sábado, 14 de junio de 2014

José I

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. (Colosenses 3:23-24)

La vida de José es la de una persona entregada de corazón a los designios divinos. Esto se demuestra en que a él no le importó quedar mal con sus hermanos ganándose, en el menor de los casos, la antipatía de ellos. Asimismo, Jacob su padre, también se enojó contra José por la simple temeridad de compartir sus sueños con él. La diferencia estribaba en que Jacob sí amaba a José y meditaba en esto (Génesis 37:11). Esta parte de la historia acaba con José vendido por sus hermanos como esclavo (37:28).

La vida de José fue una vida de pureza y santidad. No sucumbió ante las demandas adúlteras de la esposa de Potifar, y salió huyendo (39:10-13). Su vida brilló porque hacía prosperar todo aquello que se ponía a su alcance, gracias a que Dios estaba con José. Potifar (39:2-4), el jefe de la cárcel (39:21-23) y Faraón (41:37-45) pusieron su absoluta confianza en el hebreo bendecido por Dios.

Por último, la vida de José fue de perdón, provisión y bendición. Él perdonó a sus hermanos por el mal que le habían hecho (45:1-4), los proveyó de alimentos para que no murieran (45:5-8), y les entregó una tierra donde habitar seguros en medio de los años que vendrían de penuria (45:9-11).


La vida de José mostró como Dios puede usar a una persona que ve en las circunstancias de la vida la mano de Dios y Su propósito soberano. El siguiente texto bíblico resume el propósito de Dios en José para salvación al pueblo escogido: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (50:20).

José siempre ha sido un personaje destacado de las Escrituras dado que es un tipo de Jesús. Este paralelismo con el Mesías prometido solo se hizo visible cuando Jesucristo habitó entre nosotros y pudimos observar de primera mano los puntos de encuentro entre José y Jesús. Basado en este hecho expongo una tabla con dichos paralelismos.

José
Jesús
Pastor de ovejas (Gn. 37:2)
Pastor de ovejas (Jn. 10:11)
Amado por el padre (37:3)
El Hijo Amado del Padre Celestial
(Mt. 3:17)
Fue enviado a sus hermanos y rechazado por ellos mismos (37:13-20)
Fue enviado a sus hermanos (Israel) y rechazado por los mismos (Jn. 1:11)
Tenía una túnica de colores (37:23)
Tenía una túnica (Jn.19:23b)
Planearon matarlo (37:18-20)
Planearon matarlo
(Mt. 26:4; Mr. 11:18; Lc. 19:47; 22:2)
Fue vendido por 20 piezas de plata
(37:27-28)
Fue vendido por 30 piezas de plata
(Mt. 26:15)
Fue siervo (Gn. 39:4a)
Tomó forma de siervo (Fil. 2:6-7; Is. 42:1)
Fue tentado y venció la tentación
(39:7, 10-13)
Fue tentado 40 días y venció la tentación (Mt. 4:3-10)
Perdonó a sus hermanos (41:1-15)
Rogó al Padre por perdón para sus hermanos homicidas (Lc. 23:34)
Preso en medio de dos delincuentes
(40:1-19)
Fue crucificado en medio de dos delincuentes (Mr. 15:27)
Dios lo exaltó en la tierra de Egipto
(41:39-43)
Dios lo exalto hasta lo sumo (Fil. 2:9)
Dios lo puso por salvación de su familia 
(45:7-7)
Dios lo puso por salvación de las naciones.
(1 Jn. 4:14 ; Jn. 4:42)[1]

He aquí la historia de José como, tal vez, él nos la contaría.

Capítulo 1

Crecí en la tierra de Canaán en medio de una familia muy numerosa, tanto que hoy día casi sería un delito. Todos mis problemas comenzaron cuando cumplí diecisiete años. Yo era pastor de ovejas y veía las malas artes de mis hermanos e informaba a mi padre de ellas. Esto los crispaba y se enojaban contra mí profiriéndome insultos, indiferencia y malos tratos.

Me siento un privilegiado pues mi padre me amaba más que a mis otros hermanos dado que me había tenido siendo ya viejo. Esto también me causaba serios problemas con todos mis hermanos. Os pondré un ejemplo. Un día Jacob, mi padre, decidió hacerme una túnica de hermosos colores y esto provocó las envidias de mis hermanos de forma más patente.


Para colmo de mis males soñé que toda mi familia, incluidos mis padres, se inclinaban ante mí como si yo fuese un rey. Al contárselo a ellos se enojaron contra mí aún más. ¡Hasta papá se enojó conmigo! Pero lo analizaba al detalle. Ahora sé que Dios nos reveló algo muy especial en cuanto a Su voluntad para nosotros.


Un día mi padre me envió a ver cómo estaban mis hermanos y ellos me quisieron matar apresándome y escondiéndome en un pozo del desierto. Felizmente para mí decidieron no matarme, pero me vendieron a unos ismaelitas que pasaban por allí y se dirigían a Egipto. Después supe por ellos mismos que mancharon mi túnica con sangre de animales y la presentaron a mi padre como prueba de haber sido muerto por una alimaña. Mi padre lloró amargamente siendo consolado por los hipócritas de mis hermanos. Los madianitas me vendieron como esclavo a Potifar, capitán de la guardia de Faraón.

Capítulo 2

Mi hermano Judá desobedeciendo las normas familiares escogió esposa entre las mujeres cananeas. Tuvo tres hijos y les puso por nombre Er, Onán y Sela. Judá casó a Er, su primogénito con Tamar pero Dios quitó la vida a Er por causa de su maldad. Mi hermano Judá se vio obligado a ofrecer a su segundo hijo, Onán, para que diese descendencia a Tamar. Con Onán pasó lo mismo que con Er ya que hacia prácticas que desagradaban a Dios y murió. Judá pidió que Tamar esperase a que Sela, su tercer hijo, fuese mayor y pudiera levantar descendencia a sus hermanos.

Tamar esperó muchos años sin ver cumplida la promesa hecha por su suegro. Al morir la esposa de Judá Tamar ideó una forma para hacer justicia a su agravio. Ella se vistió para seducir a mi hermano y lo esperó. Judá la tomó por una prostituta pactaron el precio y se acostó con ella. Para garantizarse que Judá le pagaría la deuda contraída Tamar le pidió el sello, el cordón, y el báculo a lo que su suegro aceptó.

La sorpresa para Judá fue que cuando intentó pagar a la mujer nadie la conocía ni la había visto. Al cabo de tres meses dieron a noticia a mi hermano de que Tamar estaba embarazada y Judá pretendió matarla según la costumbre para los adúlteros. Ella se defendió mostrando el sello, el cordón y el báculo de Judá. No le quedó más remedio que reconocer el delito cometido y asumir su responsabilidad. Jamás volvió a tener relaciones sexuales con ella. Fares y Zara fueron los hijos que le dio Tamar.

Esto simplemente es una muestra de lo que mis hermanos eran en cuanto a su proceder y moral: muestra de desobediencia a los padres, mala educación de los hijos, incumplimiento de las promesas e impureza sexual. En este medio ambiente viciado crecí pero Dios me había reservado algo muy especial.

Y esto es solo el comienzo...

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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