Todos somos personas dependientes en mayor o menor grado. Dependemos
de nuestros sueldos, de nuestras relaciones y del gobierno. Nada de ello es
malo en sí siendo, en la mayoría de los casos, un estado normal de vida. El
problema radica en que ninguna de estas dependencias, por muy sanas y
apetecibles que sean, no alcanzan el grado de satisfacción que deseamos. Cuando
una persona recibe por fe a Jesucristo se crea un estado de dependencia en
todas las esferas de la vida que llevan a la persona a un crecimiento y entendimiento
de quién es Dios y quién es él. Este proceso es imperecedero porque es eterno. Sueldos,
relaciones y gobierno cesarán o cambiarán pero la relación íntima de
dependencia con Jesucristo es un valor siempre en alza.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Juan 15:1)
Jesús, en este caso concreto, habla a Sus discípulos. En otras
palabras Él les enseña que es la Fuente de alimento y Su Padre le cuida. Dios está
involucrado al 100% en darnos alimento para que, como asegura más adelante
llevemos mucho fruto “porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5.
Los cristianos nada pueden hacer separados de la Fuente de la Vida que es
Jesucristo. Lo mismo que el enfermo renal no sobreviviría sin un limpiado de su
sangre al conectarse con una máquina, los creyentes pierden su vitalidad hasta
el punto de volverse infructuosos.
Me pregunto, si los creyentes necesitan como el respirar
estar injertados en la Vid, ¿cómo viven los que desprecian a la Vid verdadera y
al Labrador? La respuesta es obvia: todo lo que hacen es infructuoso con
respecto a su vida eterna. Es más, es tan ganando merecidamente el infierno
adquiriendo más motivos personales para acabar allí por la eternidad gracias a
su inquina pecaminosa. Mientras que la vida eterna no se puede ganar por
méritos propios, la muerte eterna si se ha ganado por méritos propios porque
separados de Cristo no hay salvación posible.
Solo hay un escape: conectarse a la Vid. Jesucristo te da la
posibilidad de hacerlo porque pagó el precio por tus pecados en una cruz y
resucitó de entre los muertos certificando que se podía confiar plenamente en
Su sacrificio. Si confías con fe en Él serás injertado en la Vid, llegando a
depender de Aquel que te ama profundamente y quiere devolverte la vida, la vida
verdadera que se halla cuando le conoces.
¿De qué dependes?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
Hoy pensamos que somos seres libres, sin ninguna atadura, independientes, suficientes, pero la realidad es otra, nada nos pertenece, si siquiera nuestra vida, porque algún día la dejaremos, quien nos puede dar algo que nada es esta vida puede satisfacer? Que hay realmente seguro, estable, permanente? Sólo Dios, es ayer, hoy y para siempre. Bendiciones hermano, me encantan tus enseñanzas.
ResponderEliminarQuerido hermano Moisés, muchas gracias por leer este blog. Espero que muchos puedan leer el mensaje del evangelio pues es lo único que puede salvarles.
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