sábado, 19 de octubre de 2019

Sólo en Jesucristo


El cristiano está llamado a exaltar a Jesucristo. Poner en lo más alto a Jesús es nuestro cometido más excelso. Somos como vallas publicitarias a la vista de los transeúntes, puestas en alto para anunciar la salvación de Dios. Ser voceros de las calamidades de esta sociedad es una de las mejores armas para seguir proclamando la necesidad de Cristo en cada vida. Esas calamidades hacen que el mensaje de Jesucristo sea más claro y evidente. Él predicó la necesidad del arrepentimiento de nuestros pecados y de volvernos a Dios con fe. Sólo los ciegos no lo ven… y hay muchos. Tú, quizá, seas uno.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)
“… ningún otro…”, “… no hay otro…”. Contra el relativismo social, absolutismo cristiano. ¡Sólo en Jesucristo hay salvación! El texto citado no deja lugar a la duda: ¡Sólo Jesús puede salvarnos! No busques en la política, en la solidaridad, en el cambio climático y en lo bueno que eres. Nada de eso te librará de lo que te separa de Jesucristo y Su salvación: ¡El pecado! Todo aquello para lo cual Dios no te creó, a lo cual vives aferrado, es tu pecado y necesita del perdón divino. Querido amigo, si no corriges el rumbo tu barco se irá a la deriva. El infierno te espera.

“… dado a los hombres…”. ¡Jesús es tuyo! El que es el dador de la única salvación posible es un regalo llegado desde el cielo para ti. Lo tomas o lo dejas. No hay camino intermedio. No hay medias tintas. Jesús es un regalo tan valioso que desecharlo trae consecuencias horrendas. En cambio, si recibes a Jesús como Salvador y Señor de tu vida serás eternamente salvo, es decir, tu vida será eterna y serás llamado hijo de Dios con plenos derechos. Jesús fue dado a ti y a mí para pagar la deuda del pecado que teníamos con Dios. Él pagó por ellos en una cruz para salvarnos y reconciliarnos con Su Padre. Recuerda: Dios te ha regalado a Jesús. Es toda una responsabilidad.

¡Jesús. Jesús, Jesús!

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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