Transcribo a continuación el siguiente artículo de
vanitatis.com.
De pequeño, a Ángel
Corella sus compañeros de clase le pegaban y le tiraban piedras. Ahora, le
quieren echar a patadas de nuestro país. Su pasión por la danza le obligó,
desde el principio, a pagar un alto peaje. Pese a ser uno de los mejores
bailarines de la historia, no en vano le consideran el heredero de Nureyev,
Ángel ha sufrido mucho. Y lo hace sin perder su característica sonrisa.
En Estados Unidos, las
grandes estrellas de Hollywood se lo rifan para verle en un espectáculo. De
hecho, cuando era primer bailarín del prestigioso American Ballet en el
Metropolitan Opera House de Nueva York –lo dejó en junio del año pasado para
cumplir un sueño en Barcelona que se está convirtiendo en pesadilla- le
reverenciaban como si fuera Dios, a duras penas podía pasear por la calle entre
tanto halago y aplauso y aquí, en Barcelona, muerde el polvo. Es un ídolo con
pies de barro tocado y hundido.
“En lo físico, lo
mental y lo económico me han derrotado. Tengo un gran sentimiento de
frustración, pero no soy masoca. Después de diez años apostando por lo que
creo, lo voy a tener que dejar. Me están echando a patadas de aquí”, confiesa
resignado en su escuela de la ciudad condal, sede de su compañía de danza
Barcelona Ballet. A través de la fundación que lleva su nombre está intentando
que España tenga su propia compañía nacional de danza, “algo inaudito porque la
mayoría de los países tienen una”.[1]
“Nadie es profeta en su tierra”, Ángel. No reconocer a nuestros
talentos nacionales está entre los pecados de nuestro pueblo. Como describe el
artículo cuando estabas lejos de tu tierra vivías en la gloria, porque
sencillamente ocupabas el lugar que te correspondía. Seguiste tu sueño, como
tantos otros, que aun habiendo alcanzado la fama, saben que no serán totalmente
felices, que no estarán absolutamente completos, hasta no ver realizada la meta
que se habían propuesto.
Me imagino bajándote del avión con una maleta llena de
proyectos y la esperanza de crear algo que ya debía de haber en este, tu país:
una compañía nacional de danza. “Manos a la obra”−te dijiste−. Poco a poco, o
mucho a mucho te fuiste dando cuenta de la triste realidad pues del cielo caíste
en el infierno y te han rechazado al punto de echarte a patadas, como tú mismo
comentas.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (Juan 1:11)
Eso mismo le pasó a Jesús cuando se hizo hombre naciendo en
un humilde establo del pueblo de Belén. En el Cielo era el Rey del Universo y
en la tierra un desconocido. En el Cielo caminaba entre calles de oro y en la
tierra por caminos polvorientos. En el Cielo era adorado por miríadas de
ángeles y en la tierra difamado por los poderosos. En el Cielo era rico en la
tierra pobre. En el Cielo estaba al amparo del Padre y en la tierra llegó a
sentir la soledad más oscura de verse separado del Padre.
Voluntariamente hizo suyo el sueño de Su Padre para con el
hombre, el suyo propio. Dejó Su gloria y descendió a la tierra. Aquí halló la
oposición de todos aquellos que subestimaron rechazándolo hasta el punto, no de
patearlo, metafóricamente hablando, sino de asesinarlo literalmente hablando. La
gran diferencia entre Ángel y Jesús es que éste ya sabía a lo que venía, a
morir.
Es que, aunque en el Cielo todo marchaba bien, en la tierra
todo iba mal a causa del pecado que supuso desobedecer la ley de Dios y de esta
forma darle la espalda al Creador. El Padre tomó la iniciativa e hizo que Su
Hijo tomará forma humana haciéndose, también, verdadero hombre. Ese es Jesús
cien por cien Dios y cien por cien hombre para poder salvarnos eternamente. Siendo
Dios tiene el poder de resucitar de los muertos y siendo hombre tiene el poder
de llevarnos a Dios por Su sacrificio.
A Jesús le “echamos a patadas” porque se dejó por amor,
incomprensible, hacia cada uno de nosotros. Hoy podemos disfrutar de comunión
con el Padre si creemos en Jesús y nos arrepentimos de nuestros pecados.
Mas a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan
1:12)
Si quieres que estas navidades sean distintas invita a Jesús
a su cumpleaños. Monta una fiesta por todo lo alto en el centro de tu corazón y
ábrele las puertas del mismo, para que viva en él por siempre. De esta forma
serás hijo de Dios ¡nada más y nada menos!
Y aquel Verbo (Jesús) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14)
Al igual que Ángel Corella pudo haber tenido un impacto
cultural grande en España por medio de la danza, Jesús se puede convertir en
alguien que pudo haber cambiado tu vida y dejaste neciamente pasar de largo.
Cristo se hizo hombre (carne) para vivir entre nosotros mostrándonos la gloria
de Dios. Él nos trajo Su Gracia y Su Verdad que tanto necesitamos. En ti queda,
querido lector, aceptar o seguir rechazando el amor de Dios por medio de
Jesucristo. De mientras te dejo con este aviso:
BUSCAD AL SEÑOR
MIENTRAS PUEDE SER
HALLADO,
LLAMADLE EN TANTO
QUE ESTÁ CERCANO.
(ISAÍAS 55:6)
Ten cuidado con subestimar a Jesús.
¡QUE DIOS TE BENDIGA ESTAS NAVIDADES!
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