La Navidad bien entendida es Dios supliendo las necesidades
del ser humano. Tanta es la ceguera y la sordera, o lo que es lo mismo, la
insensibilidad que tenemos ante nuestra condición espiritual que Dios ha de
venir a despertar nuestras conciencias en pro de salvarnos. Mira a tu
alrededor, ¿ves gente buscando a Dios? Mírate a ti mismo, ¿estás buscando a
Dios? Si las dos respuestas son negativas tienes prueba de que lo dicho es
veraz: nadie busca a Dios, a no ser que suceda el milagro.
El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. (Juan 3:31)
El que es de la tierra, es terrenal
Si no se busca a Dios, ¿qué se busca? Lo meramente terrenal.
Lo que nuestros ojos físicos alcanzan a ver: un mundo material donde sobrevivir
alcanzando los mejores bienes, de la índole que estos sean y en muchos casos
sin escrúpulos, para llenar de sentido una vida que acabará en la tumba
irremisiblemente. “El muerto al hoyo y el vivo al bollo”. Esta frase simplifica
el plan de vida por aquí. Lo terrenal por definición no da cabida a lo
espiritual, a no ser que suceda el milagro.
No buscar a Dios es la muestra del pecado humano. Claro está
que para el terrenal el pecado es una invención para amedrentarnos, sacarnos el
dinero y poco más. Razón en cierto sentido no les falta porque la religión terrenal
que nos ha influenciado mayoritariamente ha infundido miedo, ha vaciado bolsillos
y sigue intentándolo. Jesús desechó tal religión porque Él vino a comenzar una
relación íntima con aquellos que pusiesen su fe en Él. Pero esto es imposible, a
no ser que suceda el milagro: un despertar divino en nuestra alma.
Terrenal: Insensibilidad a Dios.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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