sábado, 12 de julio de 2014

José V

Capítulo 9


Ya no lo podía soportar más, tenía que revelarles mi secreto cuanto antes. Mandé que saliesen todos los que allí se encontraban y me quedé a solas con mis hermanos. La tensión pudo más que yo y lloré tanto y tan desconsoladamente que hasta los egipcios pudieron oír mi pesar.


−Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?−,  fue mi presentación. Mis hermanos se quedaron de una pieza, temerosos y mudos. Reaccioné prontamente, les pedí que se aproximaran cerca de mí, les recordé el agravio que contra mí cometieron vendiéndome como esclavo y les revelé que todo aquello lo utilizó Dios para el bien de Su pueblo.


Los envié presurosamente de vuelta a su tierra para que diesen la buena noticia a Jacob, mi padre, y que lo trajeran a Egipto con la promesa de que habitarían en Gosén, cerca de mí, donde podré alimentarlos en los años que nos quedan de fatalidad. − ¡Apresuraos! ¡No deis descanso a vuestros pies hasta ver mi deseo cumplido! ¡Contadle a papá que su hijo está rodeado de gloria!


Me abracé Benjamín, lo besé y lloramos juntos. Pude abrazar a todos, llorar con ellos, y además conversar sobre todo aquello que necesitaba oír de sus labios: perdón, reconciliación, todos los años perdidos sin saber nada de ellos y de mis padres…


Después de la feliz reconciliación abastecí a mis hermanos conforme me había ordenado Faraón, al cual habían llegado la alegre noticia, con carros, regalos, ropa, dinero y alimentos y el mandato de traer de vuelta a mi padre. –No peleéis por el camino−, les aconsejé.


¡Cuánto me hubiese gustado ver la cara de mi amado padre al recibir la noticia de mi situación! Lo más maravilloso es que rápidamente quiso verme, − ¡Basta!−, dijo callándolos, pues no quería escuchar más a sus hijos sino poder vivir de primera mano lo que les estaban contando. ¡Mi padre me ama!


Capítulo 10

Mi padre viajó con todas sus pertenencias y en Beerseba ofreció sacrificios a Dios. Por la noche recibió Palabra de Dios por medio de visiones que le tranquilizaron en la decisión de habitar en Egipto, Dios renovó Su Pacto para hacer de Él una gran nación, Dios estaría con Israel y yo cerraría sus ojos al morir.



Partieron de Beerseba a Egipto con ánimo pronto llevando toda la descendencia de Jacob en los carros de Faraón, sus ganados y sus riquezas. Jacob envió como emisario a Judá con el fin de anunciarme que nos encontraríamos en la tierra de Gosén.


Conduje mi carruaje y me presenté ante mi padre. Describir la escena de este bendito momento no me es nada fácil pues fueron años que pasé en soledad, necesidad y sin consuelo. Ahora mi confianza en Dios se vio recompensada en grado sumo. Nos fundimos en un solo abrazo y lloré por mucho tiempo mientras papá me acariciaba diciendo lo mucho que me amaba. Me expreso su sentimiento de consuelo por nuestro encuentro haciéndome ver que ya moriría en paz, dado que me encontró vivo.


Fui a faraón y lo puse al corriente sobre la llegada a Egipto de mi padre y mi familia, pero antes les advertí que cuando Faraón les preguntase ¿cuál es vuestro oficio?, ellos contestasen que eran ganaderos desde la juventud, de esta forma vivirían en Gosén, pues los egipcios rehúyen de los pastores de ovejas.


A Dios gracias por la posición que me dio frente a Faraón. No dudé ni un momento de que su respuesta ante mis peticiones sería más que atendidas, sobrepasadas. Así que, con toda confianza, pedí audiencia en palacio y me presenté delante de Faraón. Él me atendió con verdadero interés y amabilidad. Siempre fue así gracias a que Dios me reveló sus sueños y esto me dio pie a desplegar la sabiduría divina en los años de abundancia y ahora, en la escasez.

Reencuentro, perdón y reconciliación.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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