Al final todo lo que el ser humano ama lo transforma en un ídolo idólatra. Ahora la ecología se une a la pasarela de los ídolos reverenciados. Perseguir el ideal de una ecología verde, sostenible (y feminista) termina siendo un ídolo que exige devoción, sumisión y sacrificio. Por eso no es de extrañar que un cartel publicitario defina como ecólatra a todos aquellos que sienten devoción por una ecología verde, sostenible (y feminista). Es que el corazón del ser humano, cuando deja de adorar a Dios (verdadero objeto de nuestra adoración), se convierte en idólatra de aquello que persigue, véase la ecología convertida en ecolatría.
Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. […] Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos. (Sal 115:4, 8)
Los ídolos que crean las personas pueden estar fabricados de materiales valiosos, pero solo son hechos por manos imperfectas que quieren alcanzar la perfección salvándose a ellos mismos del destino que saben que les espera. Un ídolo es frío, mudo, sordo, inexpresivo… sin vida. Pues bien, los que moldean tales ídolos son fríos, mudos, sordos, inexpresivos… sin vida. Un ídolo es cualquier cosa que pones en lugar del Dios Verdadero. Solo Dios puede ser adorado y Él no comparte esa honra con nada ni con nadie. Si idolatras a la ecología, eres un ecólatra. Has cambiado la adoración a Dios por un ideal que es estéril a la hora de redimirte.
Deja de confiar (poner tu fe) en lo que no te conviene. Ningún ídolo te librará de tus pecados que te han apartado de Dios. Es más, tus pecados aumentan cada vez que te arrodillas ante tus ídolos en actos de sumisión y sacrificio. Solo Jesucristo es digno de ser adorado. La razón es muy sencilla. Él es Dios. El Dios que pagó por tus pecados de idolatría en una cruz para que con Su sacrificio pudieses reconciliarte con Dios Padre. Querido lector, ser un idólatra te llevará al infierno, pero ser un adorador te llevará al cielo. ¿A qué estás esperando para cambiar tus ídolos por el Dios Verdadero? Arrepiéntete de tus pecados ante Dios y sigue a Jesús.
No sigas las modas idolátricas.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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