“Mientras hay vida, hay esperanza”, dicta el dicho popular.
¿Y si aferrarse a esa vida acaba con la verdadera esperanza? Muchos se sienten
seguros con su estatus y lo mantienen con uñas y dientes como algo que si se
escapa o pierde ya no hay esperanza. Muchos creen que ya han alcanzado lo mejor
y viven engañados detrás de esperanzas huecas.
Pero no piensen que yo voy a acusarlos delante del Padre. Quien los va a acusar es Moisés, en quien tienen puesta su esperanza. (Juan 5:45)
Jesús fue muy consciente en cuanto a no ser profeta en Su
propia tierra, entre los suyos. Eso en ningún momento le amilanó para ser claro
y exponer la Verdad, Su Verdad, la Única Verdad. Sus coetáneos malentendieron,
más bien, intencionadamente tergiversaron las enseñanzas de Jesús porque no
estaban dispuestos a soltar los puntales donde habían clavado su esperanza: el
profeta Moisés.
Moisés, su esperanza, se volvería contra ellos el día del
juicio final. Eso es la advertencia de Cristo. ¿Por qué? Por la razón obvia que
Moisés apuntó a Cristo, Su vida y Su sacrificio. El templo y todos sus ritos
destilaban profecía en relación a Jesucristo y sus compatriotas no estuvieron
dispuestos a verlo a Él como el cumplimiento de los rituales mosaicos. Jesús vino
para sacrificarse en una cruz por los pecados del pueblo una vez y para
siempre, al contrario que los sacrificios continuos que ellos ofrecían bajo
Moisés.
Jesucristo, querido lector, es suficiente para salvarte. No pongas
tus esperanzas en tu bondad, capacidades, nivel social, enchufes y otros. Pon tu
esperanza en Aquel que no vino con la finalidad de acusarte sino para salvarte.
Cree en Jesús confiando en que Él es la Verdadera y Única Esperanza. Es la
forma de librarse del juicio condenatorio del Padre. Los que no creen se
condenan a sí mismos.
La esperanza está en Jesús.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario