Hoy voy a catalogar a las personas en dos grupos: los
optimistas y los pesimistas. Soy consciente de que el abanico es mucho más
amplio pero creo que a grosso modo podemos reducirlo en esas dos clases de
individuos. De todos es sabido que el optimista ve el vaso medio lleno y el
pesimista el vaso medio vacío. El optimista afronta la vida con alegría y el
pesimista con nubarrones en el horizonte. Difícil es encontrar el equilibrio ya
que sería estupenda una mezcla de la impetuosidad exagerada del optimista y la
reflexión profunda del pesimista. Lee la siguiente historia sobre un optimista
y un pesimista que se acercan a Jesús.
Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. (Mateo 8:19-22)
El optimista de la historia era un lanzado: “Te seguiré a
todos lados”. Los fariseos y los escribas tenían fama de hipócritas y Jesús no
se deja impresionar por el alarde optimista de un escriba. Él conoce los
corazones de las personas. A ti y a mí nos pueden marcar un gol, pero a Jesús
es imposible. La respuesta que recibe tal optimista es un baño de realidad: Jesús
no le ofrecía seguridad y bienestar sino todo lo contrario. El otro caso es el
del pesimista y lo sorprendente es que aunque era Su discípulo, no se había
enterado de nada. “Jesús, déjame que me ocupe de mis problemas y después te
sigo”, fue su propuesta al Maestro. Si el optimista recibe un baño de realismo,
el pesimista recibe un baño de prioridades. Jesús es más importante que
nuestros problemas sean personales, familiares o de cualquier índole.
Querido lector, tú y yo estamos en uno de los dos bandos. Si
somos optimistas Jesús quiere abrir nuestras mentes y corazones a la realidad
de que no todos estamos preparados para seguirle. Sólo aquellos que están
dispuestos a pagar el precio son bienvenidos. Si somos pesimistas Jesús quiere
dejar claro que la prioridad en la vida es Él. Sólo aquellos que ponen en
primer lugar a Jesús son bienvenidos. Jesús lo dio todo por ti y por mí en una
cruz para que todos los optimistas y pesimistas pudiesen comprender el costo de
seguirle y la importancia de Su Persona. Por lo tanto, seamos optimistas o
pesimistas, confiemos en Él dándole el lugar que le corresponde en tu vida y la
mía: el primer lugar.
Optimistas y pesimistas, seguidle.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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