sábado, 5 de agosto de 2017

Distinguiendo IV

Ahora nos ocuparemos del personaje clave en esta historia.

La actuación de Dios
           
El salmista pone a Dios donde debe estar: 

Primero: Dios es trascendente y no tiene mucho que ver con nosotros, excepto, lo que Él quiere tener que ver con nosotros. Me explico: Dios se halla en el lugar más privilegiado del universo, Su Santo Templo (11:4a). El Templo es Su lugar de adoración y ninguno hombre puede acceder a la adoración que Dios merece y nadie puede alcanzar Su grado de santidad. Dios no comparte con Su creación la adoración que esta le debe y Su especial santidad que conlleva la perfección a grados inimaginables para justos y malos. En ese sentido Dios no tiene nada que ver con nosotros, seamos justos o malos. Lo contrario, la adoración al hombre no es adoración, es idolatría. La santidad distingue a Dios.

Segundo: Dios se halla sentado en Su Trono, gobernando (11:4b). El trono es símbolo de gobierno y Dios no ha dejado ni por un momento de gobernar. Está sentado en Su Trono como muestra evidente de Su autoridad. Autoridad que ningún ser creado podría ejercer jamás pues Dios tampoco comparte Su soberanía. En este otro sentido, Su Señorío, Dios no tiene nada que ver con nosotros, seamos justos o malos. Lo contrario, la sumisión al hombre déspota no es autoridad, es tiranía. La autoridad distingue a Dios. Una vez que se deja claro que Dios es superior a lo humano, en santidad y autoridad, David, compositor de ambos salmos, nos habla de lo que Dios hace o va a hacer con justos y malos.

El Dios Santo y Gobernante ve y examina a los justos y a los malos (11:4c). Dios actúa mostrando que nada escapa a Su interés y control. Dios conoce todas las partes, siendo así, entre otras cuestiones, que está capacitado para tomar parte como juez, dando un veredicto y haciéndolo cumplir. Ahora voy a ser más escolástico presentando una tabla de contraste que resume el resultado del juicio de Dios sobre justos y malos.

Dios prueba al justo (11:5a) - Dios aborrece a los malos (11:5b)
Dios premiará al justo (11:7)  - Dios castigará a los malos (11:6)
Dios salvará al justo (12:5) - Dios destruirá a los malos (12:3)

Dios prueba al justo al igual que a los malos pero aborrece a estos últimos. Dios premiará al justo dejando mirarle cara a cara. Dios castigará a los malos con grandes calamidades. Dios salvará al justo de la opresión. Dios destruirá a los malos debido a su habla mentirosa y engreída. Dar la recompensa a los justos o dar el castigo a los malos por sus actuaciones, distingue a Dios.

Los últimos tres versículos del Salmo 12 nos ofrecen un broche de oro como final basado en las promesas divinas.  Las promesas del SEÑOR son puras como la plata refinada en el horno, purificada siete veces. Por lo tanto, SEÑOR, sabemos que protegerás a los oprimidos; los guardarás para siempre de esta generación mentirosa, aunque los malvados anden pavoneándose y se alabe el mal por toda la tierra. (Salmos 12:6-8). Dios cumplirá Sus promesas hechas a los justos (12:6). El Señor los protegerá de los malos aunque se pavoneen y se prefiera el mal en todo el mundo (12:7-8).
           
La película “El gran debate” nos muestra como un grupo de estudiantes universitarios, liderados e inspirados por su maestro Melvin B. Tolson, aprendieron a sostener argumentos lógicos, confrontarlos y defenderlos en debates. De esa manera, sus aprendices empezaron a destacar y a competir con otras escuelas, atravesando las odiosas barreras sociales existentes en el año 1935. Para motivarlos les hacia responder a las siguientes preguntas:

‒ ¿Quién es el Juez?
‒El Juez es Dios
‒ ¿Por qué es Dios?
‒Porque Él decide quién gana o no. No mi oponente.
‒ ¿Quién es tu oponente?
‒Él no existe.
‒ ¿Y por qué él no existe?
–Porque nada más es una voz contraria a mi verdad.

¡Exacto! Habla con la verdad.

¿Es Dios tu fuente de la verdad?


¡QUE DIOS OS BENDIGA!

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