A María, una joven de Israel, se le presenta un ángel
enviado por Dios, Gabriel, para darle una gran noticia que la dejó pasmada y
miedosa. No todos los días se nos presenta un ángel enviado por Dios para
mostrarnos lo que Dios mismo quiere de nosotros. No sé si te ha ocurrido a ti,
pero yo nunca he recibido tal visita. Las visitas inesperadas traen sus
sorpresas, y esta a todas luces, las trajo. Es por eso que las siguientes
palabras del ángel Gabriel se gastaron en tranquilizar a María de su miedo.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has
hallado gracia delante de Dios. (Lucas 1:30)
Gabriel conocía la debilidad humana del temor a lo
desconocido y después de su famoso saludo “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú
entre las mujeres” (Lucas 1:28), la calma con el mensaje de paz que
traía de parte de Dios. La responsabilidad de esta joven hebrea sería dar a luz
al Hijo de Dios: Jesús. Ella en su vientre y con el milagro efectuado por el
Espíritu Santo daría forma al cuerpo humano de Jesucristo. Por medio de la
profecía dada siglos antes de este suceso todos esperaban al Mesías que lo
libraría de sus pecados y haría la paz con Dios de una vez y para siempre.
El mensaje que recibió María de boca del ángel Gabriel fue
el mismo que años después recibirían de Jesús: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado (Mateo 3:2). Dios no está lejano y ha abierto una puerta
que nos conduce a Él. Esa puerta es Jesucristo, Dios hecho ser humano. Al igual
que María halló gracia ante los ojos de Dios, nosotros recibimos esa misma
gracia por medio de Jesús. Esa es la gran noticia del evangelio: en Jesús hay
Gracia y perdón para poder reconciliarnos con Dios.
Tu actitud, querido lector, debe ser, como lo hizo María,
recibir el mensaje de Dios y afirmar: Hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38).
Tú has hallado Gracia delante de Dios, simplemente te resta usar para tu bien
de ella. Arrepiéntete de tus pecados y cree en Jesús como tu único Salvador. Él
traerá Gracia y Paz a tu vida. Rechazar el mensaje de Jesús te mantendrá
enemistado con Dios permaneciendo en tu muerte espiritual, consecuencia de tus
pecados. Ahora tienes delante de ti la oportunidad de tener paz con Dios por
medio de Jesucristo, quien pagó por tus pecados en una cruz, y de esta forma
cruenta hacer la paz con Dios en tu beneficio.
Aprovecha la oportunidad.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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