe hacerlo. Déjate guiar de su mano. Lee la Biblia, busca una Iglesia Evangélica en tu ciudad para que puedas ser ayudado a crecer y tú mismo seas de bendición para otros.


Una palabra de advertencia: si pasas de largo por este mensaje y no crees es terrible para tu futuro eterno. Tómate un tiempo para reflexionar ya que merece la pena. Reta a Dios a que se muestre a ti. Lo va a hacer de una forma que te sorprenderá y no quedarás neutral. Si acabas por rechazar a Dios te espera su juicio, y créeme ni a ti, ni a mí, ni a Dios nos gustaría verte en esa situación ya sin ninguna esperanza de marcha atrás.

Vacía tu caja para que Él la llene.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!