sábado, 9 de enero de 2021

La Vacuna

Al igual que el Pensador de Rodin, muchos andan solitarios a la hora de tomar decisiones, buscar soluciones y pedir consejo. Se auto aíslan detrás de sus conocimientos parciales y sus experiencias personales. A esa vida solitaria se le llama ego. El yo por encima de todo y de todos. El yo anida en el complejo de inferioridad y en el complejo de superioridad. Estos dos complejos demandan dos cosas: ser el centro de atención y éxito en los planes. Si la demanda de atención no es satisfecha o si los planes fracasan, la depresión llega. La sociedad que vivimos actúa de esa forma y así nos va. Entre depresiones, angustias y otros males que afectan al cuerpo y al espíritu.

No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos. (Proverbios 3:7-8)

 

La controvertida vacuna del covid-19 se debe inyectar en dos dosis para que, según los expertos, haga su pleno efecto. El efecto que tendrá es incierto, pero lo tendrá. El sabio Salomón, en pocas palabras, nos describe la enfermedad que padece este mundo angustiado y el porqué, y su vacuna. La enfermedad es apoyarse en la sabiduría propia, no temer a Dios y vivir en el pecado. La vacuna es de triple dosis: No ser sabio en nuestra propia opinión, temer a Dios y apartarse del mal.


Inyectarse esta triple vacuna causará los efectos deseados: un cuerpo sanado y paz para el espíritu. El comentarista bíblico William McDonald nos a firma al referirse a esta promesa que “Salomón, por inspiración divina, se adelantó a sus contemporáneos en el área de la ciencia médica”.[1] Y no le falta razón. Dios nos creó como un todo. Lo que afecta a la mente y las emociones, afecta al cuerpo físico y viceversa, lo que afecta al cuerpo físico afecta a la mente y a las emociones. El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos, se nos vuelve a afirmar en Proverbios 17:22.

Dios usa nuestro cuerpo para que sea receptor de lo que ocurre en nuestro espíritu. Al somatizar nuestras emociones podemos darnos cuenta real de que algo está funcionando mal. C.S. Lewis, en su libro El problema del dolor, comenta: “Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: el dolor es su megáfono para despertar a un mundo adormecido”. Al igual, el dolor que Jesucristo padeció en la cruz fue el megáfono de Dios para despertarnos de nuestro letargo espiritual. Si Jesús no lo consigue, nada lo hará. Si quieres ir más allá de la enfermedad del cuerpo y de la mente debes tener fe en Jesucristo, y no en ti. Si quieres salvarte has de respetar a Dios. Si quieres ser salvo pide a Dios que perdone tus muchos pecados, reconcíliate con Él. Tu cuerpo y espíritu hallarán la paz que solo pueden alcanzar los hijos de Dios.

¡Vacúnate!

¡QUE DIOS TE BENDIGA!



[1] William McDonald, Comentario bíblico (CLIE, 2004), 779.

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