Execrable, como poco, es el terrorismo sufrido anoche por
los parisinos. Lupus est homo homini,
o lo que es lo mismo, lobo es el hombre
para el hombre. Somos malos para con nosotros mismos y lo ocurrido ayer es
una muestra extrema de ello. Truncar vidas en nombre de dioses o religiones es
plenamente absurdo. En ese sentido concuerdo con el siguiente comentario vertido
en elpaís.com.
Manuel GirónLAMENTABLEMENTE, una vez más, la intolerancia golpea a París con ataques terroristas sin sentido alguno. Sin dioses y religiones posiblemente seríamos mejores humanos.[1]
Sí, los diosecillos y las religiones esclavizan
empobreciendo la inteligencia y la moral, dejándonos escenas tales como las
vividas en París y que se van repitiendo a lo largo de la historia de la
humanidad, llegando a nuestros días. Mal interpretamos la gran mayoría de las
cuestiones y no iba a ser menos con Jesús. Él no vino a instaurar una religión
como un diosecillo más. Él vino a proclamar las buenas nuevas de salvación para
todos porque es Dios, en mayúsculas. El único Dios, no hay otro. Todos los
demás son diosecillos inventados para justificar nuestros actos bochornosos y
pecaminosos.
¿Cuál es el germen de tamaña locura? Me atrevo a decir que
nuestros actos diarios. Hay que reconocer el grado de atrocidad del terrorismo,
pero no menos atroces son los abortos diarios de bebés inocentes que no se
pueden defender mientras no hacemos nada, los miles que huyen de sus países por
regímenes malvados y nos quejamos de ello porque sentimos que nos van a quitar
el pan o los millones de parados por culpa de unos gobiernos que son corruptos,
a los cuales no les importamos lo más mínimo. Actos diarios que cauterizan la
mente y el corazón haciéndonos insensibles ante tanto horror.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. (Juan 3:16)
El amor de Dios por nosotros es el antídoto que nos puede
librar del mal que generamos nosotros solitos. La clave está en Jesucristo. El Padre
lo entregó por nosotros para que tengamos lo posibilidad de redención por todos
nuestros pecados y así poder ser salvos de la ira de Dios debido a nuestras
perversiones (pecados), pequeñas o grandes, si es que se pueden medir de esa
forma tan simplista. Si no quieres perderte y disfrutar la vida eterna de Dios,
ven hoy a Jesús, cree en Él y arrepiéntete de tus pecados. Así de fácil, así de
radical.
Deja los diosecillos y las religiones.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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