sábado, 9 de noviembre de 2013

Mayordomo Responsable

El archiconocido José fue uno de los mejores mayordomos de la historia. Su vida se nos narra en los últimos catorce capítulos del libro de Génesis. José fue vendido como esclavo al capitán de la guardia de Faraón, Potifar. Como Dios prosperaba todo lo que José hacía, Potifar lo puso como mayordomo sobre todos sus bienes. El capitán de la guardia real solamente se preocupaba de alimentarse. Más tarde fue acusado falsamente de acosar a la esposa de Potifar y dio con sus huesos en la cárcel. El carcelero jefe advirtió rápidamente qué clase de persona era aquel preso y lo puso a cuidar de la prisión y de los prisioneros. Pasaron más de dos años y tuvo la ocasión de interpretar dos sueños que Faraón había tenido. Un sueño hablaba de siete años de prosperidad y el otro sueño hablaba de siete años de carestía. Faraón lo nombró gobernador de todo Egipto y solo el rey estaba sobre José. Gobernó con sabiduría y supo administrar muy bien todo el fruto de los siete años de prosperidad de tal forma que en los años de hambre toda la tierra pudo abastecerse de alimentos. Realmente José fue un gran mayordomo.


Dios ha hecho lo mismo con cada uno de nosotros. Nos ha dado la vida para que sepamos usarla, nos ha puesto como gobernadores de Su Creación para administrarla bien y nos ofrece a Su Hijo Jesús para que por medio de la fe vivamos de acuerdo a Sus parámetros. Todos somos mayordomos de Dios. La raíz del problema está en que hay buenos y malos administradores o mayordomos. El cine caricaturiza a los mayordomos presentándolos como personas estiradas, de pocas palabras, sin vida social y esclavizados a sus señores, sin embargo, la Biblia presenta una visión completamente diferente de lo que es un mayordomo. El buen mayordomo es aquel que ha recibido de parte de Dios el administrar Su casa y lo hace responsablemente sabiendo que de lo contrario recibirá el castigo por su negligencia. Me explicaré en términos hogareños, por un lado está el Dueño de la casa, por otro la casa, y por último, el mayordomo.

El Dueño de la Casa

Para que exista una mayordomía debe haber un dueño de la casa. Este dueño fija las reglas de su casa y asimismo él determina las obligaciones, responsabilidades y privilegios. La Biblia nos revela que DIOS ES EL DUEÑO DE LA CASA.


Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. (Hebreos 3:4)

La Casa

No solo hay un Dueño y Señor, sino también una propiedad sobre la que Dios impone Su gobierno y autoridad. La casa de Dios es El MUNDO en el que vivimos.

De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. (Salmos 24:1)




El Mayordomo

El mayordomo es una persona sobre la que el Dueño ha depositado responsabilidades, por lo tanto, debe cumplir con las reglas de la Casa pues de no cumplir con ellas, se hallará en serios problemas. EL SER HUMANO ES EL MAYORDOMO DE DIOS.

Tomó, pues, el Señor Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. (Génesis 2:15)

Resumiendo…

El Señor de la casa es EL DIOS VIVO
La casa es EL MUNDO
El mayordomo de la casa es EL HOMBRE


Dios, el Señor de la casa, creó un mundo perfecto donde todo tenía un equilibrio y pureza absoluta. Cuando Dios dice que todo era bueno en Su creación nos trasmite el concepto de la total bondad de toda la creación. Si para Dios, la Persona con más altos estándares que existe, el mundo era bueno en gran manera, ni nos podemos llegar a imaginar cómo era nuestro mundo. ¿Me sigues, querido lector?


¿Qué pasó al mundo en el que habitamos y que ahora se nos muestra imperfecto a todas luces? ¿Por qué todo está sentenciado a morir? Los dos primeros mayordomos de la historia fracasaron por desobedecer las reglas que Dios, como Dueño y Señor de Su Creación, impuso. A esta desobediencia la Biblia la llama pecado y desde entonces todos nacemos infectados por ese germen.

Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. (Génesis 3:11-12)

Todos naufragamos estrepitosamente ante Dios a causa del pecado y según cualquier ley debemos pagar por nuestros delitos y en el caso que nos ocupa, todavía más. Por esta causa nos espera el Juicio de Dios que juzgará si hemos sido responsables con Sus reglas. Puede que no te importe nada este asunto pero eso no cambia la realidad de que un día Dios te llamará a Su presencia y te mostrará tal y como has sido con respecto a Él y Su Plan para tu vida. Te pedirá que justifiques tu mayordomía, es decir, la confianza que Dios ha puesto en ti para que cuides de lo que es Suyo.


¿Qué hacer si nunca habías considerado este asunto? Investigar profundamente lo que Dios demanda de ti. Cristo vino a la tierra como el Gran Mayordomo de Dios y de esta forma administrar la salvación que el Padre nos ofrece. Nosotros, incapaces de salvarnos del Juicio condenatorio de Dios, tenemos que recurrir a Jesús que proveyó una puerta de salida por medio de pagar nuestros pecados ante el Padre en una cruz. Obedecer  a Dios es arrepentirte de tus pecados, confesarlos ante Dios y creer en Cristo como tu Salvador y Señor. No obedecer acarrea seguir bajo el Juicio de Dios.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)  

Ser un mayordomo responsable es obedecer a Dios.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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