La película Como Dios
que presenta a un Jim Carrey asumiendo el rol de Dios que protagoniza Morgan
Freeman es un intento, por parte del ser humano, de ser más que Dios. Todos, en
algún momento, hemos pensado y creído firmemente que haríamos las cosas mejor
que el mismo Dios si tuviésemos la sartén universal por el mango. Aunque la
evidencia en nuestra contra sigue siendo incuestionable, muchos siguen creyendo
que están haciendo más y mejor que Dios. “Soy bueno”, “no hago mal a nadie”, “no
soy un asesino”…
¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? (Job 4:17)
Uno de los amigos de Job lanza las anteriores preguntas
comparando al hombre injusto con el Dios Justo y al hombre sucio con el Dios Limpio.
No es que el hombre carezca de cierto grado de justicia o limpieza, es que
comparado con Dios su justicia y limpieza son injusticia y suciedad. ¿Por qué?
El salmista nos da la respuesta: Nuestros días sobre la tierra son como la hierba; igual que
las flores silvestres, florecemos y morimos (Salmos 103:15). Nuestra
vida se marchita rápidamente y nuestro nacer, crecer y morir es en un abrir y
cerrar de ojos. ¿Cómo un ser tan efímero como el ser humano se atreve a
jactarse de esa forma ante el eterno Dios?
Tú y yo vivimos a millones infinitos de años luz de Dios. No
somos justos, no estamos limpios ante Él, por lo tanto, ¿cómo podremos
acercarnos a ese Dios tan Justo y Santo? Por lo que nos toca, estamos perdidos
en el infierno y no podemos hacer nada para escapar de ahí. Dios no puede tener
amistad con personas que de forma tan soberbia piensan y actúan como si fuesen
más que Dios. Jim Carrey se ve obligado a ir a Morgan Freeman para arreglar el desaguisado
cósmico que ha causado por tomar el lugar de Dios. Querido lector, ¿harás lo
mismo?
El evangelio es las buenas noticias de Dios para el hombre.
El evangelio no es un concepto es la Persona de Jesucristo. Él no solo trajo la
buena noticia, sino que, además, encarnó el mensaje al morir en nuestro lugar
en una cruz en pago por nuestros desatinos o pecados a Dios. Sí, Dios requería
que Su justicia fuese satisfecha, pues el delito ha de castigarse, y el castigo
recayó sobre el Hijo de Dios para que tú y yo pudiésemos tener la oportunidad
de salvarnos. La buena noticia es que todos nuestros pecados pasados, presentes
y futuros ya fueron perdonados por el sacrificio de Jesucristo. La única
condición que hemos de cumplir para aprovechar la buena noticia es creer, creer
en Jesucristo. Eso es la fe que nos salva, la fe en Jesucristo. Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios (Juan 1:12).
¡Cree!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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