La distopía es una concepción del futuro donde todo lo malo
se hace realidad. La literatura y el cine se han hecho eco de ello. Como ejemplos
hallamos la novela titulada 1984 del
escritor George Orwell o Blade Runner,
dirigida por Ridley Scott. Ahí se nos presentan sociedades futuras con leyes
liberticidas, falta de recursos y amorales. La
ley de Murphy se cumple estrictamente en las comunidades distópicas: Si
algo puede salir mal, saldrá mal. Creo que no son tan desacertadas esas
visiones negativas del futuro. El ser humano, de una forma u otra, consciente o
inconscientemente, sabe que el futuro no le depara nada bueno.
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. (Apocalipsis 20:15)
La Biblia encamina a cierto tipo de personas, los que no
aparecen en el libro de la vida, a una distopía real: el infierno. Si preguntas
por qué has de salvarte de la quema una respuesta idónea y legítima es librarte
del infierno. En la Biblia se describe el infierno como un lugar indeseable y
eterno. Todo lo malo que has temido se hace realidad eterna. La distopía imaginaria
más extrema es rebasada por la horrible realidad que espera a los habitantes
del infierno. No hay consuelo, no hay esperanza, no hay vida. El sufrimiento es
constante, la oscuridad es palpable, la soledad insufrible. ¿Quién no querría
escapar del infierno? Corazones vendidos al pecado que hallarán su recompensa
cuando mueran y ardan bajo autoacusaciones de haber rechazado el escape.
Aquí y ahora hay esperanza de librarse del infierno futuro. La
oportunidad existe mientras transites por este mundo, después se cierra la
puerta. Es urgente que tu nombre sea anotado por Dios en el libro de la vida. Tu
pecado ha provocado la ira justa de Dios y has llegado a ser merecedor del
infierno. Dios es Santo y no puede tolerar el más mínimo pecado en Su
presencia. ¿Cómo te salvas? Por desgracia, no puedes hacer nada. Ahora bien,
por gracia, la divina, hay esperanza para ti. La única forma de ser inscrito en
el libro de la vida y librarte del infierno es Jesucristo. Él pagó el precio que
no podías pagar por tu rescate en una cruz, dando Su vida por ti. Él, que no
pecó, Él, que era Santo, te abrió la puerta para poder ser salvo. Arrepiéntete
de tus muchos pecados y por tu fe en Jesucristo. Nada ni nadie puede librarte
del infierno eterno, solamente Jesús.
Terrible realidad futura.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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