sábado, 29 de julio de 2017

Distinguiendo III

La actuación del malo

El malo, en la Biblia, es lo opuesto al justo. El malo es aquel que es contrario a la justicia de Dios de forma consciente, al punto de llegar a odiar a Dios y a los justos, los cristianos. Por consiguiente, el malo es el pecador que sigue esclavizado a su naturaleza caída, viviendo al margen de la ley de Dios.

El malo actúa usando sus armas contra los justos (11:2). La descripción nos hace percibir una trama muy bien pensada y meditada. El malo es muy consciente de su maldad. Ni siquiera desea el protagonismo, por eso su ardid lo lleva a cabo en “lo oculto” donde nadie lo ve. Sus flechas van destinadas a los “rectos de corazón”, es decir, los justos. El Cristianismo está en el punto de mira del malo. Cuando quieren quitar a Dios de la ecuación se acogen a la ciencia inventando la evolución, que no es otra cosa que ningunear a Dios y al ser humano. Cuando ven que con esas no pueden, se acogen a los sentimientos volubles de la humanidad, inventando la ideología de género que promueve el “no me siento bien con mi cuerpo”. De igual forma ningunean a Dios y al ser humano que tiene la imagen de Dios. Son camaleónicos en esencia. Usar sus armas contra los justos distingue al malo.

Además, el malo actúa mintiendo a todos de forma aduladora e  hipócrita (12:2). Hace mucho que la mentira quedó como un pecado venial. Un pecadillo sin importancia. Socialmente está bien visto pues de esa forma todos quedan bien con todos, aunque se odien a muerte y no se puedan ver. Cuando menos lo espera el justo se encuentra con un puñal clavado en la espalda de alguien que momentos antes lo había ensalzado exageradamente. Las mayores puñaladas las he recibido de personas que me reían las gracias de forma ostentosa, para al cabo de un tiempo experimentar su odio y rechazo. Preferible es oír la verdad, en amor, que las risas del que te odia. El malo por definición odia al justo, por consiguiente, hará todo lo posible con sus palabras para ganarlo y después desecharlo. Valerse de la mentira aduladora e hipócrita distingue al malo.

Otra característica que distingue al malo es su uso de la libertad de expresión con libertinaje (12:4). En la NTV se lee «Mintamos todo lo que queramos —dicen —. Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?». Ver una sesión parlamentaria, una entrevista televisiva o una simple opinión callejera, venga de quien venga, tiene tintes libertinos. No hay cortapisas morales para lanzar opiniones. “Si no sé algo, lo invento”, como dirían los pedantes. El malo miente de forma consciente y pretenciosa. Consciente porque sabe que es mentira, y se cree su propia mentira. Pretenciosa porque desea arrastrar a todos con su mentira, especialmente a los justos. El libertinaje mentiroso distingue a los malos.

Una aclaración: Los justos a veces se comportan como los malos pero ellos, a diferencia de los malos, buscan el perdón y la restauración. Recapitulando: El uso de sus armas ocultas, la mentira aduladora e hipócrita y el libertinaje sin fronteras contra el justo, distingue al malo. ¿Veis la diferencia? El justo pide salvación para el malo y el malo pide perdición para el justo.

¿Eres tú como el malo?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 22 de julio de 2017

Distinguiendo II

Aunque la sociedad, llevada por las tendencias ideológicas del momento, se empeña en igualarnos a todos y acabar con, no solo la cultura, sino, además, con la biología, la Biblia sigue distinguiendo o diferenciando entre tres actores. De hecho, esta es la verdadera lucha que se inició con el pecado de Adán y Eva influenciados por la ideología satánica que nos metió en la cabeza que podíamos ser iguales a Dios. Estos tres protagonistas son el justo, el malo y Dios. El justo puede ser hombre o mujer, el malo puede ser hombre o mujer y Dios, solo puede ser Dios. Distinguidos los protagonistas, los salmos leídos nos ayudan a reconocer cada uno de ellos, de forma inequívoca, por su manera específica de actuar.

La actuación del justo

El justo, en la Biblia, es aquel que practica la justicia divina en un primer estadio. En una segunda etapa el justo es aquel a quien se le imputa o atribuye la justicia de Jesucristo por la fe. El hombre pecador es hecho justo por la fe en Jesucristo. No es de extrañar, por lo anteriormente dicho, que la primera forma de actuación que se resalta en el justo es la confianza en Dios que mantiene (Salmos 11:1a). El justo tiene una fe genuina en Dios. ¿Qué es una fe genuina? Una fe genuina es aquella que tiene como objeto a Dios. ¿Cómo se percibe esa fe genuina en Dios? Simplificando, ¿Qué es la fe? La fe es poner en práctica las enseñanzas de Dios. La fe es poner en práctica aquello que conocemos de Dios. Por ejemplo: fe es creer en las promesas de Dios como ciertas y vivir de acuerdo a ellas. Ese entendimiento de la fe trae solidez a la vida cristiana. La fe no es un concepto abstracto, es un concepto eminentemente práctico. Todo el mundo tiene fe pero no todo el mundo tiene la fe que salva. La fe salvadora pone su confianza en las promesas del Dios eterno, mientras que la fe perdedora pone su confianza en el hombre mortal. La fe en Dios distingue al justo.

La segunda forma de actuar  que se distingue en el justo es su compromiso fiel y valiente ante la adversidad (Salmos 11:1b). No es fácil mantener el tipo en medio de una mayoría que vive lejos de Dios. La tentación de camuflarse entre ellos, el efecto del camaleón, es una lucha real y diaria. En el fondo a todos nos gusta pasar inadvertidos pero el justo se debe a su compromiso fiel y valiente con Dios. Ante el disparo del cazador o el sonido silbante de la flecha los pájaros huyen despavoridos. El justo, por el contrario, se mantiene firme ante el ruido ensordecedor de la multitud o la más delicada y sibilina manipulación de parte de aquellos que buscan desorientarlo. El compromiso fiel y valiente distingue al justo.

La tercera forma de actuación del justo es una conciencia de la necesidad  real del ser humano (Salmos 12:1). Todo a nuestro alrededor parece indicar que la necesidad es erradicar el hambre, la enfermedad, las desigualdades, el despilfarro, la corrupción… y todo ello solo son síntomas de una misma enfermedad: La humanidad necesita salvación. Esto lo sabe de primera mano el justo porque él mismo experimentó que sin Dios es imposible alcanzar lo bueno y lo verdadero. El problema no es algo externo al hombre, sino que el problema es el mismo hombre. El rey Midas tenía el don de convertir todo lo que tocaba en oro y el hombre tiene el don de convertir todo lo que toca en… poned la palabra vosotros. Un importante astrónomo, Martin Rees, dijo: “Las principales amenazas a la supervivencia de la existencia humana provienen ahora de la gente, y no de la naturaleza”. Con este panorama, una conciencia real de la necesidad de salvación del hombre distingue al justo.

Hay una cuestión más que distingue al justo y se resuelve contestando a la siguiente pregunta: Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo? (Salmos 11:3). La respuesta está en la misma soberanía de Dios: El justo deja actuar a Dios. Dios es el Único que hará justicia porque Dios es el Único que puede hacerla. Pero no quiero adelantarme… Dejar actuar a Dios distingue al justo.

La fe o confianza en Dios junto a un  compromiso fiel y valiente, una conciencia real de la necesidad de salvación del hombre, y dejar actuar a Dios distingue al justo frente a la actuación del siguiente personaje.

¿Eres como el justo?


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 15 de julio de 2017

Distinguiendo I

Hay cosas, circunstancias, actos e ideologías que huelen mal. He compuesto una frase jugando con las palabras sobre el siguiente asunto: La ideología de género. Me encantan las frases sabias e inteligentes de diferentes pensadores. Por ejemplo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios (Lucas 20:25). Admiro esa frase por dos cuestiones: Primero, la dijo Jesucristo y segundo, muestra que la justicia demanda que cada cual reciba lo que le pertenece. C. S. Lewis escribió esta magnífica frase: Todo lo que no es eterno está eternamente pasado de moda. Enseñándonos que lo eterno es lo que realmente trasciende o importa. El escritor Paulo Coelho nos aconseja: Intenta dormir 8 horas diarias por lo menos, 9 si eres feo. Sé que no pasaré a la posteridad por mi frase pero seguiré intentándolo.

La ideología de género
Genera una generación degenerada
¡Sin ningún género de dudas!

La ideología marxista hizo creer al mundo que para acabar con la injusticia, hay que acabar con las diferentes clases que componen la sociedad, es decir, ricos y pobres debían igualarse para alcanzar el ideal de justicia propuesto por Marx. Resultado: millones de muertos. La ideología nazi llevó a una nación entera a creer que para acabar con la injusticia social, había que exterminar a las razas inferiores en pro de la pureza de la raza aria. Resultado: millones de muertos. La ideología de género está llevando a la gran mayoría de la sociedad a creer que por medio de sus postulados se alcanzará la justicia social. El verdadero problema se halla, no en la lucha de clases, no en la lucha de razas, sino en la lucha de sexos. Hay que erradicar, por lo tanto, la desigualdad sexual porque es un error de la cultura. Eso nos traerá la justicia social tan deseada. Resultado: millones de muertos (por ejemplo: abortos).

Tengo una teoría: Cuando estas pestilentes ideologías se dan en la historia poco se puede hacer, excepto a nivel personal. La neutralidad no tiene cabida. O se está a favor o en contra. No hay término medio. Estamos obligados a conocer de qué van estas cuestiones, y máxime como cristianos que han de responder ante Dios. Como he dicho, poco se puede hacer, excepto a nivel personal, distinguiendo los extremos en lucha. Los Salmos 11 y 12 nos ayudan a reconocer las partes implicadas en la lucha ideológica que estamos viviendo.

En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave? Porque he aquí, los malos tienden el arco, Disponen sus saetas sobre la cuerda, Para asaetear en oculto a los rectos de corazón. Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo? Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Sobre los malos hará llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia; El hombre recto mirará su rostro. (Salmos 11:1-7)

Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos; Porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres. Habla mentira cada uno con su prójimo; Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, Y la lengua que habla jactanciosamente; A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros? Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos, Ahora me levantaré, dice Jehová; Pondré en salvo al que por ello suspira. Las palabras de Jehová son palabras limpias, Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; De esta generación los preservarás para siempre. Cercando andan los malos, Cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres. (Salmos 12:1-8)

Medita en ello.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 8 de julio de 2017

Quijotes y Sanchos

Hoy día cada cual tira de la manta para sí. Esta actitud denota claramente dos cuestiones: Todos somos egoístas y no hay nadie que nos ponga de acuerdo. No sé cuál de los dos problemas es mayor, solo sé que lo uno lleva a lo otro, como la pescadilla que se muerde su propia cola. Así vivimos, mordiéndonos a nosotros mismos. ¡Qué estupidez, oiga! Cuando todo el mundo tiene la razón, nadie la tiene porque todos están protegiendo su parte de la manta. Al igual que Sancho recibió un manteo por el no pagar de Don Quijote, nosotros recibimos lo mismo por las deudas de los que nos manejan a su gusto. Estas deudas trascienden lo económico, llegando a la injusticia y la falta de rectitud. Donde otros no han querido pagar por creerse alguien, los Don Quijotes, han quedado como deudores manteados, los Sanchos.

Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo. (2 Samuel 8:15)

Nos guste o no necesitamos personas que nos dirijan. Estas personas están obligadas a administrar justicia y equidad a todos por igual. David lo hizo de esa forma durante su reinado que duró cuarenta años. Aunque tuvo sus luces y sombras, David siempre reconoció sus errores y los subsanó lo mejor que pudo. Líderes como David son los que necesitamos. Líderes que impartan justicia y equidad sin mirar al poder, creencias y tendencias morales o amorales. Debo confesar que soy muy pesimista a que se encuentren esos líderes intachables en la época que vivimos. A los hechos me remito, aunque se haya convertido en un triste tópico decirlo.

¿Cuál fue el secreto de David? Su relación con Dios. De esa relación sacaba apoyo, fuerzas y dirección para cada empresa que tenía por delante. David sabía que Dios mismo lo había erigido como rey y que, por lo tanto, debía someterse a Su consejo. Sin Dios al mando la justicia y la equidad universal no es posible porque el hombre posee un entendimiento y conocimiento parcial de todo. Dios es el que ve las intenciones del corazón humano más profundas y oscuras. Vuelvo a reincidir en mi pesimismo vital: No hay nadie humano, ni lo habrá, que nos dirija con justicia y equidad a todos igualitariamente.

Mi pesimismo se basa en el hombre y sus pecados egoístas: Don Quijote se cree más inteligente que Sancho y Sancho se cree más cuerdo que Don Quijote. ¡Hay esperanza! Mi optimismo se basa en Jesucristo y Sus promesas de reinar con justicia y equidad. Cierto es que David reinó de esa forma por poco tiempo pero Jesús lo hará por la eternidad. ¡Ay de aquellos que no han creído en Sus promesas de salvación! Jesús impartió justicia y equidad eterna en la cruz al morir pagando por nuestros pecados a Su Padre. ¿¡Qué hemos cometido pecado!? Sí, hombre. Cada vez que somos injustos y faltos de rectitud con Dios y los demás hay pecado. Cree en Jesucristo y encontrarás la justicia y equidad que buscas.

Jesucristo: Justicia y Equidad.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 1 de julio de 2017

Lo que me dé la Gana

Vivimos en una sociedad llena de contradicciones. Por un lado, están los abanderados de la ciencia que propugnan de forma intolerante, sí, intolerante, sus postulados sin la humildad suficiente para admitir que, con el tiempo, sus teorías cambian. Es que el “solo sé que no sé nada” de la condición humilde de la ciencia ya se ha perdido en nuestros días. Por otro lado, están los abanderados de los sentimientos que propugnan de forma intolerante, sí, intolerante, sus postulados basados en “no estoy contento con mi cuerpo”. El resultado de estos sentimientos es obvio: cada cual hace de su capa un sayo. ¿Ves la contradicción? Intentan derrocar al Cristianismo con su ciencia o lo intentan malograr con sus sentimientos. ¿No enseñan que lo científico es la verdad y lo demás patrañas? ¿Ahora la verdad es lo que se siente como verdad? Esto no es nuevo en la historia, y máxime cuando los ejemplos que tenemos a nivel social, educacional, religioso y gubernamental están claramente corrompidos. En la época bíblica de los Jueces de Israel pasaba lo mismo que hoy.

En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. (Jueces 21:25)

Cuando no hay una guía clara, cada uno hace lo que le da la real gana. Lo mismo enseña Proverbios: Cuando la gente no acepta la dirección divina, se desenfrena. Pero el que obedece la ley es alegre (Proverbios 29:18). Cuando la sociedad saca a Dios de la ecuación, porque eso mismo es lo que programáticamente están haciendo, hay desenfreno y corrupción a todos los niveles. El bien y el mal son ridiculizados, la verdad y la mentira relativizadas, el amor y el odio emparentados… El pecado, aunque se haya institucionalizado y ya sea legal a los ojos humanos, sigue siendo pecado a los ojos de Dios.

Un día, todos daremos cuenta ante el Trono de Dios por nuestros actos. ¿Qué le dirás a Dios? ¿Cómo te defenderás delante del Dios Altísimo? ¡Dios, mi ciencia es más elevada que la tuya! ¡Necio!, te dirá, ¡Yo soy el creador! ¡Dios, te equivocaste con mi cuerpo! ¡Necio!, te dirá, ¡Yo te creé! No se trata, por mucho que te pese, hacer con la vida que Dios te regaló lo que te dé la gana, sino que tu obligación es buscar el para qué Dios te la regaló. Definitivamente, adherirse a la voluntad divina es infinitamente superior y más lógica que cualquiera ciencia humana o más placentera y más pura que cualquier tendencia sexual natural o impuesta.

Jesús vino para dar sentido a la vida de la humanidad. Él es el Rey Justo que estábamos esperando, Él es el Señor amoroso que deseábamos dirigiendo, Él es el Salvador que anhelábamos. Él solo acepta a pecadores que se arrepientan reconociendo que sus caminos les llevan al infierno. Él solo acepta a los que ponen su fe en Él, dejando a un lado su ciencia imperfecta y sus tendencias pecaminosas. La cruz que sufrió es el símbolo radical del amor de Dios por ti y por mí. Amigo, quizá en este mundo logres grandes cotas entre tus iguales por mantener tus pensamientos y pecados, pero en la eternidad serás desechado y olvidado por el que ahora te tiende Su mano amorosa: JESUCRISTO. La gloria de los hombres pasa, la gloria de Dios es eterna.

Dios pone las reglas.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!