Hay muchas cuestiones que son milagrosas en este mundo y que
nuestras mentes no alcanzan a entender. Los milagros, por definición,
trascienden los parámetros normales de la experiencia humana. Jesús realizaba
milagros para indicar a todos que el milagro real es que Él mismo estuviese
entre nosotros. Hoy vivimos bajo la presión de la concepción del naturalismo,
donde lo milagroso se descarta sin más por el hecho de no poder ser medido,
estudiado, encapsulado, repetido, manipulado, comprado, imitado… Me imagino que
los sentimientos son un área de confusión para muchos científicos de bata
blanca.
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (Lucas 24:45-47)
Jesús se halla en esta escena con sus discípulos después de
haber resucitado. Ellos aún no entendían bien de qué iba todo aquello para lo
cual el Maestro los había llamado. Estaban aturdidos por la muerte días antes
de Jesús y ahora los aturdía su resurrección. Jesús obra el milagro de abrir al
entendimiento en sus mentes. ¿Cómo lo hace? Haciendo algo que nadie más puede
hacer. Simplemente, obrando el milagro de abrir sus mentes, y después pudieron entender:
Primero, que la profecía escrita siglos antes sobre Sus padecimientos (Isaías
53:1-12) y resurrección (Oseas 6:2) se había cumplido en Él. Segundo, les hace
ver el alcance que el cumplimiento de la profecía tiene: Predicar a todo el
mundo sobre el arrepentimiento y el perdón de los pecados.
Resumiendo: Los milagros existen, y el mayor de ellos es la
apertura mental que Jesucristo puede realizar transformando a alguien que lo
rechaza, tornándolo en su mayor seguidor. El apóstol Pablo es evidencia de ello
cuando escribió “Porque
yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado
apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy
lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más
que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios
15:9-10). Pablo se transformó de ser el primer gran perseguidor de
los cristianos a ser el más grande de los apóstoles de Jesucristo. Si Dios hizo
ese milagro con un asesino como Pablo, ¿por qué tú no crees? Very easy, como
dirían los angloparlantes, Jesús no ha realizado el milagro de abrir tu mente a
Su conocimiento de Él y Su obra de salvación.
Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. (Marcos 10:51)
¿Se lo has pedido?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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