Vamos de aquí para allá motivados por el vivir diario. Nos cruzamos
con personas y situaciones que esquivamos, pues no tenemos tiempo de atenderlas.
La vida nos pasa por delante y, a veces, perdemos oportunidades gloriosas. Al tiempo
nos damos cuenta de los errores cometidos y que al fin y al cabo son las
personas y sus demandas lo que realmente importan.
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (Juan 4:7)
Me encanta la historia de la mujer samaritana y su encuentro
con Jesús. Ella simplemente, dentro del trajín diario, fue a realizar una de
sus tareas: recoger agua para abastecer su hogar. Me la imagino con sus prisas
y lamentos por la pesada carga que después debía llevar a casa. Quería acabar
cuanto antes y encontrar un momento de descanso, si le era posible. Pero ahí
estaba Jesús pidiéndole agua. ¿Es que no podía ese hombre servirse por sí
mismo? ‒Se preguntó
la samaritana. ¡Machista!, ‒se
escucha por ahí. ¡Tantas veces olvidamos que Jesús es Dios! Jesús le pide a la
de Samaria que le dé lo único que puede darle, agua.
Este encuentro inesperado con Jesús la lleva a entender que el
agua que le puede dar a Él solo calma la sed física por un momento, sin embargo,
la que Jesús le ofrece saciará eternamente su sed espiritual. Esa sed que
muchos tratan de calmar intentando ser buenos, logrando grandes metas y
amasando títulos al tiempo es sal que los mata de sed. La samaritana pudo
comprobar que la persona que estaba ante ella era el mismo Dios, y creyó
tomando del agua que Jesús le dio: Jesús mismo.
Jesucristo es la Persona, la única Persona que puede calmar
tu sed. Él puede perdonar todos tus pecados, liberarte de todas tus ansiedades
y darte un futuro glorioso. No lo hace con pócimas mágicas, trapitos calientes
o cualquier otro invento, Él lo hace por medio de una íntima amistad contigo,
querido lector. Eso es lo que busca Dios: tener amistad paternal con Sus hijos.
Sus hijos son aquellos que han llevado sus pecados a la cruz de Cristo pidiendo
perdón por ellos y creyendo en la muerte y resurrección de Jesucristo. Jesús se
encuentra contigo en tu vivir diario y te pide que creas en Él.
¿Obedecerás Su demanda?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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