La confesión es el acto de hablar la misma cosa que se ha hecho, según la palabra griega de la que deriva. La imagen que puede venir al pensamiento cuando se piensa en la palabra confesión es la de un individuo que está ante un tribunal testificando de una serie de hechos que ha cometido él u otros. Dependiendo de la veracidad de su confesión el juez tendrá a su disposición suficientes elementos para declararlo inocente o culpable. Si el juez declara culpable al juzgado, pagará por sus delitos. Si, por el contrario, el declarante es inocente, será absuelto y quedará libre.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9)
La Biblia suscribe que todos somos culpables por nuestros pecados y que estamos condenados por ello. La única escapatoria que nos libra de la condena es otro tipo de confesión. La confesión sincera que habla la misma cosa que estamos dispuestos a asumir conscientemente es una prueba indudable de que somos salvos. Declarar en voz alta que Jesús es nuestro Señor y que creemos en el poder de Dios para resucitar a Jesús de la muerte es la evidencia de alguien que reconoce quién es Jesucristo y el poder de Dios. Querido lector, ya va siendo hora de que te arrepientas de tus pecados delante de Dios y confieses que Jesús es tu Señor a otros creyendo en Su resurrección. Esta confesión es la forma más sincera y práctica de mostrar a todos que has sido salvo por la fe en Jesucristo.
Confiesa a Jesús.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario