sábado, 14 de diciembre de 2013

Navidad 2013: Luz Versus Tinieblas

Pienso que no hay nada más absurdo que tener la solución a mano y rechazarla. ¿Cuántos de nosotros nos hemos arrepentido de desaprovechar lo que en su momento nos aconsejaron? Y lo peor de todo es que el hombre es el único animal que tropieza dos veces, y muchas más, en la misma piedra. Cada vez que hemos tropezado en la misma piedra es como si estuviésemos a oscuras, en tinieblas. Será por esa razón que cometemos tantos errores al cabo del año, del mes, de la semana y del día. Pero seguimos desaprovechando los buenos consejos.

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. (Juan 3:19)


Estas fechas navideñas nos recuerdan que Jesús, la luz, vino al mundo y que los hombres prefirieron seguir tropezando en la misma piedra: las tinieblas. ¡Hay que estar insensible para tal elección! ¿Te imaginas? Te dan la oportunidad de tener salud y eliges la enfermedad, puedes ser rico y eliges la pobreza, vivir y optas por morir… Realmente absurdo. Pues no debes sorprenderte, querido lector, porque cada vez que rechazas a Jesús y lo ignoras en navidad y el resto del año, estás eligiendo las tinieblas. ¡Sí! amas más las tinieblas si rechazas a Jesús. Jesús vino y lo has rechazado.

Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (Juan 3:20)

A nadie le gusta que saquen a la luz sus tropiezos. Rechazar la luz es vivir en el anonimato que dan las tinieblas. Encontrarse con Jesús te hace perder ese anonimato y eso lo evitas a toda costa. Navidad se reduce a un intercambio de regalos, reuniones familiares y consumismo… de Jesús, ni te cuento, porque ha desaparecido de la escena, ha sido cruelmente defenestrado y olvidado de unas fechas que se celebran en su honor. Jesús es alguien incómodo pues te dice de qué madera estás hecho.

Jesús nos habla claro, sin tapujos, para que podamos vernos como Él nos ve y de esta forma poder tener una imagen del cuadro completa. La verdad duele y negarlo es una necedad pero Jesús nos habla la verdad en amor. Quitar las piedras que nos hacen tropezar vez tras vez es costoso pero necesario. Un amigo me ha contado una experiencia con su hija que nos enseña sobre el trato amoroso de Jesús, aunque al principio no lo entendamos. Por razones obvias he cambiado los nombres.

Andrea sigue creyendo en mí, sigue creyendo que existo. ¿Por qué digo esto? Ayer la llevé al médico por un resfriado que tiene. Al ver que yo la empezaba a desvestir para el examen médico, me miró confundida. Pero cuando la médico le abrió la boca con el "palito" para observarle la garganta, empezó a tener miedo. "Tranquila", le dije, "papá está contigo." Empezó a llorar.
 Cuando la doctora le pasó el estetoscopio, berreó y se quejó entre lágrimas. ¿Por qué le pasaba esta cosa fría por encima? ¿Por qué lo permitía papá, e incluso le sujetaba los bracitos? La doctora me pidió luego que la tumbara para examinarle los oídos.
Inevitablemente, se puso a llorar más fuerte mientras le sujetaba las manitas para que no atizara el otoscopio. Sus lloros, gritos agudos y contorsiones mostraban que no comprendía lo que estaba pasando. ¿Cómo podría yo, un padre amoroso, permitir que esto ocurriera?
 Después de la visita estaba un poco agitada. Cuando volvió a casa, se refugió con mamá para tomar el pecho. Sin embargo, a pesar de su incomprensión y su confusión, al rato volvió a mí con su sonrisa de siempre, pidiendo 'brazos'. Ahora Andrea sigue creyendo en su papá. No soy una mera ilusión por el hecho que permití que sufriera incomprensiblemente.

La visión de Dios es mucho más amplia que la nuestra y por esta razón creemos que lo que hace no es justo. Si Cristo no te mostrase el pecado que hay en ti ¿de qué tendrías que arrepentirte?  Sería injusto por Su parte no ponerte sobre aviso de que tus pecados te van a llevar al infierno y de esa forma negarte toda oportunidad de poder salvarte.

El amor de Dios se demostró de muchas formas a lo largo de la vida de Jesús y una de esas demostraciones fue nacer a sabiendas que lo rechazarían. Esto no lo amedrentó para conseguir la meta que se había fijado: traer la luz a los hombres, la luz que les libraría de las tinieblas. Jesús nació para morir en nuestro lugar, pagando las cuentas pendientes que teníamos con Dios Padre y de esta forma poder caminar como Sus hijos, hijos de la luz. Lo contrario está claro, hijos de las tinieblas, si rechazamos la mano tendida de Dios.

Estas navidades luminosas, por los millones de bombillas decorativas, tienes la oportunidad de acercarte al que dijo que era la luz, Jesús. Tropezarás con la misma piedra si sigues eligiendo las tinieblas.

Jesús disipa las tinieblas.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario