sábado, 10 de julio de 2021

Duda Resuelta

Aunque Juan el Bautista tuvo como misión preparar el camino al Señor, llegado el momento (y no fue un momento de simple dejadez espiritual) dudó de que Jesús fuese el Salvador que había de venir. Desde el sufrimiento carcelario que Juan padecía no es de extrañar que las dudas le asaltasen. Mandó a que le preguntasen a Jesús: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? (Mateo 11:3). Cuando era un adolescente alguien muy especial me dijo que la duda no es un problema, el problema es callarse la duda. Eso mismo hizo Juan: no se calló la duda. Pero lo más importante es que fue al único que podía resolverla totalmente, Jesús. Veo muchos que dudáis sobre quién es Jesús, y eso en sí no es malo. Lo terrible es que preguntáis, si es que preguntáis, a los que tampoco saben nada sobre Él.

Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. (Mateo 11:4-6)

Jesús tuvo la respuesta acertada para un afligido y dubitativo Juan. Él también tiene respuesta para ti, querido lector. Juan necesitaba saber que Jesús hacía lo que estaba profetizado en cuanto a Él. Los discípulos de Juan fueron testigos en cuanto a que las palabras de Jesucristo eran ciertas. Juan estaba a punto de ser decapitado y seguro que pensó “ha merecido la pena mi sacrificio”. Sí, merece la pena darlo todo por Jesús si tus dudas han sido resueltas por Él mismo. ¿Cómo le preguntas directamente a Jesús? Por medio de la oración. Toma unos minutos en quietud. Apártate a un lugar sin ruido. Exprésale tus dudas más íntimas en cuanto a Él. Después mantente en silencio y Jesús hará Su parte.

Jesús hizo lo que nadie ha estado dispuesto a hacer por ti: dar Su vida para rescatarte de la muerte eterna por tus pecados. Si hizo lo más grande, ¿no te responderá las dudas? Otra cuestión es que el orgullo y la soberbia, tan arraigados en el ser humano, no te dejen oírlo. En la cruz hay respuestas para cada persona. Solo hay que acercarse y humildemente pedir respuesta. Jesús te dirá que Su amor por ti lo llevó a sacrificarse, que ya te puedes reconciliar con Su Padre porque la deuda de tus pecados está saldada, que ya no tienes por qué ir al infierno, que tu destino puede ser el cielo. La fe que necesitas es la confianza de saber que Jesús tiene las respuestas a tus dudas y, sobre todo, que las contestará a su debido tiempo.

Pregunta a Jesús.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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