sábado, 16 de mayo de 2020

Justicia o Pecado


En un mundo de ensueño, donde todos son iguales y libres, hay dos factores determinantes sin los cuales ese mundo idílico es pura fantasía: justicia y pecado. Claro está, y el que no lo vea tan claro que se vaya aclarando, que los ideales políticos, humanistas, científicos o éticos sólo nos están llevando a vivir en una distopía cada vez más evidente. Y es que un mundo que desea justicia debe rechazar el pecado. Justicia es solucionar un conflicto entre dos partes y que éstas queden plenamente satisfechas y en paz. Pecado es el egoísmo impidiendo que la justicia se imparta a espuertas. En un mundo donde la pérdida de cualquier cosa es denigrante y la ganancia a toda costa honrosa, el pecado congela a la justicia. Se nos olvida que para ganar, muchas veces es necesario perder.
La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la deshonra de cualquier pueblo. (Proverbios 14:34)
El proverbio citado contrasta dos conceptos que se auto excluyen: justicia y pecado. Estos actos no pueden ir de la mano jamás. Si hay justicia, no hay pecado. Si hay pecado, no hay justicia. Además, la justicia tiene el efecto beneficioso de engrandecer y el pecado el efecto pernicioso de deshonrar. Si ves a una nación nadar en los mares de la injusticia estás observando el pecado de esa nación en decadencia y, por el contrario, si ves como la justicia es impartida con equidad esa nación es próspera. ¿Qué ves al mirar a tu nación? ¿Justicia o pecado? Sé honesto. Yo veo pecado, no justicia.

Ahora bien, no puedes cambiar a una nación si primero no te cambias a ti mismo. Si actúas injustamente estás pecando. Si prefieres ganar siempre a perder para ganar no eres justo sino pecador. En vez de engrandecerte te estás deshonrando por la sencilla razón de actuar egoístamente del mismo modo que lo hace una sociedad cargada de pecado por actuar injustamente. Te aconsejo que comiences a imitar a Jesús. Jesús es el ejemplo supremo de justicia sin un solo atisbo de pecado. Jesús es el ejemplo supremo de perder para ganar. Jesucristo fue Justo pagando las costas de nuestros pecados ante Dios en una cruz porque nosotros somos pecadores y Él, no. Jesús puso en práctica el perder para ganar dejando Su gloria, limitándose a un cuerpo humano, siendo maldecido por sus contemporáneos y asesinado como un malhechor. Pero a los injustos o pecadores les salió el tiro por la culata. Él pagó con Su vida para salvarnos y perdió Su gloria para ganarnos. Por lo tanto, arrepiéntete de tus muchos pecados, cree en Jesucristo como tu Señor y Salvador y serás engrandecido con el apelativo de justo por los méritos de Jesucristo. De lo contrario tus pecados te alcanzarán, recibiendo la retribución merecida: el infierno.

Perder para ganar.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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