sábado, 11 de febrero de 2017

Lo Habitual

Hablando sobre qué es la fe con un conocido terminó por decir “Yo solo confío en mí mismo”. Esa afirmación suya me rondó la cabeza durante unos días y al cabo de los mismos le dije “Confiar en ti mismo tiene al menos dos problemas. Primero, ¿qué harás cuando te falles a ti mismo? Y segundo, confiar en ti mismo no te llevará al cielo. Lo que te lleva al cielo es la fe en Jesucristo”. A la primera cuestión no le hizo mucho caso y a la segunda afirmó “Es que yo no quiero ir al cielo”. ¡La primera persona que me dice algo así! De todo tiene que haber. 

Le expliqué que los cristianos tenemos suficiente base en la creación y en la Biblia como para que nuestra fe tenga un fundamento sólido. La naturaleza es una muestra de que hay un Creador y la Biblia es una carta de amor a nosotros de parte de ese Dios. Al intentar hacerle ver que él también usaba de la fe, le pregunté: “¿Por qué sabes que te vas a levantar cada mañana?” “Porque es lo habitual”, me contestó. “¡Eso es! Para mí lo habitual es que Dios es real”, le dije. 

La fe es poner en práctica las verdades que conocemos en cuanto a Dios y Su Palabra. La diferencia entre lo habitual y la fe cristiana es el objeto. Lo habitual tiene como objeto las circunstancias de la vida que fallan,  aunque algunos (muchos) ponen su fe en ellas. Algún día mi amigo no despertará y lo habitual para él tristemente cambiará. La fe cristiana tiene su objeto en Jesucristo, Dios-Hombre. Él nunca varía como la bolsa, Él nunca se deprecia. Él es un valor siempre al alza. La persona que invierte su vida en Él tiene asegurada la vida aquí y en la eternidad.

¡El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción! Pero nosotros, que vamos en camino a la salvación, sabemos que es el poder mismo de Dios. (1 Corintios 1:18)

Si en los tiempos del apóstol Pablo el mensaje del evangelio a muchos les parecía una locura o ridículo, ¡cuánto más hoy! Al experimentar esa sonrisita pícara y burlona que tratan de disimular cuando les hablo del evangelio, me afirmo más en la verdad que predico por la sencilla razón de que los que me precedieron ya sufrieron el mismo rechazo. Aún más, muchos dieron sus vidas y las siguen dando hoy. ¡Bendita locura! El evangelio es este: Jesús pagó el precio de nuestros pecados en una cruz para que tengamos la oportunidad de arrepentirnos de ellos, reconciliándonos con Dios y posibilitando la apertura de nuestras mentes y corazones con la finalidad de darnos la fe en Jesucristo necesaria para ser salvos. De “pe a pa” la salvación la efectúa Dios en nosotros porque es un regalo de Su gracia. No merecemos la salvación pero Su decisión ha sido amarnos intensamente.

La fe va más allá de lo habitual. 

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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