sábado, 18 de marzo de 2017

¿Qué Escribir?

¿Qué escribir cuando el mundo vive envuelto en una guerra de la razón contra la Biblia? ¿Qué escribir cuando una mayoría ha declarado la guerra a Dios? Sí, ese es el meollo de la cuestión: las personas batallan para derrocar a Dios del horizonte. Detrás de todo ello subsiste el pensamiento de la libertad absoluta y Dios es una figura que se percibe como limitadora de esa libertad que el ser humano anhela. Por supuesto, nada más allá de la realidad. Jesús dijo: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32). Pero para conocer la verdad y ser libres hay dos pasos previos, por lo tanto, ¡sé de qué escribir!

Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres (Salmos 90:3)

Primer paso: Para vislumbrar, hasta el punto de entender a Dios, se necesita la intervención de Él. Volver y decir son los verbos previos al mensaje divino para el hombre: ¡Convertíos! Jesús proclamaba lo mismo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2). Dios es el que nos quebranta para que escuchemos Su voz diciéndonos: ¡Convertíos! ¡Arrepentíos! Eso es un milagro que solo Dios puede hacer. Querido lector, si Dios no te da la gracia de entender Su mensaje, no tienes posibilidad de salvación. Pídele con fervor que habrá tu mente y corazón para recibir Su luz.

Segundo paso: Dios te hará entender dos cosas para que puedas ser salvo y que Jesús las compartió con aquellos que habían creído en Él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:31-32). Creer en Jesucristo y permanecer en Su Palabra son los requisitos previos para conocer la verdad y ser libres. ¿Cómo muestro que he creído en Jesús? Obedeciendo Sus Palabras que están en la Biblia. Quizá demasiado sencillo para un mundo tan complejo como el nuestro. ¡El mensaje del evangelio es muy sencillo! Tan simple que hasta los niños lo entienden plenamente.

Hay un precio que debes pagar: Poner tus miras en Jesucristo y desechar al mundo. Jesús pagó el precio por ti, costándole la cruz. ¡Cuán poco y ridículas se ven mis pérdidas a la sombra de la cruz! La gran tentación es dejarse arrastrar por la marea del pensamiento humano y diluirse en ella. ¡No! No te disuelvas en la masa. Dios te creó único e inconfundible y ellos te enseñan que todos somos iguales: Todos debemos vestir igual, todos debemos pensar lo mismo, todos debemos comer igual, todos debemos ser del mismo sexo…

Te seguiré, Señor.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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