Sentirse o ser observado puede ser horrible dependiendo del
grado de timidez o aprensión que se tenga. En mi caso me pone nervioso saberme
observado, pero no pasa de ahí. Al fin y al cabo siempre hay alguien que por
causas naturales se ve en la, diríamos, obligación de observarnos por lo menos
para atendernos en un momento dado. Por cierto, la indiferencia también se
convierte en un modo de observación ya que el mensaje que se recibe bien podría
ser: “Hay algo en ti que no me gusta”. Yo veo estos dos tipos de observación en
Dios hacia nosotros.
Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes (Job 33:27-30).
De forma natural Dios te observa porque, en definitiva, a Él
no se le escapa nada: está en todo lugar y al mismo tiempo. Dios te observa
continuamente. Por otra parte, Dios es indiferente hacia ti pues no pierde Su
tiempo en alguien que le rechaza constantemente. En cierto modo tú actúas igual
que Dios acercándote a los que simpatizan o empatizan contigo y alejándote de aquellos
no les caes bien. Así que no deberías extrañarte por la forma en que Dios actúa
contigo.
Dios te mira a la espera que te des cuenta de que el pecado,
que es pervertir lo recto, no te ha merecido la pena. Llegar a ese punto muchas
veces cuesta años de amarguras y sinsabores, darse contra las paredes,
depresión y angustiosa desesperanza. No estoy dramatizando, sino quedándome
corto en la descripción. La gran mayoría de ocasiones que las personas se
acercan a Dios lo hacen por desesperanza, ya que han agotado todos los recursos
disponibles: dinero, status, salud…
Dios te salva cuando vienes a Él reconociendo tu pecado y
pidiéndole socorro. Es más, ya lo ha hecho por medio de la muerte de Jesús en
la cruz. Cristo pagó la deuda de tu pecado al Padre para que tú tan solo, al
poner tu fe en Jesús, fueses salvo. La descripción es grandiosa: Para que no
pases al sepulcro, y tu vida se vea en luz. La salvación solo se trata de creer
y creer en Cristo. Lo más difícil ya lo hizo Dios. Aún más, Dios sigue
mirándote hasta que despiertes del letargo en el que te hayas sumido dos y tres
veces, que es una forma de decir mientras vivas, para liberarte de la muerte y
darte la luz de la vida. Después del sepulcro se acaba la esperanza.
Mírale a Él.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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