sábado, 17 de septiembre de 2016

Si Tan Solo

Imagina que puedes lograr tus deseos más grandes si tan solo sigues a pie juntillas el consejo que se te da. No importan tus dudas, tus inseguridades o tus prejuicios. Lo que importa es si tan solo haces lo que se te pide de forma sincera. Podemos recordar la rebeldía natural frente a los consejos que recibimos en la niñez y adolescencia de nuestros padres. A veces me hallo aconsejando a los alumnos con esta frase: “Si quieres ser feliz haz feliz a tus padres”. Si quieres ser feliz obedece sus reglas pues ellos quieren lo mejor para ti. Lo contrario serían unos padres desnaturalizados. La experiencia en este sentido con Dios no difiere de la paterna, pues a Dios se le reconoce como Padre. Por lo tanto, si quieres ser feliz haz feliz a Dios.

« ¡Si tan sólo prepararas tu corazón y levantaras tus manos a él en oración! Abandona tus pecados y deja atrás toda iniquidad. Entonces tu rostro se iluminará con inocencia; serás fuerte y estarás libre de temor. Olvidarás tu sufrimiento; será como agua que corre. Tu vida será más radiante que el mediodía; y aun la oscuridad brillará como la mañana. Tener esperanza te dará valentía. Estarás protegido y descansarás seguro. Te acostarás sin temor; muchos buscarán tu ayuda. Pero los malos serán cegados; no tendrán escapatoria; su única esperanza es la muerte». (Job 11:13-20 – Nueva Traducción Viviente)

Este consejo dado a Job sigue vigente para todos nosotros. En resumen: Para ser feliz abre tu corazón y busca a Dios en oración confesando tus pecados y abandonándolos. Lo que sigue es el resultado de haber hecho feliz a Dios al obedecerlo: inocencia, fortaleza y libertad, olvido, frescor, luz, valentía, protección, descanso, apoyo para otros. Todo lo anterior te dará Dios si tan solo obedeces su llamado a hacer lo que te pide.

Jesús vino a nosotros, dejando el Cielo, para hacer feliz a su Padre. El padre estaba airado contra nosotros por haber pecado contra Él. Jesús, el único que podía satisfacer la ira justa de Dios, obedeció el mandato para que por su sacrificio en la cruz pudiese aplacar esa ira y devolvernos la oportunidad de restablecer nuestra amistad con Dios. Piensa, querido lector, si tan solo obedeces a Dios te salvarás. ¡Hazlo hoy! El texto termina con una advertencia a aquellos que no quieren hacer feliz a Dios. Son los malos y serán cegados, no tendrán escapatoria el día del juicio, y la muerte acabará con ellos. Huye de pertenecer a este grupo de desobedientes porque se perderán en el infierno eternamente por haber rehusado conscientemente de obedecer a Dios.

Obedecer es felicidad.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!            

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